La campaña por la sucesión en la Universidad Autónoma de Puebla ha iniciado.
O al menos así lo quiere dar a entender el eterno “suspirante” por la rectoría, el badboy Guillermo Nares Rodríguez, pues ha iniciado campaña desde su reducto en la Facultad de Derecho.
Ahora ante sus pocos seguidores se autonombra “el verdadero candidato de izquierda”. Algo así como el López Obrador uapachoso. Hay quienes aseguran que ya hasta prometió bajar las tarifas del transporte público estudiantil.
Y es que también les asegura que está muy cercano al gobernador Rafael Moreno Valle, que presume su amistad cercana con el secretario de Economía, Pablo Rodríguez Regordosa.
Lo cierto es que al parecer ya se le olvidó que de igual manera presumía su amistad con el ahora excandidato priista a la gubernatura, Javier López Zavala.
Esta estrategia simplemente no está pegando ni con los jóvenes de su facultad, quienes dicen unos a otros “¿tu le crees a Nares?... yo tampoco”.
Otro quien se está ganando las críticas es también es el director de Relaciones Internacionales, Rafael Hernández Oropeza, quien junto con un grupito ha iniciado una campaña para posicionarse para la próxima administración.
Y claro, como no aspira a la rectoría coquetea con todas las figuras universitarias, para quedar bien y asegurarse la chamba un tiempecito más; por lo tanto, ha comenzado a operar en las distintas unidades académicas de la UAP para tomar fuerza.
Su discurso es similar al de Nares Rodríguez, y promete que cuando sea el momento de la sucesión, con su apoyo también tendrán el de Rafael Moreno Valle y les irá más que bien.
¿Usted le cree al exdogerista?... yo tampoco.

La anécdota de la semana
A quien se le subió la curul a la cabeza fue al diputado panista Mario Riestra Piña, durante el concierto de Juan Gabriel apenas el sábado pasado.
Todo porque se le ocurrió por sus pistolas sentarse en la fila cuatro, casi casi donde se podía oler el perfume del “Divo de Juárez”, o cacharlo por si se volvía a caer.
Pero los boletos del diputado eran de la fila “O” varios metros para atrás, por lo que al llegar los verdaderos dueños de los lugares, tuvieron que retirarlo.
El problema no hubiera pasado a mayores sino es porque el representante del pueblo trató de mover sus influencias para quedarse con los lugares a como diera lugar.
Esto motivó que la gente que estaba en los alrededores se molestara y le gritaran que se fuera, que dejara las sillas que simplemente no le correspondían.
Ante la presión del público, al diputado no le quedó de otra que irse a cantar “La Diferencia” unos cuantos lugares más atrás, por lo que se quedó con las ganas de ver de cerquita a “Juanga”.