Cuando se miran los toros desde la barrera hay una sensible variación respecto a dar el espectáculo que ser espectador. Queda claro que pocas personas tienen la frialdad necesaria como para no convertirse en el más fregón de los árbitros en un partido de futbol o en el juez de plaza más conocedor.
La realidad es que estar del otro lado de la línea de fuego te lleva a modificar o a reafirmar tus conceptos sobre lo que en política pública tiene que hacerse.
En nuestra Puebla mocha y levítica se han dado movimientos políticos harto interesantes. Con la llegada del sexenio morenovallista, la confusión causada por el gobernador aliancista, al no mostrar una clara definición partidista en las esferas político-administrativas, ha generado una oleada de comentarios nada favorables para los funcionarios en trance. Sobre todo cuando llegan con ánimo revanchista y la espada desenvainada para cercenar todo lo que huela a priismo.
El problema radica cuando se topan con que entre sus convidados administrativos y legislativos hay muchísimos priistas convertidos al morenovallismo. Ergo, la confianza está en una esfera jabonosa que puede reventarse en cualquier momento.
Una situación que aparentemente tiene perfectamente controlada Moreno Valle, pero que ante la vista de la ciudadanía en general y sus propios seguidores, no es así.
La añeja pugna de los yunquistas por imponer reglas basadas en acuerdos inquisidores ha logrado desquiciar a los morenovallistas que obviamente no tienen un origen doctrinario panista. Eso pesa a la hora de ejercer el poder. De ahí que surjan filtraciones burdas y pueriles respecto a la relación entre Moreno Valle y Eduardo Rivera.
Un hecho que poco o nada ayuda a su proyecto político, ni juntos ni por separado. La visión religiosa —rayando en lo mocha— de varios de los panistas empoderados en el ayuntamiento reporta no solo incompetencia en su desempeño como servidores públicos, sino en todas sus acciones político-partidistas donde la doble moral vuelve a brillar para justificar acciones insulsas, retrógradas y poco trascendentes para los poblanos.
Conste que esta postura no solo priva en nuestra ciudad capital. De hecho, Lalo Rivera se ha mostrado imparcial y conciliador con la ciudadanía en general. Es obvio que no ha logrado ganarse la afinidad de todos los grupos sociales, pero al menos se conduce con prudencia y educación ante todos los medios de comunicación.
Eso lo salva aunque no lo exime de la responsabilidad contraída con sus votantes para resolver temas tan elementales como la falta de relaminación y bacheo de casi toda la ciudad.
Esos hoyancos mortales que le cuestan más que el pago de neumáticos. Le está costando la credibilidad como autoridad municipal. ¡Aguas!
Con respecto al terrorífico desempeño de los servidores públicos estatales, hay que establecer una vez más que Moreno Valle va a tener que resignarse a paliar con amigochos y recomendados que sirven para un carajo. En principio, porque la mayoría no son poblanos, lo cual les quita un peso moral importantísimo y por lo tanto les vale madres quedar bien o mal.
Por otro lado, la desconfianza vive en el ánimo de Rafagober. ¿Por qué? Pues porque en el fondo él sabe quien es quien en la entidad. Cierto que hay mucho poblano fantoche, pero al fin y al cabo, arraigados a su entidad, tienen que responder por sus actos, ¿o no?
Desgraciadamente la competencia desleal entre estos mismos invitados a su fiesta, ha permeado diferencia sustanciales entre los diferentes medios de comunicación.
Algunos prudentemente se la reservan y otros han dado piquetitos mediáticos para hacerle saber que tienen pruebas que evidencian ineficiencias, tráfico de influencias y corruptelas, lo mismo en licitaciones que en la designación de nombramientos de todo tipo.
Peor aún, se notan las manos de quienes han influido en decisiones que solo competen al Ejecutivo estatal. Para acabarla de amolar, se han organizado células de infieles que buscan a toda costa la anuencia y gracia de su nuevo guía moral.
Los priistas con algún cargo de representación popular han puesto sus zaleas a los pies de Moreno Valle y Manzanilla Prieto para que hagan con sus posiciones lo que gusten y manden a cambio de gratificaciones variables. Variables tasadas a su genuflexo proceder. Es más, sin necesidad de mensajes cuasi sicilianos para que se eduquen bien. ¡Ah, que los vicios del poder!
Si a este grupo de serviles a la carta sumamos el resto de los diputados y presidentes municipales que prefieren olvidarse de quién y qué partido les regaló la oportunidad de cobrar en la nómina oficial en este sexenio, podemos apreciar que Puebla se ha convertido en una auténtica olla, pero exprés, de grillos que una vez que se les termine el líquido donde se cuecen saldrán disparados y sin dirección de esta administración. Al tiempo.
Más allá de los enojos superados por tanto despedido injustificada e injustamente por estos foráneos administrativos por indicaciones superiores (de quién, ¿eh?), los enojos que ahora hacen presión en la olla provienen de los febriles seguidores de Moreno Valle, ya que están disgustados porque no les dieron lo que les prometió antes y en campaña; a los que si les dio nombramiento no les paga lo que les ofreció y todavía tiene una laaarga lista de espera que se encuentra desesperada porqué solo les dan avión y largas.
Peor aún, los han tratado con la punta del zapato y solo los llaman para hacer bola en eventos oficiales. ¡Hmmm!
Que la guerrilla interna por desacreditarse entre ellos mismos empezó desde antes de tomar protesta y promete volverse más intensa. Con filtraciones y toda la cosa.
Mientras ellos aclaran pugnas internas, la ciudadanía padece opacidad, incompetencia y excusas babosas ante la falta de resultados reales. Este gobierno se empieza a caracterizar por sus escenografías, coreografías y una larga lista de personajes que se comportan como divas, vedettes, tiples y coristas más que como políticos de primer nivel.
Luego de pulsar esta realidad social, ¡Señor, apiádate de nosotros los poblanos seguidores de santos y beatos, y danos la paz ya!