Firefox estrena nueva versión desde el martes 3 de noviembre, que se podrá descargar la versión 42 del navegador sin ánimo de lucro. Desde su nacimiento, la fundación Mozilla, creadora de Firefox, ha puesto el foco en cuidar los estándares de la web y dar poder al usuario para controlar cómo es su experiencia online.
El último paso dentro de esta línea se refleja en la posibilidad de navegar de manera privada sin dejar rastro en las webs por las que se pasa. “Si voy a comprar un regalo a mi hijo, no quiero que le aparezcan anuncios relacionados con ello cuando esté en alguna página. O mejor aún, tampoco quiero que le aparezca publicidad alguna. Entiendo que se pueda hacer negocio con mis intereses, pero no me gusta que se haga con un menor”, sostiene Denelle Dixon-Thayer, máxima responsable legal de Mozilla.
Sin embargo, en Firefox y también en su máximo competidor, Google Chrome, ya existía un modo para navegar de manera anónima. La especialista matiza las novedades: “Ahora se puede evitar la carga de contenidos de terceros mientras se navega. Les negamos la opción de acceder a los datos del usuario”.
Esta medida tiene una consecuencia directa en la velocidad de navegación, uno de los puntos más criticados al servicio del panda rojo. “Cuando se navegue con este modo, se verán agujeros dentro de las páginas. Son los espacios que antes ocuparían contenidos que hacían seguimiento de tus datos. Queremos que el usuario tenga más control sobre qué se comparte”, subraya.
Dixon-Thayer, que trabajó en Yahoo! antes de fichar por Firefox, reconoce que su actualización va a afectar a muchas web, algunas muy populares.
“Se reflejará en páginas, también medios, sin publicidad, y en aquellas interacciones que se queden con datos del usuario. El ejemplo más popular será el botón de me gusta de Facebook. Como hace tracking [seguimiento de datos], quedará desactivado”.
La compañía no pretende entrar en la guerra de los bloqueadores de publicidad, pero sí cree que es necesario un freno a la cantidad de puntos de control que sufre el usuario mientras navega. “Nuestra propuesta es ser más sencillos, y que se pueda pasar de navegación pública a privada más rápido”, insiste.
En su opinión, una de las opciones que trae por defecto iOS 9, el sistema operativo de iPhones o iPads, va a hacer que se centren bases sobre qué es aceptable y qué no en cuanto a anuncios.
“Reconozco que sistemas como Adblock Plus son cada vez más populares, pero no tan amplios como el sistema operativo de Apple. Estos últimos se han centrado en el usuario, en hacer que cada vez se vaya más al contenido. Sin embargo, creo que se puede dañar tanto el comercio electrónic, como el sistema de los medios. Nosotros somos neutrales con el contenido. No tomamos partido, pero sí ofrecemos herramientas para tener cierto equilibrio. No queremos que los creadores de contenido dejen de recibir dinero por publicidad, pero tampoco nos gusta que la navegación sea molesta”.
El edificio de Firefox, con vistas a la Isla del Tesoro y el Puente de la Bahía, que une la península donde está Silicon Valley con Oakland, tiene un nuevo inquilino. En el quinto piso ha llegado Chrome. Un movimiento teóricamente absurdo, porque Google tiene su oficina en la ciudad en el bloque de al lado, pero que tiene mucho de simbólico. Firefox quiere distanciarse de su incómodo vecino: “Ellos tienen también el modo incógnito, sí, pero al navegar no protege los datos como lo hacemos nosotros. Lo hace anónimo, pero los comparte”.
La directiva es consciente de que esta novedad se va a apreciar de manera más notable en Europa que en Estados Unidos: “La perspectiva es distinta. En Europa la privacidad se ve como un derecho, como algo que se debe preservar. Se nota hasta en la forma en que construyen las webs, especialmente en Alemania”.
Con esta nueva versión, Firefox quiere recuperar mercado. A pesar de la buena percepción de su software, desde la llegada de Chrome, el navegador de Google, la sangría de usuarios es constante. Según StatCounter, empresa dedicada al seguimiento de tendencias online, en junio de 2015, Chrome contaba con un 52% del mercado. Explorer alcanzaba la segunda posición con el 22% y Firefox se conformaba con el 18%. Safari, el programa que usan los ordenadores Mac, se conformaba con menos del 6%.