Luego del funesto error que los priístas cometimos al dejar que Juan Carlos Lastiri asumiera la responsabilidad del Comité Directivo Estatal del PRI en la entidad, es evidente que el delegado veracruzano Ranulfo Márquez tendrá que paliar con las tremendas cargas que la pasada derrota dejó, así como con la inoperancia de la anodina dirigencia actual.
Un trabajo arduo y desde luego extenuante para alguien que seguramente creyó que encontraría un partido dolido pero beligerante y con elevados niveles de dignidad republicana.
Tremenda sorpresa debe llevarse en estos momentos. Especialmente luego de ir acercándose a diferentes grupos adheridos al PRI, así como a militantes que no comulgamos en absoluto con la ola de genuflexión y rastrerismo que Lastiri Quirós, para vergüenza de su respetable tío don Miguel.
Actitud que convenientemente asumieron con Lastiri la mayoría de diputados locales, federales y presidentes municipales en turno. Esto sin contar las dirigencias “charras” de sindicatos y organismos también adheridos al tricolor y que mágicamente optaron por ponerse de tapetes ante Moreno Valle sin considerar a sus afiliados.
Seguramente cuando Ranulfo Márquez llegó a Puebla y tuvo sus primeros encuentros con los compinches de Lastitri, imaginó que estaba con gente decidida a recuperar los lugares que la oposición mañosamente nos arrebató. La primera impresión que tuvo de algunos de estos priistas resultó grata y extremadamente cordial.
Al paso de los días y luego de empaparse de lo que diferentes medios de comunicación revelaban respecto a la conducta abyecta de todos estos ilustres representantes populares, parece que decidió tomar las riendas del priismo poblano, al percibirlo tan desfasado y ajeno a su compromiso partidista.
Desde luego que ante la inminente revelación de los motivos por los cuales dirigentes y diputados tricolores estaban tan a disposición de Moreno Valle —motivo$ de má$ de cuatro cero$ a la derecha, por supuesto—, como ha trascendido gracias a los comentarios de los propios involucrados o por alguna columna donde se hace referencia a que Lastiri Quirós tiene una inexplicable cantidad de dinero en su cuenta personal por concepto de una indemnización institucional que él debía entregar a un exempleado.
Una situación que al parecer sigue en proceso de investigación. A menos que el implicado en cuestión se mantenga manso y menso ante cualquier imposición que provenga de Casa Puebla o de Gobernación.
Tal vez a eso se debe su inoperancia, su parsimonia y hasta su genuflexa aquiescencia a todas las indicaciones, iniciativas y propuestas de Moreno Valle.
Visto lo anterior y con la complicidad de quienes supuestamente dirigen a la CNOP, a la CNC, y demás sindicatos y organismos adheridos a la estructura tricolor, es evidente que el PRI no tiene forma de ganar una próxima elección con semejantes representantes populares.
Ranulfo Márquez trae una larga trayectoria y una gran experiencia político-administrativa y partidista ¿Qué le puede uno contar? Sin embargo, no faltaron los que apostaron a verle la cara de “what?” una vez que supieron que llegaría a hacerse cargo de nuestro destino partidista.
En menos de dos meses ya sabe quién es quién en la política poblana y lo que puede esperarse de cada uno de ellos.
Tiene información objetiva y también tendenciosa de aquellos que quisieron guardar su desleal proceder en la pasada campaña electoral.
Sabe de qué pata cojean todos y cada uno de los priistas con cargo y sin él, dentro del Directivo Estatal. Percibe claramente quién lo intenta sorprender contándole historias que no se ajustan a la realidad que la sociedad, priista y no priista, percibe en la actitud “chaquetera” que Lastiri y sus compinches sostienen ante el nuevo sexenio.
Una actitud vergonzante, ridícula y de pena ajena. Ranulfo Márquez ha percibido además que, salvo Manuel Bartlett Díaz, no hay un exgobernador poblano que tenga peso moral y reconocimiento social como para considerarlo un ejemplo a seguir.
Con semejante situación, las cosas pueden complicarse si no se toman cartas en el asunto. ¿Cómo? Buscando entre los priistas a gente dispuesta a reivindicar lo mucho de bueno que los gobiernos tricolores aportaron a esta entidad.
Impulsando a gente ubicada en el contexto que, como oposición responsable debemos asumir frente a un expriista ahora mutado en neopanista.
No es una cuestión de herencias revolucionarias, menos cuando priistas de viejo cuño heredaron a sus juniors la cultura del oportunismo, del chapulinísmo, la genuflexión ignominiosa y demás prácticas indignas, a fin de tener un cargo público. ¡Bonitos ejemplos a seguir! Ante este panorama, la tarea de Ranulfo Márquez es bastante complicada.
Especialmente cuando no debe saber qué hacer con tantos nombramientos tan insulsos como absurdos, como el de los 300 secretarios generales adjuntos (¿?) que ni pichan, ni cachan ni dejan batear.
Si ese es el patético concepto de inclusión que “Rastiri” tiene en favor de la unidad priista, ahora entendemos por qué nadie se compromete ni trabaja.
Con tanta incompetencia e inoperancia, egos estúpidos y traidores incrustados en la estructura del tricolor, el trabajo del delegado se antoja bastante tenso y difícil de lograr, para placer de nuestros enemigos políticos y del gobierno aliancista. Solo resta desearle éxito en su empresa como buscador de talentos priistas.