Hacinados en una vivienda de sólo un cuarto, en la mayor pobreza, es como vive la familia —integrada por 12 personas— de José Cándido González Hernández, una de los cientos de víctimas de fraude del programa Vivienda Rural, del gobierno federal.

Esta es sólo una de las 342 familias que se vieron afectados por el desvío de recursos de cerca de 7 millones de pesos, que hicieron al final del sexenio funcionarios de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) federal.

Aún con esperanza, José Cándido contó a Intolerancia Diario que fue la exdelegada Myriam Arabian Couttolenc la que fue directamente a Tepeaca a ofrecerles el apoyo, que prometió entregaría en septiembre de 2012.

La reacción de enojo fue inmediata al enterarse de que no llegaría el recurso, las esperanzas se terminaron, y es que después de medio año se sabe que este dinero fue desviado a través de 342 cheques de 20 mil pesos cada uno, los que nunca llegaron a las zonas pobres.

Ahora, José Cándido, como algunos de sus vecinos de San Miguel Tlayoatla, sólo tiene un certificado de subsidio, el número 0000789989.

El documento está firmado por Myriam Arabian, con una leyenda que pareciera una mala broma: “Este programa es público, ajeno a cualquier partido político, queda prohibido el uso para fines distintos al desarrollo social”.

Intolerancia Diario reveló este lunes que funcionarios de Sedesol federal habrían incurrido en un fraude por casi siete millones de pesos, al desviar fondos de uno de los programas dirigidos a las familias más pobres del estado, durante la administración de la ahora ex delegada Myriam Arabian Couttolenc.

Aunque el apoyo jamás llegó, la Sedesol lo dio como un hecho, pagando a la empresa Provnamac los montos señalados que ascienden a más de 6 millones 840 mil pesos.

Los recursos representan una tercera parte de lo que se invierte cada año en el programa de vivienda rural del fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo), luego de que en 2012 se pagaron más de 20 millones de pesos.

La pobreza
San Miguel Tlayoatla es la población más alejada del municipio de Tepeaca, literalmente ubicada en la cima de un cerro, donde la pobreza se percibe a cada metro, entre burros y becerros desnutridos caminando libremente.

En este lugar habitan cerca de mil personas, todos considerados de pobreza extrema, que habitan en pequeños jacales hechos de ladrillos de adobe y de techos lámina de asbesto.

Así como José Cándido, en este pueblo se encuentran otras cuatro familias en las mismas condiciones, quienes estaban contemplados para recibir el apoyo del fideicomiso Fondo Nacional de Habitaciones Populares (Fonhapo).

Durante un recorrido efectuado por este medio de comunicación, se comprobó la pobreza extrema en que viven los habitantes de esta junta auxiliar, ubicada a 40 minutos de la cabecera municipal de Tepeaca.

Ahí, los campesinos, sin poder informarse, aún vivían esperanzados con la entrega del recurso que consistía en material para construir un cuarto más para combatir el hacinamiento.

María Juliana Vélez González, esposa de José Cándido, explicó que ya hasta habían escombrado un pequeño espacio en su terreno para iniciar la construcción de un cuarto de cuatro por cuatro metros, pero desde septiembre ya nadie les había dicho para cuando llegaría.

—¿Cuántos viven en su casa?

—Doce.

—¿Todos en un cuarto?

—Sí, porque dos de mis hijos me dejaron a mis nietos. Ahora que hace mucho aire nos da miedo que se nos alcen las láminas, se hace re’feo y se nos mete el agua.

La familia de José Cándido vive de pequeños cultivos de maíz, mismo que utilizan para autoconsumo, gastando un promedio diario de 20 pesos para alimentarse, por lo que los 20 mil pesos del apoyo, representan mil días de comida para ellos.

Ahora recuerdan cómo la propia exdelegada Myriam Arabian fue la que llegó a prometerles el apoyo a Tepeaca.

“Esta licenciada vino de Puebla a Tepeaca”, indicó, al señalar el nombre de Myriam Arabian en el documento.

—¿Qué les dijo?

—Nos explicó que no iba a tardar la vivienda, ‘les vamos a dar todo lo necesario del material, incluso a lo mejor hasta el albañil’, pero pues nada.

”Ahí estuvo con todos los que salimos beneficiados con las viviendas, ahí estuvimos con la licenciada (Myriam Arabian) y con Pepe Espinoza.”

—¿Ustedes no están ni enterados del posible fraude?

—Nosotros estamos esperando a ver si llega, he conversado eso con el presidente auxiliar, Simón Barrales.

