Ocurre que desde hace ya algunos meses el picador de toros y dinastía, que quiere decir de reconocida familia de toreros, Víctor Ortega Blancas, ha venido anunciando una corrida de toros para enmarcar de forma debida y muy digna su despedida definitiva de esa profesión tan difícil: ser torero de los de “a upa” caballo, misma en la que el picador Ortega ha acumulado una multitud de amistades entre toreros, aficionados y público en general.
En la despedida definitiva —última vez que el picador viste de luces, con el castoreño a la cabeza y la moña de la bota estribada en la pierna de citar al toro, con todo programado, carteles impresos y la debida difusión hecha— resulta que sus compañeros los miembros de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros le comunican que no le van a proporcionar elementos de cuadrillas para su anunciado festejo, mismo que ahora comienza a difundirse, anunciarse como “festival”, tipo de festejo en el que no se requiere, no son indispensables picadores y peones con carnet de profesionales; es decir, actuaran las llamadas cuadrillas libres.
El ganado a lidiar tendrá que ser de menor peso, y quizá esto hasta contribuya a un mejor lucimiento de los toreros anunciados, los hermanos de quien se despide: Rafael y Alberto Ortega, su sobrino, el también matador Rubén Ortega y los coletudos: de la capital, “Gitanillo de Tlalpan”; de Zacatecas, Antonio Romero; de Puebla, Alfonso Mateos y el chaval novillero Michel Lagravere, todos acompañados y precedidos en el paseíllo, por quien a la mitad del recorrido se detendrá para dar una bocanada a su puro y voltear a verles, a ver si vienen completos: el brujo torero, de ahí mismo de Apizaco, Rodolfo Rodríguez “El Pana”.
La razón que argumentan los del gremio de montados y los llamados toreros “de plata” para no proporcionar cuadrillas no queda muy clara. Únicamente existe el comunicado de la Unión dado a conocer por su delegado. ¡Por cierto!, sobrino de quien se retira y ahí está el quid del asunto.
Se dice que y acusa al picador que se despide de haber difundido la falta de liquidación o pago de su pensión de retiro por parte del gremio, y los representantes de esta Unión argumentan que si se retira picando los “ocho toros” tal como ha sido anunciado, entonces no se encuentra en condiciones de incapacidad física para ejercer su profesión y por tanto no es sujeto de indemnización, liquidación o pensión.
Lo cierto es que si Víctor quiere retirarse —como debe ser— picando el último toro de su tarde de despedida, y entonces dar la vuelta al ruedo con toda la parafernalia del adiós al que tiene derecho, está bien; pero si su deseo es picar los ocho toros del festejo, pues muy su arriesgue y entonces sí no volverá a subirse al caballo a picar toros.
Todo tiene una solución, pero si como en este caso el bloqueo viene desde dentro de la propia agrupación de profesionales del toreo, si la negación de apoyo proviene de envidias o diferencias con los propios colegas, entonces por eso la fiesta está como está, y la problemática de que tanto se habla en estos días se verá acrecentada si no existe una verdadera unidad entre la gente del toro.
Lamentablemente si, como reza el encabezado nuestro: “¡La guerra, el fastidio vienen desde dentro!”, así difícilmente se podrá hacer algo por ayudar a la fiesta en sus momentos difíciles.