Tras lo sucedido en las elecciones de 2010 y 2011, no cabe la menor duda que la única fórmula para pelearle al PRI, es a través de los engendros políticos a los que “cariñosamente” les llaman alianzas.
Los éxitos electorales más sonados, fueron los del 2010 a través de las alianzas entre la izquierda y la derecha, a diferencia de la debacle de este domingo.
Así las cosas, si algo debe dar vueltas en la cabeza del presidente Calderón, es la necesidad de concretar esa alianza, en el entendido de que las condiciones para su partido son desfavorables.
El 5 a 1 de Eruviel Ávila sobre Luis Felipe Bravo Mena en el estado más poblado del país, los deja muy mal parados para negociar la alianza.
Es tan grave la crisis del PAN, que en este momento los azules tendrían que declinar el poner candidato, y eso definitivamente no estaba en los planes de Felipe Calderón.
Y si a esto sumamos, el factor López Obrador, la elección presidencial se pone color de hormiga para panistas y perredistas, mientras que para el PRI la mesa parece estar puesta.
Calderón lo sabe, si no hay alianza, su sucesor será tricolor.
Y si se concreta el engendro aliancista, las posibilidades se reducen, pero también puede ser tricolor.
Vaya angustia la que hoy atormenta al presidente.

Paloma Guillén recupera su crédito
Un año después del Waterloo priista, el recuento de los daños sigue siendo desolador para muchos, y muy prometedor para otros.
Si bien es cierto, las heridas causadas por la aplanadora morenovallista del 4 de julio pasado, provocaron la muerte política de grupos enteros, también le abrieron la puerta a otros, que por obvias razones fueron relegados durante un sexenio y a otros que sólo flotaron durante ese período.
Así las cosas, hoy son contados esos personajes priistas que tienen vida propia en lo que plantea su posible retorno a Los Pinos.
Un caso revelador es el de la exdelegada del PRI en Puebla, Paloma Guillén, quien vivió en Puebla la peor de sus derrotas.
En el peor de los escenarios planteados, nunca imaginó vivir un despertar tan humillante, como el de aquel 5 de julio de 2010.
Sin embargo, un día antes de ese aniversario, prácticamente luctuoso, Paloma Guillén logró el triunfo más representativo de su vida en Nayarit, en donde hace unas semanas nadie daba un peso por Roberto Sandoval.
Y es que en Nayarit padecieron el abandono de su propio gobernador, quien tomó una estúpida decisión, al abandonar a su suerte al candidato de su partido, argumentando que no era su candidato.
Sin dinero y sin estructura, Sandoval lanzó un SOS a Peña Nieto y a Humberto Moreira para que lo rescataran de una inminente derrota.
Así las cosas, inició la operación rescate, donde aparecieron los dos principales operadores: Paloma Guillén en lo electoral, y Jorge Estefan en el financiero.
Sólo así pudieron revertir las tendencias de una elección que tres semanas atrás, presagiaba por más de 6 puntos una clara derrota tricolor.
Lo anterior le devuelve a la señora Guillén, el crédito que justo hace un año parecía haber perdido.
Así es la política.