—¿Cuándo les dijo eso por última vez?

—Por enero, hasta me dijo que estuviera pendiente cuando llegara el camión a tirar el material, la verdad nos agarran dormidos, como somos de campo se nos dificulta ir a Puebla, no tenemos ni para el pasaje.

Otra víctima fue la familia de Augusto, quien además funge como regidor de la junta auxiliar, es esposo de la que sería beneficiada del programa, María Ricarda Romero González.

Muy molestó señaló que siempre han vivido engañados por los funcionarios, quienes nada más se acercan en época electoral a su pueblo, por lo que no se le hace raro que lo hayan hecho esta ocasión.

Explicó que en su vivienda de un cuarto habitan nueve personas, por lo que el apoyo era enorme para poder vencer el hacinamiento.

“Nosotros vemos que nomás son puros choros, no se dice la verdad, esas viviendas nunca llegan, aquí puras promesas y nada. Somos de los lugares más marginados de Tepeaca, es lo que deberían de ver”, dijo el campesino.
—¿Cómo entraron a ese programa, cómo se enteraron?

—Nos enteramos a base de partidos que nos invitan.

—¿Quién lo invitó?

—Pues el Partido Acción Nacional (PAN) donde trabajó Calderón, nos dijeron ‘va a haber este programa’, y adelante.

”Ahora no vemos nada, por eso pensamos nosotros que lo pueden tomar como campaña, que vienen elecciones y es dónde se viene la gente.”

—¿No piensan que ese dinero ya se esfumó?

—Es lo que pensamos, pero nos metemos con personas más preparadas que nos dicen ‘ya espérense’, así nos dicen desde septiembre y así nos traen a vueltas y nomás no se ve nada.

Explicó que fue un promotor del ayuntamiento de Tepeaca quien hizo el acercamiento a quien vinculan con el PAN.

“Nosotros sabemos cómo trabajan, son los brazos fuertes, ¿qué nos pueden tomar en cuenta? Siempre nos dan largas, ya estamos hasta el copete que nos traigan así, de a tiro que nos digan la verdad, si nos lo van a dar el recurso o no”, señaló enojado.

“Nomás nos dieron el documento de parte del señor gobernador, que es ahorita Rafael Moreno Valle (…) no se vale verdad, hay que trabajar lo que es”, dijo.

“Ya hasta limpiamos un espacio para construir un cuarto de cuatro por cuarto, pero nos están engañando, ahorita no sabemos si va a llegar o no el material, no es justo, esa es la muina que da, se burlan, se valen de la gente, son cochinos, son puercos, son corruptos.”

Los documentos
Ambas familias presentaron a este medio la documentación oficial que tendrían que entregar en el momento en que les fueran entregados los materiales para la construcción de viviendas.

El primero se trata de un documento con los logotipos de Sedesol y del Fonhapo, que señala textualmente:

“El gobierno federal, por conducto del Fondo Nacional de Habitaciones Populares, dentro del programa Vivienda Rural, otorga el presente certificado de subsidio federal (…)”.

El papel está fechado en la ciudad de Puebla a los 12 días del mes de julio de 2012, apenas unos días después de haberse llevado a cabo las elecciones federales.

Está firmado por Salvador López Orduña, director general, y Myriam de Lourdes Arabian Couttolenc, delegada federal en ese entonces, y al final la leyenda arriba señalada.

En otro documento se enlistan los materiales a entregarse por cada familia, que serían entregados por la empresa Provnamac, y que tendrían que haber cotejado en la entrega que nunca llegó.

Para recibir estos documentos oficiales, los campesinos entregaron copias de su credencial de elector, de la Clave Única de Registro de Población (CURP) y del acta de nacimiento.

El material para la construcción es entregado por empresas privadas y pagado con los recursos de Sedesol, pero el dinero jamás pasa por manos de los beneficiarios, ya que al ser de escasos recursos se busca evitar que se gasten el dinero en otras cuestiones.

Entonces se les entrega a estas personas una especie de vale o bono, el cual le dan a la empresa una vez entregado el material y ésta, a su vez, con el documento le cobra a la dependencia federal con cheques con los montos marcados.

Pero en esta ocasión no se hizo así. Tras la queja de los campesinos, se inició una investigación donde fue descubierto que a Provnamac le fueron entregados 342 cheques de montos de 20 mil pesos cada uno, sin que hicieran llegar material alguno.

A pesar de la anomalía, la Sedesol dio por cerrado el programa, aunque jamás fueron beneficiados los campesinos, quienes hasta la fecha siguen esperando el apoyo federal en total desamparo.