A principios del año 2008, en el Congreso de Puebla, se formalizó la instalación de una comisión especial encargada de las conmemoraciones por el Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución mexicanas.
El programa desarrollado durante tres años nos permitió el acercamiento y el acompañamiento de un grupo de académicos y académicas que brindaron importantes aportaciones para su enriquecimiento.
La comprensión acerca de cómo fue el movimiento de Independencia en Puebla lo pudimos reconocer en las contribuciones de las doctoras Cristina Gómez, Alicia Tecuanhuey Sandoval, el doctor Jesús Márquez; las conferencias del doctor Will Fowler y los análisis del doctor Jorge E. Arrazola Cermeño, entre otros expertos.
Por eso, en la víspera de los festejos que se organizan conmemorando los 201 años de la Independencia, me pareció importante recordar algunas de esas reflexiones.
Dos textos son de obligada lectura para entender la participación de Puebla en la Independencia. El primero de ellos El Alto Clero Poblano y la revolución de independencia 1808-1821, de Cristina Gómez y La formación del consenso por la Independencia, lógica de la ruptura del Juramento Puebla 1810-1821, de Alicia Tecuanhuey Sandoval.
Las autoras nos precisan dos elementos fundamentales para el estudio de esta época en la ciudad y la provincia de Puebla, que derivó en la independencia en 1821. Por un lado, implica analizar el contexto de “la dinámica de la crisis de la monarquía española tanto en el conjunto imperial como en cada reino”. Y estudiarlo desde la corporación más poderosa de la sociedad colonial, la Iglesia, “tanto por su fuerza moral e influencia política como por sus posesiones y riquezas materiales”.
A partir de lo cual se comprende la consigna de Hidalgo: “¡Muera el Mal Gobierno!”, imposible de entender si se “desconecta de los efectos políticos que tuvieron las abdicaciones de Bayona de los reyes españoles en 1808”.
Sin olvidar que la anterior consigna se suma la reivindicación americanista: “¡Viva la Virgen de Guadalupe!” y la expresión fidelista: “¡Viva Fernando VII!”
Y Puebla, la ciudad y la provincia, que tuvo “una población mayoritariamente fidelista y antiynsurgente, también tempranamente abrigó en su seno a actores que crearon variados instrumentos mentales y materiales” para abandonar la mayoritaria lealtad a la monarquía española y que generó la ruptura del Juramento Puebla.
Por eso la importancia de dos personajes que rigieron la diócesis poblana durante el periodo 1801-1821, que “fueron determinantes en nuestro proceso emancipador”: Manuel Ignacio González de Campillo (1803-1813) y de Antonio de Joaquín Pérez (1814-1829).
“A principios de siglo XIX la diócesis de Puebla abarcaba un amplio territorio, desde la costa del Golfo de México hasta la del estado de Guerrero, incluyendo Tlaxcala, Puebla, la parte central de Veracruz y pequeñas porciones de los estados de Guerrero y Oaxaca, por eso muchas veces fue amenazada intentando su división para crear nuevos obispados, sin embargo la mitra poblana conservó su primacía por el hecho de ser la más antigua de la Nueva España y por su ubicación, solo la superaba en recursos económicos el arzobispado de México.
”La víspera del Grito de Dolores transcurre en Puebla en calma y al margen de manifestaciones de inconformidad contra las autoridades de la tambaleante monarquía española.”
Días antes el obispo Manuel Ignacio González de Campillo —personaje determinante en el proceso de Independencia— recibía al nuevo virrey Francisco Javier Venegas junto con el intendente Manuel de Flon, conde de la Cadena, a su paso para la ciudad de México, parada obligada.
Dos días después de de la convocatoria de Hidalgo a la rebelión, el Regimiento Provincial de Infantería de Puebla marcha a Querétaro a luchar en contra de los sublevados y el intendente Flon desde el Bajío enviado por el virrey al mando del regimiento de línea de infantería, alentaba desde allá el rechazo en contra de los levantados.
Y sin embargo, “la gestión de los obispos Manuel Ignacio González de Campillo y Antonio Joaquín Pérez Martínez, (…) se inscribe en las profundas transformaciones que sufrió el imperio español en los últimos años del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX, hasta llegar al surgimiento de las nuevas naciones de Hispanoamérica en los años veinte del siglo pasado”.
Lo anterior es solo una probadita de los estudios realizados. Recomiendo ampliamente su lectura, que aporta nuevos elementos para conocer el papel de la Iglesia en la Independencia y en la consumación de la misma en Puebla.
Estudios que nos permitirán entender, además, el comportamiento de la sociedad poblana de entonces y reconocer a la sociedad poblana de hoy.

Fuentes: El Alto Clero Poblano y la revolución de Independencia 1808-1821. Cristina Gómez, Segunda edición, 2010.
La formación del consenso por la Independencia, lógica de la ruptura del Juramento Puebla 1810-1821. Alicia Tecuanhuey Sandoval. UAP, Dirección de Fomento Editorial, 2010.
“Pensar la Independencia, pensar la Revolución”. Revista La Curul, número 1, Jorge Efrén Arrazola Cermeño, abril de 2008.

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