En la base de todo está la educación. Por eso si deberás el gobernador Moreno Valle quiere ser precursor en algunos temas educativos, no basta con que tenga un encargado de despacho que hable de corridito y en privado se ponga por encima de todos. Se precisa de algo más que eso. Y hoy se verá hasta dónde la SEP está comprometida con el Acuerdo para la Reforma de los Lineamientos del Programa Nacional de Carrera Magisterial, suscrito con bombo y platillo el fin de semana en Puebla, con la presencia del presidente Calderón y la señora Gordillo, y del que se dijo será ejemplo nacional.
Es muy probable que para cuando estas líneas alcancen la calle, el secretario de Educción Publica, en ejercicio de sus atribuciones, haya nombrado al nuevo director de la Universidad Pedagógica. Con lo cual habrá hecho lo mismo que hicieron quienes lo precedieron en el puesto. Fortalecer las alianzas político-electorales en detrimento del perfil académico que precisa la universidad para modernizarse. Si de última hora no privó la prudencia, el nuevo director habrá sido nombrado por la Sección 23 del SNTE, léase Cirilo Salas, como parte de las cuotas políticas. Con lo cual el rendimiento escolar seguirá siendo el mismo que metió a la entidad en ese círculo inicuo que la tiene en los últimos lugares nacionales. Alumnos de educación primaria que no saben leer y contar, y una burocracia educativa fastuosa y petulante.
Entre la comunidad universitaria hay dos corrientes. Una a favor de que el rector sea nombrado por la SEP y otra porque sea la propia comunidad. La primera insiste en que de ese modo se privilegia el perfil y la institucionalidad; en tanto que los contrarios invocan derechos de arraigo, de participación democrática y el conocimiento de primera mano de los problemas. Las partes han llegado a un acuerdo intermedio. Los aspirantes se someten a un proceso de auscultación de la comunidad, y con base en esos resultados la SEP define el nombre del director. Ciertamente se trata de una salida salomónica que resuelve el conflicto político, pero no el problema neurálgico: la reforma pedagógica retrasada.
Hasta ayer los nombres más mencionados en la SEP para el puesto de director de la UPN eran los de don Xicohténcatl Arroyo Parra y Pablo de San Lázaro. Ambos profesores ilustres de la vieja guardia, pero sobre todo miembros de la burocracia dorada de la SEP, de manera preponderante en el equipo de Mario Marín y Darío Carmona. El dato es relevante porque la política educativa del marinismo ha sido severamente cuestionada por el nuevo gobierno. Y no le falta razón en su crítica. Luego de entregar al SNTE prácticamente todo lo que pidió, los resultados pedagógicos que entregó el marinismo se encuentran entre los peores del país. ¿Por qué? Porque los aumentos y las prestaciones estaban politizados de origen. No buscaban fines pedagógicos sino electorales. De lo cual incluso se hacía gala.
En la universidad el nombre más mencionado para la dirección es el de Andrés Bravo Rojas. Al parecer se trata del candidato del actual director. Empero, ya intentó ese puesto en el pasado, y la comunidad le volteó la espalda, mediante el proceso que explicamos arriba. Quienes lo conocen lo definen como un antiguo profesor acomodaticio, sin ninguna relevancia académica digna de mención. Sin embargo, hay otros perfiles muy notables en los pasillos de la universidad. Me refiero a personas que podrían ser el gozne de la transición. Si es que deberás se quieren hacer cambios de fondo. Mencionaré a mujeres y sólo a dos: Felisa Ayala y Ofelia Piedad Pineda. Ambas con doctorado en Pedagogía por la UNAM, con mención honorífica y autoras de tratados pedagógicos. Previamente Felisa hizo estudios en el CIDE. En tanto que la segunda empezó en la Normal. Se trata de mujeres bien dotadas en su campo y que podrían ser la bujía de la gran reforma que precia la UPN para dar los resultados que ahora serán medidos en los alumnos.
Pero no basta con sacar un rector con un alto perfil académico y capacidad de gobierno, y que impulse las reformas. La SEP debe revisar a conciencia la condición que guarda la principal institución encargada de la formación y actualización del magisterio. La que a su vez se encarga de la formación de quienes asisten a las escuelas públicas. La SEP dispone de un presupuesto raquítico para la UPN, y carga en los alumnos la mayor parte del gasto, mediante un nutrido sistema de cuotas. A la UPN como a las normales, asisten los hijos de los sectores más pobres. En su mayoría campesinos e indígenas. Los que siguen viendo en la educación el chance de moverse hacia arriba en la estructura social. La otra opción son los cárteles. El abandono en el que se tiene a la UPN es tan grande que hoy por hoy, es mucho más barato hacer un posgrado en la UPAEP que en la UPN. ¿Por qué? Porque la SEP cuenta con un sistema de becas del 90 por ciento para los que vayan a la institución conservadora. Es la hora: “hechos, no palabras”.