Las cosas como son. En Puebla no existe la famosa unidad requerida para ganar un proceso electoral como el que se avecina. Que Lastiri creé escenarios para tergiversar la realidad de lo que se vive en Puebla, en torno a su responsabilidad como dirigente, es otro de sus típicos problemas.
Para desgracia de él y sus huestes, tanto Peña Nieto como Eruviel Ávila tienen en sus manos un informe detallado de las actitudes y omisiones que tanto él como varios dizque representantes populares con el logotipo tricolor, han incurrido luego de la estrepitosa derrota que vivimos el año pasado.
Hechos que los ha puesto al descubierto frente a la clase política nacional que, en corto, han emitido sus opiniones respecto a lo que urge hacer en la entidad, antes de que terminen mimetizados con el morenolavallismo que hoy impera en nuestro territorio.
Hay quienes ingenuamente creen que un enemigo se mide por la altura de su jerarquía partidista o por un cargo de elección popular. Olvidan que el hilo revienta por lo más delgado y hay situaciones que escapan a las elucubraciones de primer nivel que presumen algunos de estos políticos tricolores en el aparente candelero.
La simulación ha sido uno de los garlitos más característicos de algunos personajes del priismo poblano. Muchos de ellos juran que con hablar bien ahora de su otrora enemigo político o despotricar en contra de su antiguo amo político, el resto quedará en el olvido. Nada de eso, señores.
Si bien es cierto que en política de grandes ligas —hágase lo que se haga—, no hay nada que sea personal. Sin embargo, la naturaleza humana no deja de ser sensible a algunas afrentas que, por supuesto, no se lavan en la tintorería, ¿eh?
La torpeza que acompaña al actual dirigente del tricolor poblano resulta inversamente proporcional al cobro de la factura que en breve tendrá que pagar. Nada personal, por supuesto.
De la misma forma que sigue operando —excluyendo y desterrando mustiamente a gente de reconocida trayectoria, y militancia tricolor a toda prueba— sus antípodas han iniciado una serie de encuentros “menores” y casi intrascendentes con los priistas de primer nivel como Peña Nieto, Eruviel Ávila, los Del Mazo y los Moreira, entre otros, para entregarles datos e informes muy puntuales de las actitudes y acciones emprendidas por estos ujieres de nuestro instituto político. Sin ánimo revanchista, exclusivamente informativo.
Desde luego, Lastiti y sus compinches no imaginan el grado o el alcance de estos acercamientos con personajes de este nivel. De hecho, en su ñoña soberbia ni siquiera imaginan que un simple mortal sin cargo aparente en la vida política poblana pueda acercarse a estos prohombres de la vida pública nacional. ¿No han pensado en nexos de familia?
¿Acaso creen que los únicos que se acercan a estos políticos son sus coleguitas del momento? ¿De veras creen que solo valen los padrinazgos políticos? ¿Y los de grado? ¿Y los lazos consanguíneos, no contarán?
De quien menos se imaginan y sin causar escándalos que dañen la reputación de nadie. Ese tipo de contactos —no exhibidos ni desgastados a lo güey— lograran su cometido.
Poner en jaque la famosa unidad y estructura que Rastriri presume y pavonea con voz estentórea y pausada, en diferentes medios de comunicación.
La investigación hecha a sus cuentas personales evidenciará los motivos de su genuflexa actitud hacia el gobernador Moreno Valle. La de él y la de varios de nuestros distinguidos diputados locales y federales, cuyos expedientes cochambrosos son la causa principal de la decadente etapa partidista por al que atravesamos en el PRI poblano.
Un hecho que varios columnistas han puesto a consideración de sus lectores, pero que una vez que son escrupulosamente revisados, se confirma.
Lo que hoy vemos entre la Gordillo y Yunes es como un presagio de lo que sucederá entre varios de estos compañeritos de partido. ¿Quién tirará más lodo al otro? En pocos días lo veremos.
A Peña Nieto, el aspirante mejor posicionado del PRI nacional, le conviene tener bien aceitada la maquinaria partidista con la que va a trabajar. Ya sabe quiénes y cómo son sus aliados no priistas.
Y lo último que desea es tener que lidiar con inescrupulosos seudo priistas, incapaces de revertir una acusación directa por daños patrimoniales, lavado de dinero, nexos con el “narco” o fraudes comprobados. Sean de muchos o poquitos pesos.
En suma, lo que Peña Nieto no desea son escándalos de ninguna naturaleza. Y menos creados por incompetentes que no superen una acusación o señalamiento mediático de semejante naturaleza.
Si bien es cierto que la Gordillo ha mostrado ser una entusiasta del proyecto de Peña Nieto, esto no significa que los priistas saquen la cara por ella. La Gordillo conoce su juego y es bastante colmilluda para defenderse solita. Tal como lo ha hecho hasta ahora. Ergo, mucho ayuda lo que poco estorba.
Si alguno de los priístas que ahora acompaña y avalan la dirigencia de Lastiri no tiene cola que les pisen, pueden sentirse seguros de pasar al siguiente nivel. Si tienen dudas de su posición, bienes y adquisiciones, se les recomienda no creerse cuasi brother de Peña Nieto ni de Moreira porque los van a desconocer.
Y con eso de que se necesitan chivos expiatorios con posiciones políticas relevantes —por aquello de requerir sangre en la arena— lo mejor sería mantenerse a raya y con un bajísimo perfil. Es más, si pueden busquen vacacionar en Siberia.
El proletariado no quiere ver quién la debe, sino quién la pague. Ahora en el PRI poblano estamos peor que en circo romano. Con tanto enemigo dentro, veremos cuántos serán lanzados a la arena. ¿Y la cacareada unidad? En espera de volverse a dar algún día.
Mientras tanto, dejemos que presuman de ella, como una utopía.
La utópica unidad en el PRI poblano
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