Un sinnúmero de comentarios ha despertado la corrida inaugural de la temporada grande el domingo pasado y no podemos sustraernos al torbellino de comentarios y criticas en pro y en contra.
Lo cierto es que, echando mano de la experiencia y lo ya vivido por este juez, podemos afirmar que pecado y pecador fueron, por culpa de apoderados y veedores, los toros con trapío muy cuestionable llegando uno de ellos a ser protestado, rechazado y devuelto: el primero de Enrique Ponce.
La verdad de la falta cometida es que habiendo nueve toros en las corraletas de la plaza, a la hora del sorteo fueron seleccionados para hacer lotes los seis con menos trapío dejando entre los tres no loteados a los dos de mayor presencia; al menos estos, no el que sustituyó al devuelto y que hizo de segundo bis, cosa que así se vio al salir de toriles los dos de regalo, que hicieron octavo y noveno de lidia que tenían además de mejor presencia y cabeza dos de ellos muy buen y respetable morrillo. Culpables: los apoderados, responsables de hacer los lotes, con el agravante confeso de que permitieron a la gente de Diego Silveti escoger su lote en el que iba el toro de confirmación de alternativa y su segundo, y los otros cuatro toros, enlotados en dos lotes se dejaron a la suerte por sorteo, queriendo esta, la suerte —afigúrese usted nomás— que al de Valencia le tocaron los dos más pequeños y con menor trapío. ¡Que tierno!
El otro quid del asunto, que incluso aficionados presentes en la gran plaza, desconcertados querían saber era ¿qué pasó con el toro de regalo anunciado por Diego Silveti? Incluso por Twiter y Face preguntaban si alguien podía decirles qué ocurrió con ese toro. Pues lo que ocurrió fue simplemente que ese toro nunca existió; vamos, no fue reseñado debido a que únicamente se encontraban nueve toros en la plaza, los seis seleccionados y enlotados y los otros tres señalados como reservas, y por ser inicio de temporada no había en los corrales sobrero alguno, que son —valga la redundancia— los que van sobrando de otras corridas, llegando a haber tardes de domingo que existen 15 o 16 toros en corrales.
Por lo que de seguro el juez al autorizar a Silveti su toro de regalo, que sería el décimo, perdió la cuenta de los toros que habían salido por toriles, el de reemplazo y los de regalo. Pero también muy cierto es que esto es una verdadera guerra entre las casas llevanderas de toreros, en esta pugna entre los que llevan a Silveti, entre ellos su tío el matador Alejandro, cuya cara impresionaba de adusta y enojo durante los momentos triunfales de Arturo Saldívar, y quienes a este manejan, léase Mario Zulaica y Julio Esponda, que literalmente les comieron el mandado al enviar al albero al de Teocaltiche, inmediatamente atrás de Ponce, que con el índice en alto anunciaba su regalo, y al hacerlo de misma manera Saldívar no dejaba posibilidad alguna a Silveti y por tanto cerrándole la puerta del triunfo. Estrategia que también comentó algún otro portal de toros titulando: “Guerra en el callejón” que les resultó, pues habiendo ya cortado Arturo las dos orejas de su segundo, de nombre “Tata Rey”, al salir por toriles el de regalo, “Buen Mozo” enmorrillado con 498 kilos y número 92 todo estaba consumado y resultó Saldívar como legítimo triunfador con cuatro peludas, que bien pudieron ser cinco pues pinchó al bragado “Nagüas Blancas”, su primero, y un rabo en la espuerta, misma que traía otras dos y otro rabo del día anterior, segunda corrida de las de “Calaveras” en Aguascalientes, tierra de la gente buena, donde se avecina el hoy triunfador, pasando sobre el galo Castella en Aguas y por sobre el de Valencia en la México. Definitivamente esta es la guerrera, guerrero Saldívar lo es; pero de su bisoña personalidad y sus triunfos deben señalarse dos cosas: Que va siendo un torero de continuidad y la gran humildad con la que viene asimilando sus triunfos. ¡Enhorabuena! y ¡Torero habemus!
¡Esta es la guerra!
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