Varios desplantes, presiones y protagonismos son los que ha hecho el gobernador del estado, Rafael Moreno Valle, al presidente municipal Eduardo Rivera, mismos que evidencian un rompimiento provocado por el Ejecutivo.

Eduardo Rivera ha tenido que soportar ser opacado por Moreno Valle en sus propios eventos públicos en el municipio, la persecución que derivó en retirarle policías estatales adscritos a la capital y hasta el protagonismo de ser relegado durante el primer Grito de Independencia de la nueva administración panista.

Durante el arranque de las obras de ampliación del bulevar Lafragua, el gobernador del estado mostró su repudio a Eduardo Rivera. En aquella ocasión, Moreno Valle criticó las obras del edil al considerarlas “chiquitas” mientras que las de él eran “grandes” e importantes. Pero no paró ahí la crítica. En su discurso, el gobernador arremetió de nueva cuenta contra Eduardo Rivera aprovechando que no se encontraba en el lugar, a pesar de haber sido invitado al evento de Moreno Valle.

El error del presidente municipal fue no acudir al evento protagónico del gobierno estatal porque se encontraba en gira de trabajo. Solo eso bastó para arremeter contra Eduardo Rivera mandado un claro mensaje en su discurso de rompimiento.

En el evento, Moreno Valle se quejó de que el ayuntamiento de Puebla no aportaba un solo centavo para las obras que había iniciado el gobierno estatal en la capital poblana: “No ha aportado ni un centavo para las obras que ha emprendido el gobierno del estado en la capital, y para quien quiera entender que lo entienda: yo hago obras grandes, no chiquitas.”

En este tenor, cuando hacía uso del micrófono, Moreno Valle afirmaba que el ayuntamiento de Puebla no ha puesto “ni un centavo” para las obras que su gobierno emprende en la ciudad por cuenta propia. De esta manera, en los primeros eventos de las nuevas administraciones se evidenció el rompimiento de ambos que a la fecha es evidente.

Retiran policías estatales del municipio
La mala relación de Moreno Valle con Eduardo Rivera se evidenció una vez más cuando de la noche a la mañana el mandatario estatal determinó quitarle 400 elementos de la Policía estatal asignados al municipio. La decisión que tomó la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) estatal de retirar elementos de seguridad al ayuntamiento de Puebla mostró la mala relación que existe entre el gobernador Rafael Moreno Valle y el presidente Eduardo Rivera Pérez.

Desde el pasado mes de agosto la capital poblana tiene 227 policías menos vigilando las calles del municipio, porque se determinó retirarle a Eduardo Rivera este número de elementos, los primeros de casi 900. Con esa medida, el gobierno estatal retiró al ayuntamiento poblano el apoyo que le había otorgado desde 1999 para reforzar la seguridad del municipio.

El argumento de Moreno Valle fue que desde hace un año anunció a Rivera Pérez que el gobierno estatal reincorporaría a los elementos comisionados y el alcalde le pidió quedarse sólo con 25 por ciento de los uniformados. El mandatario justificó la medida al señalar que los elementos comisionados son necesarios para reforzar la vigilancia en otros municipios de la entidad, además de que el ayuntamiento poblano cuenta con recursos del Subsemun para pagar su propia policía.

Pese a los intentos del edil por mantener al personal, simplemente se le negó cualquier opción a renovar el convenio de colaboración para mantener a los uniformados, lo cual se tradujo en reacomodos y más gasto de dinero del erario para la recontratación de los primeros 227 elementos.

El protagonismo
“Señor presidente, adiós”, dijo el gobernador Rafael Moreno Valle, serio, tajante, frente al pasaje del ayuntamiento y el zócalo de la ciudad de Puebla. Le extendió la mano al presidente Rivera Pérez, al que apenas miró al rostro. El mandatario se dio la media vuelta y abordó su camioneta, que se fue con la misma prisa con la que se despidió del alcalde.

Todo ocurrió tan rápido que Rivera Pérez, segundos después, seguía parado en el mismo lugar donde lo dejó el gobernador cuando la camioneta de éste había cruzado la calle 2 Norte; estaba realmente sorprendido. Movió rápidamente la cabeza: buscó a quien se pudo haber dado cuenta del desplante y encontró a dos, a cuatro, a muchos.

El presidente municipal parecía que no terminaba de asimilar lo ocurrido; aún se notaba ausente y con la mirada perdida. Y es que todo había ocurrido a tal velocidad que fue un deleite para los políticos y para los medios de comunicación que esperaban el encuentro entre Moreno Valle y Rivera Pérez, después de una semana que comenzó con el distanciamiento de ambos en el arranque de obras públicas en la capital y culminó con el retiro de 400 policías estatales que operaban en el municipio bajo las ordenes del ayuntamiento.

Esa noche, Rafael Moreno Valle recibía en el salón de Cabildos del palacio municipal la bandera mexicana de manos de una escolta militar. Con su esposa siguiendo sus pasos, se dirigió al balcón y ondeó la bandera por todo lo alto, después lanzó la arenga nacional y gritó “los vivas” respectivos a la patria y sus caudillos, nadie más en el balcón a excepción de Martha Erika lo acompañaba.

Concluido el acto comenzaron a llegar algunos invitados al balcón para mirar desde ahí los juegos artificiales, a la derecha del mandatario estatal se ubicó el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón. En tanto, el presidente municipal Eduardo Rivera Pérez intentaba saludar a sus gobernados, pero solo se veía su mano entre los asistentes al balcón del palacio municipal.

Pero la noche terminó cuando durante la celebración del Grito en el palacio municipal, elementos de vigilancia del gobierno del estado y del municipio protagonizaron un conflicto cuando fue desalojado un guardia de seguridad personal del secretario de Seguridad Pública municipal, Amadeo Lara Terrón.

Esta persona fue retirada a empujones del palacio hacia las afueras del cordón de seguridad, lo que provocó que personal del secretario y del gobierno del estado terminaran con sus diferencias a empujones.

Al respecto, el secretario de Seguridad Pública del estado, Ardelio Vargas justificó como “normal” este tipo de confrontaciones, sobre todo por las medidas de seguridad que se implementaron durante la celebración del Grito de Independencia.