Viví en la calle Tlaxco de la colonia La Paz recién llegada a Puebla. El número 118 fue durante algún tiempo mi hogar.
En aquel entonces la calle, que servía a los niños como pista de avalancha por su emocionante bajada, podía considerarse de las más seguras. Los vecinos dejaban los zaguanes abiertos con la certeza de que si alguien ingresaba no se trataba más que de algún vecino que pretendía saludar.
Los habitantes de la calle Tlaxco, en su mayoría son familias que llegaron por lo menos hace tres generaciones; el tiempo y las costumbres los ha obligado, a algunos por gusto y a otros obligación, a convivir diariamente sin conflictos. Lo sucedido con las hermanas Astraín Lizaola, quienes fueron brutalmente asesinadas en su hogar, trastocó la tranquilidad que durante décadas prevaleció entre los vecinos.
La menor de las víctimas sufría de una especie de retraso mental, que aunque no la incapacitaba para las labores propias del hogar, requería de la atención permanente de su hermana mayor, jubilada de la Volkswagen.
Ambas eran solteras. No tuvieron hijos.
Su amabilidad era evidente y rompía con la imagen de mujeres solteronas. Por las tardes, dicen los vecinos, salían a barrer su pedazo de banqueta y no tenían problema con nadie. Antes de las siete de la noche se encerraban en su casa y nadie las veía hasta las primeras horas del día siguiente.
Los vecinos exigen el esclarecimiento del terrible crimen y piden a las autoridades mayor seguridad. Aseguran carecer de rondines policiacos y ser víctimas desde hace unos meses del robo de autopartes, hechos que han sido denunciados y que hasta el momento no han tenido respuesta. Según las primeras investigaciones, el móvil del doble asesinato fue robo; sin embargo, familiares de las víctimas aseguran que a pesar de que la casa fue desordenada por los delincuentes, no se llevaron nada. Quizá los maleantes buscaban dinero en efectivo.
¿Cuántas personas más deben morir para que las autoridades pongan un alto?
Puebla era considerada una de las ciudades del país más seguras. ¿Qué está pasando?
¿Les vale madre?
Las diferencias entre los gobiernos estatal y municipal no son responsabilidad de los ciudadanos y sin embargo somos nosotros quienes pagamos los platos rotos.
Dejen de lado sus estupideces y, por el bien de Puebla, pónganse a trabajar.