Debería darnos vergüenza, y mucha.
Y no lo digo porque mundialmente los mexicanos quedamos como unos perfectos calenturientos, sino que además, los ya famosos integrantes de la selección Sub 22, pese a saber que violaron el reglamento por introducir prostitutas al hotel, arman tremendo pancho a la administración por el presunto robo de ipods, ipads y cámaras.
Neta, eso es ser muy, pero muy imbécil.
Para pocos es una noticia que algunos de nuestros futbolistas y no solamente seleccionados puedan tener debilidad por el sexo que se paga —aunque mi papá tenía la teoría que “el hombre siempre paga por sexo, pero que con profesionistas es más barato.”
Los constantes viajes, la distancia, el estrés, la posibilidad económica y por qué no, las necesidades biológicas, pueden ser muchas de las justificaciones que tengan estos ca… balleros.
Sin ponerme a analizar la irresponsabilidad de los ocho jugadores, pues esa no es la intención de este texto, la verdad es que es de pena ajena que todavía se pongan flamencos y traten de culpar a otras personas del robo y todavía salir librados de su desmadre.
No tengo idea si los mexican boys no pensaron que además de spa, gimnasio, alberca, tiendas y hasta casino, las instalaciones del Hotel Quito, por cierto catalogado dentro del sector turístico de Ecuador como uno de los cinco mejores del país junto con el Marriot, Sheratton, Swissotel y el Hilton, también tiene cámaras de video en los pasillos y funcionan las 24 horas.
Denunciar el robo y exigir de manera arbitraria, según dice el propio personal administrativo del lugar, la recuperación de las pertenencias robadas o en su caso el pago de las mismas, no sólo implicaba analizar los videos para aclarar el presunto delito, sino evidenciar su fiesta privada.
¡En qué cabeza cabe!… dirían las mamás.
Se los chamaquearon, ni hablar.
Y por andar haciéndole a la víctima, a los muchachitos les salió el tiro por la culata y no sólo se quedaron sin ir a la Copa América, sino la suspensión de seis meses fuera del campo y la multa de 50 mil pesos, lana con la que pudieron comprarse sus juguetitos electrónicos nuevos y de última generación y hasta contratar a otras “amigas” en Argentina donde se llevará a cabo el torneo.
Por su parte, el Hotel Quito analiza la posibilidad de denunciar a los futbolistas por el daño moral, pues mientras se descubría el chistecito de los niños, el prestigio de la empresa se vio empañado con el escándalo y una veintena de reservaciones fueron canceladas.
Eso sí, lo bailado nadie se los quita, pero ojalá alguien les quite lo güeyes, ¿no?
Además de calientes…
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