Vaya tarde la de ayer. Éxitos ya esperados en las elecciones de Nayarit, Coahuila, Hidalgo y el Estado de México. Los priistas de estas entidades se pusieron las pilas y ubicaron perfectamente que de no salir a votar, la posibilidad de regresar a Los Pinos era casi nula.
Más allá del patético y decadente trabajo que los panistas en el poder han realizado en los últimos once años, la realidad es que la ciudadanía y los propios tricolores estamos concientes de que la derecha en el poder ha sido un auténtico fraude hasta para sus seguidores.
Las estrategias inoperantes y poco eficientes de Fecal llevaron a la ciudadanía de estas entidades, a no permitir que se siga abusando tan descaradamente de la buena fe de quienes dejamos en manos de unos cuantos la gobernabilidad de nuestro país.
Es muy fácil pararse en una tarima y aventarse un rollito ramplón para atraer a las masas y llenarlas de palabras huecas y sin sustento. Si bien es cierto, la política incluye este tipo de ejercicios no por ello se tiene que lograr que tus oyentes fantasean en un estado utópico donde lo último que verán, una vez ganada una elección, serán los radicales cambios prometidos en campañas.
Nadie tiene varitas mágicas para transformar de la noche a la mañana la vida de millones de ciudadanos sumidos en la incertidumbre económica, laboral, educativa y de seguridad como ahora lo vivimos.
La demostración electoral que ayer se vivió denota el hartazgo de quienes fueron timados en elecciones pasadas por inescrupulosos politiquetes que haciendo gala de sus relaciones de primer nivel compraron espacios en diferentes medios de comunicación y se dedicaron a comprar la presencia de gente de todos lados, para que les hicieran el caldo gordo en diferentes eventos públicos. ¡Viva el autoengaño!
Las descalificaciones en Coahuila, Nayarit y en Estado de México estuvieron a la orden del día. Más de parte de los panistas y perredistas que notaban con claridad la tendencia que la población empezaba a mostrar con sondeos callejeros y simples.
Es muy fácil salir con el típico garlito de “hubo elección de Estado” para justificar lo que no se puede justificar. El PAN en el poder ha visto solo para los suyos, especialmente los más allegados. Nada para los ingenuos que en su momento votaron por la novedosa opción que les ofertaban.
El incremento de pobres, de desempleados, de migrantes, de carentes de servicios en salud, educación y apoyos sociales se incrementó brutalmente. Pero sin lugar a dudas, lo peor que nos pudo pasar en estos años fue la incertidumbre que empezamos a padecer ante la estúpida y mal trazada guerra contra el “narco” y el crimen organizado.
Una situación que no solo polarizó sectores sociales, sino que enfrentó a gente del propio PAN con sus autoridades.
Un tema que no se ha podido resolver y que no deja de evidenciar la nula experiencia —o la complicidad implícita— de quienes se encuentran al frente de la PGR, de la Secretaría de Seguridad pública y todos los organismos inherentes al tema. Peor aún, la responsabilidad directa del propio Fecal quien se ha visto omiso y hasta complacido con la cantidad de muertos que este enfrentamiento estéril ha dejado.
Lástima que estas confrontaciones tan dolorosas hasta para los propios integrantes del Ejército y la Marina no arrojen los “alentadores” resultados que pomposamente exhibe Fecal y sus esbirros ante la prensa extranjera o en cuanto foro, fuera del país, ofrecen.
Mentir ante ellos vale gorro cuando los mexicanos padecemos estas tragedias tan de cerca. Más de 40 mil muertes absurdas no justifican el regenteo que Fecal hace de nuestras otrora gloriosas instituciones públicas. Ni siquiera sus allegados pueden explicar con claridad todos los yerros y las desgracias que México ha padecido desde que el panismo llegó a Los Pinos.
El triunfo arrollador de los candidatos de Coahuila, Nayarit y Estado de México solo denota que los mexicanos estamos listos para hacer otro cambio de estafeta y regresar la confianza a quienes han demostrado con hechos el interés que tienen por ver un México seguro, estable y tranquilo.
Varios priistas poblanos se involucraron en estos procesos y hoy disfrutan la dicha, ajena pero dicha al fin, de quienes sí lograron ganar sus elecciones. Una lección para los infelices desleales que traicionaron al PRI en nuestra entidad.
Una lección para aquellos que ahora pugnan por el borrón y cuenta nueva. ¡Momento! Quien olvida su pasado, está condenado a vivirlo dos veces en carne propia. No hay que olvidar lo que vivimos en Puebla, tenemos que ubicar bien cuáles fueron los errores y donde tenemos que modificar conductas. No se trata de chillar por lo que no pudo ser, como algunos zopencos argumentan cuando insistimos en poner el dedo en la llaga; se trata de tener claro con quienes sí se cuenta para ganar una elección. Se trate del candidato que sea.
La unidad es básica, pero esta no puede existir mientras los desleales y oportunistas que nos hicieron perder las elecciones pasadas, sigan teniendo cargos relevantes en el partido. Es como seguir guardando manzanas podridas en el mismo frutero donde colocamos las recién cosechadas.
Tener memoria es un privilegio que solo los sabios cultivan. ¡Ojo! Y muchas felicidades a los tricolores de cepa!