“Que Dios los cuide y proteja”, solían decir nuestras abuelas antes de salir de la casa o cuando iba uno a otro lugar, tal vez hoy deben decir “que Dios nos cuide y proteja” pero ante la crisis económica que nuevamente se avecina, un episodio amargo que siempre se repite.
Primero se colapsó la economía en Grecia, el país estalló en protestas sociales; la Unión Europea, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional tuvieron que intervenir para salvar al gobierno griego.
España e Italia viven una de las peores caídas en su economía, dejaron de crecer, su deuda externa aumentó, el desempleo o los parados también y la inversión interna se detuvo. Los organismos financieros internacionales de nueva cuenta han tenido que intervenir para detener una crisis de mayor magnitud en estos dos países europeos.
El PSOE acaba de perder electoralmente grandes provincias y comunidades españolas a manos del PP, los españoles los castigaron con su voto, han adelantado sus elecciones presidenciales y las protestas de los “indignados” mantienen su curso.
En Israel, de pronto y después de muchos años, se han movilizado más de 200 mil personas de todas sus clases sociales, la crisis les pegó y el aumento sobre el alquiler de sus viviendas despertó el sentir social, que se ha conjugado con otras demandas, en un país en donde es muy extraño que salgan a protestar de esta forma.
Los más de 150 mil jóvenes chilenos han salido a las calles de Santiago a protestar en contra de su gobierno, sobretodo para exigir gratuidad en la educación media y superior, no quieren más escuelas, desean que el Estado mejore la calidad educativa y termine con el lucro educativo.
Chile, con una tradición democrática y una política social interesante, de pronto amanece con sus jóvenes indignados a los que se les suman otros sectores olvidados del país de Salvador Allende.
Y en los Estados Unidos, nuestro país vecino y “amigo”, las cosas están color de hormiga en su economía, aunque no se quiera decir han entrado a un nuevo ciclo recesivo. Su deuda externa ha rebasado su propia realidad económica, los empleos generados no son los suficientes, su desarrollo y consumo interno se detuvo.
La principal economía del mundo se tambalea, no es lo suficientemente fuerte como se nos hace creer, sus programas sociales los subsidian con el abuso de los préstamos internacionales; Barak Obama no ha podido tranquilizar a los mercados de valores, estos están inquietos y amenazan con irse a la baja.
Comento lo anterior no solo por ser vecinos fronterizos, porque con ellos compartimos la mayor parte de nuestro comercio exterior, también dependemos en mucho de su crecimiento económico; además exportamos mucha mano de obra barata y recibimos millones de dólares en remesas para muchas entidades; les maquilamos, también les compramos y nuestra economía es dependiente de su estabilidad, crecimiento y aceleramiento económico.
Si se detienen o entran en una recesión los “gringos”, tarde o temprano somos uno de los principales países que más resiente sus efectos.
Por muchas razones, nos guste o no, nunca será bueno para nadie, pero más para nosotros “los pobres” o la llamada clase media, que la recesión nos alcance.
Ninguna economía puede “blindarse” completamente de los efectos de una desaceleración económica de estas proporciones.
Pueden reducirse y enfrentar sus efectos para evitar colapsos económicos y sociales, pero las crisis del capitalismo global no pueden predecirse o adivinar, son resultado de las brutales ambiciones de los grandes capitales financieros.
Nuestro país no crece a pesar de los grandes augurios que sexenio tras sexenio nos han venido diciendo. Muchas de las veces nos esconden cifras y nos han presentando panoramas alentadores, pero ha faltado un proyecto económico de largo aliento que impulse el crecimiento interno, la inversión, la producción y el desarrollo industrial del país.
Mientras la clase política mexicana no entienda que en estos momentos de globalidad y de cambios que se están dando en el mundo, la economía juega y seguirá jugando un papel fundamental, poco o nada podemos esperar de ellos.
Están metidos en sus broncas internas por ver que candidato los representa para la competencia por el poder en 2012, en lugar de pensar en las grandes reformas que necesitamos para generar un nuevo proyecto y un rumbo económico diferente para México.
No se preocupan de la economía y sus efectos, no miran lo que sucede en el exterior, los ciudadanos comunes se desesperan, quiere empleos, no le gusta que le hablen de crisis económica, les asusta, molesta y no quieren vivir otras pesadillas.
Aunque no se quiera los efectos de la crisis se resentirán en el Presupuesto de Ingresos y Egresos del 2012, la baja en el precio del petróleo influye.
Los dineros públicos disminuirán para los estados y otros sectores de las entidades públicas del gobierno federal.
Como siempre, todos los estados darán la pelea por más recursos y de nuevo la jodida coyuntura política se entremeterá para que el reparto se politice, negocie y los dirigentes partidarios busquen sacar la mejor tajada; al fin que son tiempos electorales.
Abajo en donde se sienten de verdad los golpes de cualquier crisis, la gente no quiere escuchar o ver lo de siempre: inflación, desempleo, despidos, pobreza o adiós falsas esperanzas.
Por supuesto que el gobierno no quiere que la sociedad se inquiete o ponga nerviosa, son tiempos electorales y sabe que le afectara.
Las medias tintas no funcionan, necesitamos saber cómo enfrentar la actual crisis global que nos afectará. Ojalá que “diosito nos ayude” y no nos pegue tan duro la recesión de los EU.
¡Aguas!, ahí viene la recesión económica
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