Los primeros desencuentros entre el maestro y el alumno se dieron en plena campaña. López Zavala, por ese entonces candidato del PRI a la gubernatura del estado, no quería a muchos candidatos que le fueron impuestos tanto a las diputaciones locales como a las presidencias municipales.
Un claro ejemplo sucedió en Puebla capital, donde a pesar de todas sus diferencias, López Zavala llegó a explorar —e incluso a proponer— que el candidato fuera el exedil Enrique Doger Guerrero, su entonces archienemigo y hoy aliado coyuntural. El entonces gobernador Marín se empeñó en que fuera Mario Montero Serrano y así ocurrió, con las consecuencias de todos conocidas.
Varias fueron las voces que durante la campaña le sugirieron a Zavala que se deslindará del entonces gobernador, pero el entonces candidato decidió aguantar pese a todo, también con las consecuencias de todos conocidas.
Luego de la abrumadora derrota del priismo, de inmediato vinieron los reclamos, también las conclusiones y por supuesto los reproches. Celebre fue la reunión realizada el miércoles 7 de julio del 2010 en Casa Puebla, a la cual asistió también la gran amiga del hoy gobernador Rafael Moreno Valle, Beatriz Paredes Rangel, en ese entonces dirigente nacional del PRI.
El marinismo se apresuró a través de Valentín Meneses Rojas a validar los acuerdos pactados con el morenovallismo durante el periodo de transición; en tanto, López Zavala se dio a la tarea de reconstruir su relación con quien fuera su adversario y a quien descalificó durante el debate celebrado el 17 de junio del 2010.
Mientras con los marinistas el acuerdo de impunidad se ha ido diluyendo con el paso de tiempo, se acrecentó la relación del morenovallismo con Zavala y su gente más cercana. El propio excandidato se ha convertido en uno de los más fieles colaboradores de la actual gestión, coadyuvando a lo que ellos llaman la gobernabilidad del estado.
De esa forma, a través del diputado José Luis Márquez, lo mismo acuerda con presidentes municipales cercanos al círculo de López Zavala que con la bancada afín al excandidato. Basta revisar quiénes estuvieron presentes y colaboraron plenamente para “planchar” el tema de la Reforma Electoral que recientemente aprobó el Congreso.
Otra muestra de cómo los seguidores de López Zavala son leales aliados del gobernador, es que ningún presidente municipal ligado a este grupo se negó a firmar el programa Peso sobre Peso, todos dócilmente cedieron sus participaciones y entregaron sus obras al gobierno del estado. Esto abrió aun más el abismo existente entre el maestro y el alumno.
El punto culminante de esta relación —y que pocos saben— se vivió hace unos días con motivo de los procedimientos que se han abierto y que celosamente son guardados por la actual administración en contra de varios exfuncionarios de la gestión marinista.
Sabedores de la buena relación entre López Zavala y el gobernador, operadores ligados a Mario Marín se pusieron en contacto con López Zavala para que intercediera por ellos. La respuesta del excandidato los dejó pasmados: “Yo no puedo hacer nada”, dijo.
Marín se ha quedado con su grupo de leales seguidores: Valentín, Montero y Javier García. López Zavala se ha desligado no sólo del exgobernador, sino también de su compadre Alejandro Armenta. A ver qué suerte le depara a quienes durante más de 20 años compartieron el mismo camino.

La llamada de Miguel Osorio Chong a Juan Carlos Lastiri
El arribo de Claudia Hernández Medina a la presidencia del Comité Municipal de PRI en Puebla hizo timbrar el teléfono de Juan Carlos Lastiri; su interlocutor, el exgobernador del estado de Hidalgo y secretario de Acción Electoral del CEN priista, Miguel Osorio Chong, habló para reconocer como muy acertada la mediación que logró el acuerdo político al que llegaron los jerarcas de la cúpula tricolor, llámese Mario Marín Torres, Blanca Alcalá Ruiz, Javier López Zavala, Alejandro Armenta Mier, Enrique Doger Guerrero y Fernando Morales Martínez.
Quienes le apostaban a un estrepitoso descarrilamiento del proceso electoral interno tienen como opción la inteligente decisión de sumarse al arduo trabajo que le espera a la estructura operativa del PRI, de lo contrario, lo único seguro que les espera es permanecer en el oscuro rincón de donde difícilmente podrán salir.
Nadie, absolutamente nadie, se quiere quedar en la banca para ver pasar el 2012. ¿O sí?