Con la frase “es hora de que el PRI llegue al poder”, Humberto Moreira dejó bien establecida cual será la dinámica que desde el CEN del PRI seguirá para lograr, sin mayor problema, el regreso del PRI a Los Pinos.
Por eso expresó sin rubor alguno que al encontrarnos en la delantera político-electoral, no debemos entretenernos con el paso que lleven los aspirantes del albiazul o de la izquierda, porque en una de esas podemos no solo tropezarnos, sino perder el aventajado paso que llevamos.
De la misma forma, Humberto Moreira pidió a sus correligionarios consejeros el pasado sábado que mantengamos la unidad entre nosotros mismos. Sobre todo cuando faltan solo once meses para tener nuevo presidente de la República y eso amerita todo el esfuerzo y la unidad de la militancia al cien por ciento.
Entendido de esta circunstancia y luego de una petición expresa, Enrique Peña Nieto no asistió a este evento para evitar el absurdo manejo de los dados cargados a su favor.
Con eso, Manlio Fabio Beltrones logró sentir un poco del calor que Peña Nieto genera entre los propios integrantes del Consejo Político Nacional (CEN), pues ante su ausencia el senador tuvo un buen recibimiento en el auditorio Plutarco Elías Calles.
El mensaje de Moreira fue tan claro y contundente como pertinaz, especialmente luego de que surgen las voces discordantes que pretenden hacer olas rumbo al 2012 para no quedarse fuera de la jugada nacional. La invitación a la unidad busca además que tengamos un candidato absolutamente democrático.
Sin los raspones típicos de las contiendas anteriores que nos hicieron perder la presidencia de la República desde 2000. Humberto Moreira —que ya fue gobernador surgido de una consulta abierta— sabe perfectamente que tiene la encomienda más difícil de su vida: regresar al PRI a Los Pinos. Sabe también que esto solo se logra con la anuencia de todas las fuerzas que conforman el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Por eso sostiene que recibirá a todos aquellos que se sientan con los tamaños y los espolones necesarios para ganar esta contienda sin problemas.
Como priistas, tenemos ventaja gracias a las estupideces y dislates del calderonismo en funciones.
Once años del panismo en el poder han sido suficientes para demostrar que no solo son ineptos y oportunistas, sino que son voraces, corruptos y omisos ante la enorme responsabilidad que entraña el servicio público.
Por eso los espacios estatales y municipales que perdimos se han recuperado poco a poco, con muy contadas excepciones. La derrota electoral en estados estratégicos como Puebla y Oaxaca obedecieron más a la deslealtad y la falta de unidad entre la militancia y los cuadros distinguidos del partido.
Dos entidades que han sido tomadas a nivel nacional, como ejemplos de lo que no se debe hacer, si lo que se pretende es ganar una elección. En Puebla, la situación es harto preocupante porque carecemos de líderes morales y partidistas con las suficientes agallas y calidad moral como para erigirse en guías a seguir.
La decepción causada por las traiciones y los intereses de particulares, por encima del partidista, ha llevado a los priistas poblanos a hacerse de lado antes que seguir haciéndole el caldo gordo a incompetentes desmemoriados que una vez sentados en una curul o instalados en una presidencia municipal, se dan el lujo de eludir a sus otrora porristas y simpatizantes nada más porque no empatan con la dinámica política del gobernador aliancista en turno. ¿La identidad y la gratitud partidista dónde quedan?
Por otro lado, la cada vez más defenestrada imagen del dirigente estatal del PRI poblano ha impedido que la militancia sienta confianza o ánimo para respaldar proyectos del tricolor sin el temor de volver a ser usados y desechados como sucedió luego del pasado 4 de julio.
Lastiri Quirós ha hecho todo para ser abucheado y despreciado por quienes en su momento y en aras de la unidad partidista le brindamos apoyo y respaldo no solo institucional, también amistoso. Ilusamente creíamos haber ungido a un presidente prudente, definido y con mano firme para resistir estoica y responsablemente el ser oposición.
Al paso de los meses, la actitud asumida por Lastiri demostró no solo su genuflexa disposición hacia Moreno Valle, sino que no tiene la menor intención de contrariar en nada al gobernador dando paso a la rumorología que lo tilda de haber usado recursos públicos para su muy particular provecho.
Cierto o falso, la versiones que lo acusan mediáticamente no han sido desmentidas y, por el contrario, lo colocan con el banquillo de los acusados pues cada vez que surge esta situación su postura político-partidista denota un entreguismo vergonzante que como dirigente de un partido debiera enderezar. Las contradicciones en sus dichos y acciones no contribuyen a limar asperezas entre la militancia y. por el contrario, generan más divisiones y enconos por su desfachatado proceder.
En Puebla la unidad puede lograrse estableciendo claramente los motivos de la derrota pasada. Por mucha fobia existente entre los miembros del PRI local, el interés de reposicionar el proyecto nacional de nuestro partido es mayor a las broncas personales que tengamos unos y otros.
Eso no significa que se olviden agravios, ofensas ni quienes traicionaron al PRI en esa campaña. Tampoco. Sin embargo, puede ponderarse la necesidad de hacer equipo en aras de recuperar Los Pinos y no perder espacios legislativos. Bien vale un acuerdo frío y objetivo para sacar al PAN de las estructuras del poder.
No se puede soslayar el daño brutal que esa traición fragmentó la unidad haciéndonos perder una entidad político-electoral valiosísima como la nuestra. Moreira pugna por dar espacios a todos los militantes agraviados y excluidos.
En Puebla el saneamiento y la unidad se lograrán si Lastiri asume su incompetencia y la responsabilidad que tiene al dividir al priismo poblano. Sin Lastiri podríamos recuperar no solo la dignidad del PRI, sino la anhelada unidad partidista.