Puebla empieza a descubrir que ni abriendo los ojos a un nuevo gobierno se logra erradicar actos de corrupción ni de omisión por parte de quienes se han erigido como sus autoridades.
La penosa situación por la que atraviesa la gente de San Martín Texmelucan resulta desoladora, toda vez que no hay respuesta de parte de los responsables del derrame de combustible de petróleo en la zona.
Como si hubiera surgido el derrame por generación espontánea, los titulares de áreas federales competentes como Pemex y Sagarpa, hacen como que la Virgen les habla. De poco o nada ha servido la llegada a Casa Puebla de uno de los incondicionales de Fecal.
Los grandes amigos que juraron apoyar en un tris al gobernador aliancista Moreno Valle han dejado el problema a la deriva. Lo que la gente de la zona padeció en el pasado mes de diciembre no fue suficiente como para sensibilizar a estos infelices funcionarios que estaban más preocupados por ver los goles del “Chicharito” contra Honduras, que atender la peligrosa situación que este derrame causó una vez más en San Martín.
La declaración de suspensión de clases no es una medida trascendente como para evitar la contaminación ambiental y de salud que este derrame genera a la población del lugar.
Mientras la titular de Medio Ambiente se pasea por Ginebra —seguro para ver cómo mejorar la ambientación de su negocio familiar (Africam Safari)—, los texmeluqueños rezan porque no haya otra desgracia como la de diciembre. Los funcionarios de esta administración no entienden que su responsabilidad les impide tener las bondades de una vida sin presiones laborales institucionales.
La insensibilidad de otros —como el subsecretario Barceló—, lejos de tranquilizar a la población, la enardece ante su poca solidaridad ante el peligro que los asecha. Y ni qué decir del director de Protección Civil, quien se ha caracterizado por su arribismo y deslealtad, así como por ser aprendiz de todo y oficial de nada.
Con este tipo de funcionarios, es obvio que el sexenio morenovallista no cuente con el apoyo real de la población que creyó en sus promesas de campaña. Para acabarla de amolar, la situación económica que el estado atraviesa contrasta con la feliz imagen que ante los medios nacionales se pretende vender.
¿Y los mototaxis?
La cantidad de desempleados ha orillado a centenares de individuos a invertir lo poco que les queda para iniciarse como parte del comercio informal. Uno de esos negocios dio pauta al surgimiento de los hoy cuestionadísimos mototaxis, que ya pululan por varios municipios de la entidad.
Un tema que se ha politizado por la mezquindad de quienes se dicen representantes populares y hacen todo menos cuidar los intereses de los ciudadanos.
Más allá de quienes han monopolizado este tipo de transporte, la realidad es que este negocio ha logrado paliar en poco con la desesperanza económica que priva en varios hogares poblanos a raíz de la llegada del morenovallismo al poder.
Basta con recordar que de la manera más dolosa e improcedente, los funcionarios de reciente ingreso tomaron la infortunada decisión —según ellos por indicaciones del gobernador electo— de despedir indiscriminadamente a cuanto servidor público les apeteciera, valiéndoles gorro si tenían o no una trayectoria institucional probada. Las filias y fobias que el cambio de sexenio dejó, llevaron a una tensión laboral en toda la entidad, misma que se ha pretendido cubrir —con evidentes incompetencias— con personal traído de otros estados, quienes además desconocen las mínimas funciones operativas de las áreas que les fueron designadas. Anyway!
El caso es que esta circunstancia llevó a que el negocio de los mototaxis creciera de forma importante, causando prurito en los grandes concesionarios del transporte así como en los ignorantes funcionarios públicos recién nombrados.
Es obvio que nuestra entidad aún tiene grandes rezagos en materia de comunicaciones y transportes, lo cual hace viable el surgimiento de este tipo de trasporte en zonas conurbadas y en municipios semiurbanizados.
Es un negocio lícito y que genera ingresos —bastante ralitos, por cierto— para quienes se dedican a ofrecer este servicio.
La actitud harto politizada de quienes siempre quieren ver lo negativo en lo que se hizo en el sexenio pasado, denota miopía y limitaciones políticas que no vienen al caso.
Para quienes gustan de chifletear respecto al tema buscando inculpar como vividores del anterior sexenio, hay que recordarles que este tipo de transporte se origina a petición expresa de varios presidentes municipales, siendo en su mayoría de extracción panista y guiados por el exdiputado Óscar Anguiano.
Una petición basada en la autonomía municipal que les permite a los ediles otorgar los permisos necesarios para que sus municipios cuenten con mejores condiciones de vida para sus habitantes, por lo que no tienen por qué ser considerados como prestadores de servicio fuera de la ley.
No son concesiones, son permisos. Permisos de un transporte que debe ser reglamentado por los propios ayuntamientos y sin afectar las rutas del transporte público ya autorizadas —ahí si— por la SCT.
Burros y ciegos quienes NO lo quieran entender. Desaparecer este tipo de transporte que hace eficiente la calidad de vida en municipios, poblaciones semiurbanizadas o en juntas auxiliares denota una mezquindad inconmensurable.
La factura a pagar
Este tipo de acciones desconsideradas para la población tendrá sus reacciones en pocos meses. Si a esto sumamos la falta de credibilidad de Fecal en todos los ámbitos —ha fracasado en sus programas de salud, educación, seguridad pública, economía, transparencia y la más cuestionada: creación de empleos—, no extraña el reposicionamiento del priismo en el territorio nacional.
Es lamentable que un gobernante con la dinámica de Moreno Valle —que hay que reconocerle en lo personal— no sea compatible con la inoperancia, la inexperiencia, ineptitud y soberbia de varios de sus flamantes secretarios.
Más lamentable resulta que teniendo los contactos y afectos de los poderosos en la Federación, no le brinden los apoyos inmediatos para demostrar su capacidad de respuesta ante los poblanos.
La imagen que proyecta mediáticamente es la de un gobernador innovador e hiperactivo, con mucho mundo y altamente relacionado con gente de poder. Luego entonces, ¿por qué tanta ineficiencia y yerros tan burdos?
Ojalá atienda los comentarios, análisis y críticas que se hacen de determinadas áreas. La gente ya no se traga el cuento de que todo el rezago es culpa del sexenio pasado. La gente no quiere explicaciones, quiere resultados.
Este sexenio se vendió como lo más granado y eficiente de la política administrativa. Por eso lo eligieron, no para oír justificaciones de lo que no pueden hacer. ¿Quién responderá por la falta de respuestas ante necesidades reales?
¿Quién responde por las omisiones institucionales?
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