Uno de los temas que ha despertado más enojo en el mundillo de la gente de letras es el estado deplorable en el que está sumida la Casa del Escritor.
La comunidad cultural ha reprobado una y otra vez que, por incompetencia o desinterés de su actual director, se perdieran los objetivos que motivaron su nacimiento y hasta el brillo de su primera etapa.
El establecimiento de una casa ex profeso para alojar a escritores perseguidos en sus países de nacimiento, por sus ideas o trabajo, o por ambas cosas, pusieron a Puebla por un momento a la vanguardia no sólo en México, sino en el mundo.
Hay que decir también que es un hecho feliz que hasta ahora sólo dos personas hayan requerido de la hospitalidad de la casa. El palestino Riad Beidas y el cubano José Prats Sariol.
Digo “feliz” porque en plenos albores del siglo XXI no es ninguna honra para el mundo que todavía las personas sean perseguidas por pensar y escribir.
Pero en el fondo el malestar de la comunidad de las letras no sólo es por la inanición en la que se encuentra sumida esa casa. Los escasos talleres que sobreviven distan mucho de la calidad que caracterizaron a los de antes, porque los maestros de prestigio fueron echados.
El malestar es también porque su actual director, el señor Martínez Garcilazo, es además el responsable de Literatura del ahora llamado Instituto Estatal para la Cultura y las Artes, en la que tampoco ha hecho nada.
A cinco meses de la nueva administración, dicen unos y otros, no han publicado libros ni organizado actividades dignas de mención. Cuando Sergio Pitol estuvo a punto de regresar a Puebla, Garcilazo se encargo de ahuyentarlo.
Pero el colmo fue que en el pasado Festival Internacional Palafoxiano, la literatura fuera la gran ausente en el nutrido paquete de actividades del que estuvo integrado.
¿Por qué? Porque seguramente al director de Literatura le parece irrelevante todo lo que tiene que ver con literatura. O porque considera que la literatura no es cultura.
Por ejemplo, una de las acciones que ha dado más renombre a Puebla en el mundo de las letras es la entrega del Premio Latinoamericano de Cuento “Edmundo Valadés”.
Sin embargo, para esta edición la convocatoria salió con cinco meses de retraso, pues debió de haberse publicado en los días de enero, y no hasta ahora. Esa actividad es responsabilidad del área de Literatura.
Ignoro si el gobernador Moreno Valle sabe que dicha convocatoria se distribuye en fotocopias de papel bond, de muy mala calidad, manchadas, con una letra tan pequeña y oscura que es preciso de una lupa, y es repartida por los policías de guardia en los pasillos de la casa.
En los días previos al 4 de julio, el señor Martínez Garcilazo, en un acto de fe, puso por escrito que su voto seria por el PRI porque el PAN no tenía proyecto de cultura.
Al cabo de los meses, y como marchan las cosas en la casa y en Literatura, por primera vez algunos miembros de la comunidad cultural acaban por otorgarle el beneficio de la duda a dicha afirmación, y al observar lo que pasa, dicen “puede que sí”.
El señor Martínez Garcilazo y el puede que sí
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