En unos meses de gobernador, Moreno Valle ha demostrado que el poder no solo se detenta, se ejerce y se impone. Nadie mejor que él para lograr uno de sus más caros anhelos: garantizar el fin de su sexenio con bombo y platillo.

Lo mejor de todo es que conoce la calidad de legisladores que tiene en el Congreso del estado; ergo, no significaron ningún problema para avalar su visión de futuro. Su futuro, claro está.
 
Entendido de las debilidades y limitaciones de los diputados que hoy ponen sus traseros en una curul y siempre van por la afirmativa en su iniciativas, Moreno Valle sabía que para reorganizar a los diputados tricolores —a quienes jamás ha considerado oponentes y menos de respeto— tenía que buscar a un interlocutor de primer nivel y con verdadero control de ellos.

Nadie mejor que Humberto Moreira, amigo personal de la maestra Gordillo y, por ende, amigo de él.
Luego de algunas metidas de pata mediáticas por parte de este muchacho Lastiri, Moreno Valle decidió que una reunión con el líder nacional del tricolor —en visible ausencia de uno en la entidad— sería más que suficiente para ubicar a los tibios e incompetentes diputados priistas locales y de esta suerte, lograr una Reforma Electoral a la medida de sus deseos.

Y así se fue. Hoy, sin mayor problema, todos los diputados de la actual legislatura volverán a mostrar el tamaño de su reverencia hacia Moreno Valle, el gran elector. Señor y dador de la vida política en la entidad.

Pese a la cantidad de críticas, análisis y comentarios hechos en torno al tema, donde se demuestra la perversidad de la multicitada reforma, el hecho será consumado este viernes con la cínica anuencia de todos los legisladores.

Esos que tanto pugnaron por la transparencia en la aplicación de recursos financieros de los partidos, la democratización en todo el territorio local, así como por la autonomía del IEE.

Con una sorprendente cachaza veremos a los panistas, izquierdosos, verdes y priistas fundirse en un abrazo tipo Acatempan, festinando la oportunidad de derrochar recursos económicos en la elección de un fulano que más tardará en promoverse que en dejar Casa Puebla. Es más, ni siquiera le dará tiempo de entrar al baño cuando ya se tenga que largar.

¡Ah, pero que tremendo logro obtuvieron los priistas!

Ahora sí prometen tener una lanita para pagar a todos los integrantes del CDE que velan armas para cuando Lastiri les empiece a pagar las quincenas atrasadas. ¿Qué importa si dejaron al garete asuntos electores que podrían ayudarnos a mantener la ventaja legislativa —local y federal— que aún tenemos?
Total, para el tipo de entreguistas que ostentan una curul, da igual que ganemos o perdamos espacios en la próxima elección.

Lo importante es homologar el proceso electoral con el que Rafagober concluye su mandato porque seguramente va a recordar con mucho cariño a quienes hoy le dan su voto para que el busque la grande en 2018. ¡Sí que sí!

El aumento a las prerrogativas que los partidos merecen en la entidad —comparada con la media nacional— bien vale empinar las posibilidades de cualquier priista iluso que se quiera lanzar por una diputación local o federal.

Total, ellos hoy son diputados y lo bailado nadie se los va a quitar. Los insulsos logros electorales —como no a la redistritación, no a la homologación de elecciones en juntas auxiliares y el respeto al voto de calidad del presidente del IEE— que tanto ha querido cacarear la abyecta bancada tricolor como su máximo logro, ofende la inteligencia de la ciudadanía en general.

No se puede jugar con la decencia de los poblanos, no de esa manera. Hoy lo que ha quedado sobre la mesa de la clase política local es que los priistas reciben migajas sin remilgos. Que se venden barato y que les importa un comino lo comprometido que dejan al futuro electoral en la entidad.

Se fortalece con justa razón la idea de que Moreno Valle es un excelente alumno de la Gordillo y que ha aprendido a hacer de la política no solo un negocio de poder y dinero, sino su única pasión. Y en eso va de por medio todo su futuro: político, social y financiero.

Es obvio que Moreno Valle ha sabido forjarse un camino propio; ha jugado con las reglas que la Gordillo le enseñó y ha sabido hacerlo bien. Que los priistas estemos tan degradados y bocabajeados no es culpa de Moreno Valle: el toma lo que se ofrece.

Aunque no valgan lo que presumen. Preocupa a los priistas de la entidad, la brecha existente entre la militancia aguerrida, leal y experimentada que ve con agrio desencanto la falta de vocación que el servicio público implica para estos seudo representantes populares. Enferma la opacidad y el entreguismo con el que se conducen. Aterra ver cómo se consume la escasa voluntad que antaño el priismo creaba entre los izquierdistas y panistas.

Hoy no les generamos ni respeto ni rencor; hemos pasado a convertirnos en lo que tanto Manuel Bartlett le huía: a ser los payasos de las cachetadas. Somos pocos los que mantenemos dignidad y congruencia. Somos pocos los que no dejamos de denunciar a estos serviles con cargo al erario público. Pocos pero dignos, entrones y ubicados. Tanto, que no dejaremos de señalar como una bajeza esta Reforma Electoral. Auténtica simulación de la democracia.