María Félix —La Doña— decía que todos éramos indios pero no del mismo barro, porque no es lo mismo bacín que jarro. Esa sería la explicación más clara para diferenciar a los priistas íntegros de los que adolecen de prestigio y trayectoria.
Esta diferenciación viene a colación luego que el ilustre dirigente estatal del tricolor —este muchacho Lastiri (Rastriri)— saliera con el garlito de que pese a las indicaciones del CEN del PRI vía secretario de Organización, Ricardo Aguilar, siempre sí considerarán como viable la aprobación de la Reforma Electoral que el gobernador Moreno Valle enviara al Congreso para modificar el periodo constitucional de su sucesor, la redistritación electoral en la entidad y la eliminación de dos funcionarios de primer nivel del IEE.
Eso, en virtud de que el comunicado de Ricardo Aguilar fue a título personal —¡Ah, chinitas!— y además los honorables (¿?) diputados priistas son gente de prestigio y trayectoria moral. ¿Ah, si?
Según él, no están maiceados, aunque, claro, no metería las manos al fuego por ninguno de ellos. ¿Perdón? Y entonces, ¿dónde queda la ética y la honorabilidad de sus diputados? ¿Son o no son? Porque cuando se está seguro de eso, claro que se mete las manos al fuego por cualquiera de ellos.
Pero es obvio que al igual que él —que el lunes dice no a la reforma que pretende el Ejecutivo estatal y el martes dice que siempre sí— pareciera que los diputados tricolores no tienen palabra. Ni criterios unificados.
De lo contrario, cómo es posible que el dirigente estatal se resbale de esa manera, pues al final de su cantinflesca declaración asegura que podrían ir en contra de la iniciativa porque tienen la libertad de defender sus posturas y puntos de vista. So… what? ¿Pues qué no opera en estos casos la negociación para lograr consenso entre la propia fracción? No, pues con razón cada quien jala pa´ donde puede.
Ahora entendemos por qué muchos buscan la anuencia de Moreno Valle, vía Manzanilla Prieto. ¡Carajo! De haber sabido que terminarían conduciéndose como les diera la gana, no votamos por ellos. Con este tipo de declaraciones se hace evidente que Lastiri no coordina ni sus pensamientos, ¡mucho menos a sus correligionarios!
El galimatías con el que este señor pretende amarrarse el dedo cada vez que se le pregunta el por qué de su genuflexa actitud hacia las disposiciones de Moreno Valle resultan pueriles y obvias para la clase política local.
Utilizar los típicos lugares comunes para decir que la iniciativa de reforma tiene coincidencias que interesan a los priistas, equivale a la típica perorata del politiquillo a sueldo. Con la pena.
Esto es tan real como el radical cambio de declaraciones de un día para otro. Un cambio que las redes sociales ha podido captar que se debe a la cantidad de mensajes casi sicilianos que le envían por diferentes medios, avisándole que está a dos pasos de pisar la cárcel debido a manejos indebidos como responsable de la Sedeso.
Una situación que solo él sabe si es cierta o falsa, pero que curiosamente lo cambia de humor y de definición política cada vez que salta a la palestra ese asuntito.
Si tomamos en cuenta que cuando el río suena es porque agua lleva, entonces resulta preocupante que el dirigente estatal del tricolor siga haciendo el papelazo que hace dejando al priismo local con el ánimo golpeado y cada vez más confundido. Lo mejor que podría hacer, por qué no se le puede decir “lo más digno” (obvio que ignora este concepto), es dejar el cargo que frustrantemente ostenta y dedicarse a aclarar sus expedientes administrativos. ¡Digo!
Por aquello de las recochinas dudas en su honestidad administrativa, ¿no? El asunto no es menor ni se debe dejar al garete. La incertidumbre generada por este tipo de situaciones en Lastiri —provocadas por columnistas o por otro tipo de avisos del conocimiento muy público— ha propiciado el ninguneo de cualquier acción priista.
El desprestigio y la falta de calidad moral de quienes se dicen nuestros representantes populares, con sus conocidísimas excepciones, ha permeado en nuestra militancia y en la sociedad poblana de tal forma que no hay eco ni cuestionamiento al pésimo desempeño del sexenio morenovallista ni en los ayuntamientos panistas.
Tibios y mustios reclamos apenas se escuchan en los medios ante los clarísimos abusos de poder, la ineptitud de los harvardianos venidos de otras entidades, la pugna entre yunquistas y morenovallistas (que no panistas) para ejercer recursos y poder, la inexistencia de resultados palpables (solo mediáticos) y el evidente desprecio que estos funcionarios tienen hacia las clases más necesitada. Pocos son los ciudadanos que se organizan para hacer reclamos justificados.
El garlito utilizado para culpar como movilizadores a Marín o Zavala ya resulta mítico y muy gastado. Los señalamientos a Rastriri no son a título personal como él quiere suponer. Son el resultado de su exhibicionismo rastrero hacia Moreno Valle. Es el resultado de la profunda decepción que su patético actuar ha dejado en todos los que confiamos y le apoyamos decididamente para ser ungido como dirigente tricolor sin mayor cuestionamiento.
A petición expresa de Zavala, que subió y bajó para que los consejeros políticos votáramos por él. De haber sabido… pero el tiempo pone a cada quien en su lugar. Y pese a personajes decepcionantes como Lastiri y diputadillos que lo acompañan, sí hay priistas con prestigio y trayectoria moral. Somos indios, pero no del mismo barro. Mientras ellos sigan siendo bacín, ¡otros seguiremos en calidad de jarro!