No cabe duda, la vida pública siempre está llena de sorpresas. Unas buenas y otras muy malas. Pero lo relevante del asunto, es que sepas salir siempre avante de los cuestionamientos —muchas veces infundados—, que la opinión pública hace respecto al desempeño de quienes trabajan en como servidores públicos.
El sexenio morenovallista empieza a aterrizar luego de que llegó con un equipo que se ubicaban entre ángeles y serafines. Nadie podía bajarlos de su nube y era materialmente impensable hacerles una crítica —de cualquier índole—, sin que se sintieran más que enojados y dolidos.
Los últimos acontecimientos en la entidad han colocado a Moreno Valle y su gabinete en un papel bastante expuesto. Especialmente luego de haber cacareado a todo pulmón hechos y acciones que en cien días de nueva administración, ni con “varita mágica” hubieran logrado concretar.
Todo se ciño al contesto mediático mientras lo mero bueno, se empezaba a dar en el interior del estado y en las principales ciudades poblanas. Es decir, mucho ruido y pocas nueces.
El talento que presumían los bostonianos en turno se puso en tela de juicio luego de las metidas de pata —por inexperiencia y hasta por soberbia— que los nuevos secretarios cometieron.
Pablo Rodríguez —muy guapito y simpático—, se dejó llevar en más de una ocasión por su pasión electorera morenovallista. De ahí que la Feria de Puebla no resultó la cereza de un pastel en la celebración del CXLIX aniversario de la Batalla de Puebla.
Así que nos hicimos acreedores —como poblanos anfitriones—, de durísimas críticas que no sólo provenían de los medios, sino de los propios grupos empresariales y de la ciudadanía que se quedó frustrada ante la pésima capacidad para mantener este inmueble en perfectas condiciones para ofrecer comercio y espectáculos de primer nivel.
La titular de Sedeso fue vapuleada y puesta en evidencia por gente de su propia filiación partidista, al armarle un expediente que pudo haberla llevado a la cárcel por delitos del fuero federal.
Una situación que logró librar gracias al tráfico de influencias —pésimamente considerado por la sociedad—, que la señora utilizó a fin de no ser encarcelada pese a todas las sospechas fundadas que había en su contra. Un asunto que esta administración tendrá que cargar y pagar en su momento, ya que la ciudadanía “no perdona” la impunidad de nadie.
Por otro lado, la inseguridad que cada día pareciera crecer más y más, no sólo en el interior del estado —las broncas en municipios como Palmarito Tochapan, Tehuacán, Izúcar de Matamoros, Atlixco o San Martín Texmelucan, entre muchos otros—, no dejan de causar temor ante la embestida que el crimen organizado empieza a tramar en esta entidad otrora ejemplo de tranquilidad y vida pacífica.
Lo peor es que en nuestra ciudad capital, las cosas han rebasado límites a tal grado que ya no hay respeto ni siquiera por los derredores de Casa Aguayo, despacho oficial del secretario de Gobernación, quien —según su rango— debería ser el hombre mejor informado de la entidad y es quien tiene la responsabilidad de mantener la gobernabilidad y la paz social.
Fernando Manzanilla Prieto lamentablemente se reestrena con un golpe del crimen organizado frente a su despacho. Antier presentaba su programa sectorial “Paz social y corresponsabilidad”, cuyo objetivo esencial está en hacer una Reforma integral a la política de Puebla, buscando transformar a la Policía Auxiliar en policía de protección ciudadana, entre otras acciones relevantes para este sexenio.
Penosamente hoy sabe que su proyecto quedó exhibido como inoperante luego de lo que la mañana de ayer sucedió justo en sus narices. La forma con la que los sicarios actuaron con el fulano ultimado, la vestimenta y el vehículo robado que emplearon, denota que la ejecución llevaba mensaje: “En Puebla no hay quien nos detenga”.
Hace unas semanas, la salvaje muerte de la tía de los artistas poblanos conocidos como los Mascabrothers Ortega, revivió el increíble episodio vivido frente a uno de los fraccionamientos más nice de nuestra ciudad: La Vista, donde un par de ladrones asesinaron a mansalva a un exmilitar que supuestamente quisieron asaltar. Lo curioso del caso es que también le dieron tiro de gracia.
Y que tal el caso de la chica que vivía por Flor del Bosque y que fue literalmente masacrada al llegar a su hogar frente a sus padres, quienes intentaron llevarla mal herida a un nosocomio y fueron perseguidos por los mismos sicarios hasta que le dieron también el tiro de gracia ¿De qué demonios se trata esto? ¿Qué ha pasado con nuestra ciudad y con nuestro estado?
Porque ahora, justo ahora que ya pasaron cinco meses de un nuevo sexenio-aliancista y que los miembros del narco y organizaciones criminales ya  sabían siete meses atrás, que llegaría otro tipo de gobierno vinculado al PAN, ¿porqué han desatado su furia entre los poblanos?
Donde quedan las estrategias que los “ultra expertos” en seguridad nacional y espionajes llegados junto a Ardelio Vargas, ¿no han operado? ¿Quién tiene la culpa?
Manzanilla Prieto por no mantener la tranquilidad y paz social que antier comprometía con harta seguridad, o Ardelio Vargas, que se vendió como el nomplusultra de la seguridad para este sexenio.
Más allá de la mucha o poca cooperación que la sociedad comprometa al gobierno en turno —porque ellos abrieron los ojos para que Moreno Valle fuera gobernador—, la responsabilidad directa e inmediata, es de quienes están en calidad de “señor autoridad”.
Moreno Valle está haciendo su papel político cuidada y pulidamente, pero el resto de su gabinete parece no entender esa dinámica de excelencia pública que él quiere imprimir. A estas alturas ha hecho cambios inimaginables en su equipo de allegados y parece que habrá más, obedeciendo a sus compromisos de campaña y sus deseos por coronarse como el mejor gobernante de la entidad, seguro que el debate interno que vive no lo deja dormir en paz.
Estos ventarrones seguramente lo irán ubicando en su realidad político-administrativa. No cuenta con gente del mismo nivel que él. Ni intelectual ni político. Ergo, tendrá que aprender a superar inconvenientes y a trabajar con ineptos que se vendieron como “masters” pero que del servicio público no saben un carajo.
Las aguas tomarán su nivel y probablemente el próximo año si sepamos que esperar de este sexenio. Antes resulta abyecto y lastimoso ver como se arrastran y le cantan a la clase política en pleno. Lo mismo líderes de cámaras —que ya rebuznan por la posible imposición del reemplacamiento—, que por dirigentes y legisladores de todos los partidos políticos.
La falta de una oposición responsable hizo que los morenovallistas recién estrenados se sintieran cuasi deidades. Los golpes recibidos y no por cortesía de los medios locales —muchos ya chayoteados, con la pena—, los harán pisar tierra de nuevo.
Los contrastes del sexenio se vivirán a madrazos y sin tersuras. El precio del deber.