Es increíble cómo hay gente a la que le gusta el sabor del engaño. Gente que siempre ha vivido con reglamentos propios de la doble moral. Gente que busca demostrar éxito, fama, esnobismo y una vida llena de excesos y lujos que está muy lejos de tener en realidad. Gente que alguna vez tuvo mucho —vía herencia familiar— y que debido a una pésima administración de bienes y malas estrategias financieras, llevaron a la bancarrota a muchas empresas familiares en boga.
¿Le suena conocido el tema?
Seguro que sí, especialmente cuando aquellos “niños bien” que conocimos como compañeritos de escuela, con los años pasaron a convertirse en verdaderos “ninis”, otrora denominados “juniors” o “pirruris”.
Esos “ninis” que ayer los veíamos superprotegidos por sus papis —que no dudaban en darles todo lo que estuviera en sus manos— se convirtieron en auténticas lacras sociales pero recubiertos como doña Blanca, en oro y plata. Es decir, petimetres defraudadores y chantajistas de cuello blanco.
Ernesto Cordero es uno de estos “niños bien” que luego de dejar la pubertad —donde algunos conocidos dicen que ya era chocosito y odioso— pasó al ITAM y se marchó a Pennsylvania, y de ahí se inició en la administración pública federal con Fecal en la Secretaría de Energía, lo que obviamente le “invitó” a inscribirse como panista en activo.
Es decir, el novel panista que se registró apenas en el 2009 quiere ser presidente de este país nada más porque su jefe-jefecito, así se lo ha dicho. ¡Qué tal! Bien dicen que la ignorancia y el cinismo son temerarios, pero que el resto de sus compañeritos de partido no diga algo al respecto, parece muy lamentable.
Cuando nunca se ha conocido la carencia y los dinteles de la desesperación laboral, porque siempre hubo un papito salvador que te diera para tus gastos más ñoños —como en el caso de este novicio— es fácil llegar a instalarse en una oficina pública en calidad de jefe, sin saber una “J” de lo que el área bajo su responsabilidad entraña.
Por suerte para los panistas que arribaron al poder desde el 2000, los priistas les habíamos dejado la mesa puesta. Más de 75 años construyendo —con yerros y aciertos— la columna vertebral de este país. Todas las instituciones habidas y por haber en beneficio de los más necesitados, ya estaban creadas. Estos oportunistas del poder llegaron sólo a cubrir con su trasero los cálidos asientos que una jefatura bien trabajada con antelación les dejó.
Con absoluta carencia de oficio político y sólo armando redes de complicidad, tomando como base mantener sus estándares de doble moral, los blanquiazules han cometido el mismo error que sus padres cometieron cuando heredaron fortunas de sus abuelos, hechas gracias a los acuerdos y convenios que tenían con los gobernantes priistas. ¿Cuál?
El dilapidar todos los recursos públicos a su alcance (materiales, económicos y humanos) en ensalzar sus egregias personitas. De ahí que los veamos, los escuchemos o los encontremos hasta en la sopa. Pero en el caso de Ernestito (insisto: ¡Ah! La importancia de llamarse Ernesto, dijera Oscar Wilde), a quien como en el libro homónimo pareciera que disfruta más haciéndose pasar por otra persona, o literalmente cambiándose de nombre (ya sabe usted por cuál), con tal de lograr sus objetivos y metas.
Para muestra, basta oírlo hablar en sus últimas presentaciones como secretario aún de Hacienda, cargo que bajo el pretexto de dejarlo colgado en el perchero sábados y domingos, sale a proponer a un grupúsculo de oyentes arreados que necesita de su apoyo porque esta seguro de que será el sucesor de Fecal.
¡Hágame usted el recaón favor! El tipo que ya rebasó los 40 cree que tiene todo para ser presidente de la República. ¡Vaya temeridad! Y la culpa es de los mexicanos que votaron por un Foxichente que era más bestia que un pájaro Bobo.
Y peor aún, es culpa de quienes votaron por segunda vez por otro grandísimo animal con síndrome de espongiforme bobino como Fecal. Cierto que los priistas tenemos también mucha culpa por hacerles el caldo gordo a estos nefastos en el poder.
Luego de ver la pésima estrategia hacendaria con la que México ha sido chicoteado por estos depredadores del poder público, los mexicanos debemos y estamos obligados a ponerles un alto a estos usurpadores ungidos en olor a santidad, come santos y cagadiablos que se han dedicado a medrar y medrar los recursos naturales, públicos y sociales de este país.
Cordero se llena la boca pidiendo apoyo para ser candidato oficial al presidente de la República, cuando ha sido el artífice demoledor de nuestra economía familiar.
Cuando por culpa de él no se han podido crear más empleos, porque el tipo cree que los mexicanos podemos vivir con 6 mil tristes pesos. Cree que con eso alcanza para casa, comida y sustento, vacaciones y escuelas privadas. ¡Jajaja! De veras que hay que tener muy poca… consideración a la vida para hacer comentarios tan estúpidos como ése. Y para mayor proeza el tipo ha tenido a bien aumentar mes a mes la gasolina con el fin de llegar a los 15 pesos al término del año. ¿Qué tal? Así o más incompetente e insensible el tío.
Y Rafagober apoyándolo con todo. Ver para creer y cuidar, ¿eh? Porque el que con lobos anda, a aullar se enseña.
Lo imperdonable de Cordero es que además de ignorante sea desmemoriado al externar que en diez años de gobiernos panistas (son 11) han recogido el tiradero (¿¿??) y que hemos avanzado por el camino correcto.
¿Perdón? ¿Cuál camino? El del narcotráfico, el desempleo, la falta de incentivos fiscales, el de más impuestos, gasolinazos, inseguridad pública nacional.
¿Cuál camino correcto? Hemos ido para atrás de manera pasmosa y peligrosa. Cordero es la clara representación del Anticristo, ya que él mismo se jacta de querer reconquistar el corazón de las familias mexicanas, creándoles ilusiones. ¿Qué tal?
Así lo dijo en el pasado fin de semana en Guanajuato y lo seguirá repitiendo en corto. ¿Cínico o lerdo? Juzgue usted. Pero cada vez que este tipo abre la boca, prende un incendio.
A Cordero le urge un bombero de planta. Y un médico psiquiatra también.