Un día para la historia. Los responsables de la nave Rosetta de la Agencia Espacial Europea (ESA) han confirmado que la sonda Philae aterrizó este miércoles en el cometa 67P. Se trata de un hito sin precedentes en la exploración espacial. Allí permanecerá varios meses para estudiarlo en profundidad.




En concreto, Philae medirá el campo magnético del cometa y tomará pruebas, de hasta 30 centímetros de profundidad, de los materiales de la superficie del núcleo en la fase de máxima actividad, cuando se acerca al Sol.

La ESA va a estudiar en detalle el desarrollo de la coma del cometa, averiguar el agua que tiene dentro y la expulsión, y si hay moléculas complejas —origen de la vida—. En caso de que el agua del cometa sea como la de la Tierra y de que el cometa tenga aminoácidos, la ESA tendrá la prueba de que fueron esos cuerpos los que trajeron el agua y la vida a la Tierra.




El director de Vuelo de Rosetta, Andrea Acommazzo, dijo que "vemos que el módulo de aterrizaje se encuentra sobre la superficie" del cometa. El director general de la ESA, Jean-Jacques Dordain, calificó el aterrizaje de Philae sobre el cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko como "un gran paso para la civilización humana".

"Hemos sido los primeros en lograrlo y eso quedará para siempre", añadió Dordain.




Durante el descenso hacia la superficie del cometa, Philae ha hecho una serie de imágenes, la primera de ellas del satélite madre Rosetta, obtenida inmediatamente después de la maniobra de separación. Philae —que tiene el tamaño de un frigorífico y pesa unos 98 kilogramos— obtuvo esa imagen con el sistema CIVA-P, uno de los diez instrumentos que lleva a bordo para los experimentos. La primera imagen que ha sacado Philae muestra uno de los paneles solares de catorce metros de longitud de Rosetta. Luego, ya envió imágenes desde la superficie del propio cometa.

Según explicó la ESA previamente en un comunicado, hubo problemas antes de la llegada de la sonda al cometa, puesto que durante los controles de salud del módulo de aterrizaje de Philae, que se realizaron durante la noche del martes, se descubrió que el sistema de descenso activo, que proporciona un empuje para evitar un rebote en el momento de toma de contacto con el cometa, no se podía activar.
"El propulsor de gas frío en la parte superior del módulo de aterrizaje no parece estar funcionando, así que tendremos que confiar plenamente en los arpones que se aferrarán a la superficie" de 67P, explicaba uno de los responsables de la misión, Stephan Ulamec. "Vamos a necesitar un poco de suerte, que no haya una roca o una pendiente pronunciada en el lugar de aterrizaje", reconocía.

Sin embargo, tras el júbilo inicial tras el aterrizaje, se comprobó que los arpones tampoco se dispararon y que la sonda solo está sujeta sobre el cometa con los tornillos. Según informa la propia ESA en su cuenta de Twitter, se "están buscando opciones" para solucionar este problema.

La sonda Philae se separó con éxito de la nave Rosetta a las 09.34 horas (hora peninsular española) e inició su viaje de siete horas hasta la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko.

Philae comenzó su viaje a 22 kilómetros del cometa 67P/Churiumov Guerasimenko. Su velocidad en este descenso fue de unos 18 centímetros por segundo, aunque la velocidad fue aumentando hasta el metro por segundo a lo largo del recorrido.

La alegría se apoderó de los trabajadores del Centro de Operaciones Espaciales de la ESA en Darmstadt (Alemania), que esperaban la señal de Philae, tanto cuando se separó de Rosetta como cuando llegó finalmente al cometa, que está a 505,9 millones de kilómetros de nuestro planeta.
La primera señal de Philae a la Tierra se producía a las 12.06 horas, unas dos horas después de que se separara de la nave Rosetta y comenzase su descenso. Las comunicaciones se realizan a través de Rosetta, ya que la sonda no puede enviar sus datos directamente al planeta. Philae irá retransmitiendo un informe sobre su estado, así como los primeros datos científicos, entre los que se encuentran imágenes de su particular viaje.

Un hito en la exploración espacial

Matt Taylor, científico del proyecto, ha explicado que los últimos análisis de la zona de aterrizaje indican que es un poco más caliente de lo que se pensaba inicialmente.

"Estamos analizando los datos de varios instrumentos; se trata de un material de superficie más polvorienta a medio camino entre la nieve dura y la ceniza de cigarrillo; hay variaciones, pero estamos viendo esto a través del sitio de aterrizaje previsto", explica.

El equipo de operaciones no ha detectado actividad en la zona del cometa designada para el aterrizaje que pueda amenazar la misión.

La primera secuencia de la ciencia durará alrededor de 2,5 días (dependiendo de la duración de la batería). Si la energía solar recarga las baterías, se podrá proseguir actividades científicas de superficies a largo plazo.