¿Cuántas veces ha esperado por algo? ¿Cuántas veces decidió ponerle fin a un asunto? Seguramente muchas. Las mismas que terminó por mandar todo al diablo y seguir con el sino marcado. No es fácil empezar de nuevo. Es más, cuesta un gorro reiniciar todo.
Pero cuando se tienen los objetivos claros y bien determinada la razón de nuestra ocupación, las cosas se van dando sin apenas haber pestañado. Lo que ahora sucede en el PRI poblano es una muestra evidente de lo que no se puede postergar por más tiempo.
Para miles de priistas ha sido francamente descorazonador, observar detenidamente la actitud asumida por aquellos que juraron convertirse en una oposición responsable ¿Dónde quedaron estos personajes?
En qué punto de la historia se quedaron convertidos en un chiste mal contado. Porque lo más patético del asunto, es que ni siquiera trasmutaron en bufón.
El desprestigio y la deshonra que los persigue hasta el día de hoy, es parte de la suma de yerros cometidos. Cierto que muchos tricolores no estamos exentos de errores; pero de eso a traicionar nuestros postulados y de emular al payaso de las cachetadas, hay una enorme distancia ¿Cuánto tiempo debemos dejar pasar para que las aguas busquen su nivel? ¿Seis meses? ¿Un trienio? ¿Una década?
Preocupa mucho el abandono en el que dejaron a tantos priistas destacados ¿Con qué calidad moral se atreven a soslayarlos?
Hay que ser muy temerario para creer que la palabra de un petimetre como Lastiri, vale más que los genuinos argumentos de miles de poblanos. Hay que ser muy cínico para encontrar vericuetos que salven el pellejo de tipejos a sueldo como estos.
No puede entender como fulanos con menos de tres años de preparatoria ahora se erijan en sendos representantes populares y tengan la cachaza de hacer propuestas sesudas respecto a la visita del insufrible de Cordero.
Un tipo que se está creyendo, que es el caballo negro, en este adelantado proceso electoral federal ¡Por Dios! ¿No se ha visto la cara en el espejo? ¡Me niego a respaldar las aspiraciones del doble de Mr. Bean!
De la misma forma en la que me resisto a creer que tenemos un rayito de esperanza en el desabrido López Obrador. No comprendo la frenética devoción que de pronto José Alarcón tiene por Moreno Valle.
Como tampoco acepto la genuflexa posición de diputados locales y federales priístas al paso del gobernador ¿Dónde queda el pundonor, la dignidad y el respeto así mismo?
Ni hablar de las condiciones impuestas a los 15, 20 ó 30 suspirantes a relevar a Meza Viveros ¿De veras no hay gallos con espolones? Me parece francamente surrealista que a estas alturas de la vida, no tengamos claro el nombre del dirigente del comité municipal del otrora partidazo.
Como es posible que hayamos perdido el rumbo de esta manera ¿Cuándo imaginamos darnos por vencidos de esta forma?
Suponer sin conceder que ya no hay nada más que hacer por el PRI —que no sea rifas y fiestas patronales— es tanto como cavar nuestra propia tumba. Tanto como cerrar los ojos y dejar que te mancillen mañana, tarde y noche.
Tanto como negarse a reaccionar pese a todos los gritos que exigen un cambio radical. Un golpe de timón ¡Algo que nos vuelva a ubicar. Tenemos miles de amigos poblanos diseminados por todo el territorio poblano. Tenemos gente que sabe lo que hemos trabajado para no dejarnos caer. No comulgo con esos agachones malparidos que lejos de fajarse como los buenos, han optado por dar la espalda cuando más se les necesita. No sé que estén esperando Zavala, Armenta, Estefan, Aguilar, Amador y demás compañeros priistas para hacer los cambios necesarios. En la calle, como en la vida; no hay lugar para la espera. Y cuando esa espera, desespera. Tal vez quieran encontrar cenizas de lo que una vez el PRI fue.
Cuando la espera desespera
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