Sin duda, Blanca Alcalá Ruiz es una candidata competitiva que puede hacer muy bien las cosas y conseguir los votos que tanto le hacen falta a su candidato, Enrique Peña Nieto y al tricolor.
No obstante, el grave problema que arrastra la expresidenta municipal de Puebla es que su cuenta pública correspondiente al último año de su administración no ha sido aprobada, lo cual equivale a tener una cuchilla bien filosa arriba de la cabeza, la cual se puede caer en cualquier momento.
Blanca será quien encabece la fórmula del PRI al Senado de la República y llevará como su compañero al excandidato de este partido a la gubernatura, Javier López Zavala, esto luego de que el rector de la UAP, Enrique Agüera Ibáñez, sabiamente decidiera hacerse a un lado de la contienda, tras percatarse de los enredos en los que se metió el CEN del PRI.
Agüera no tenía ninguna necesidad de exponer su capital político en algo que se ha convertido en una aventura, y es que no sólo la ruptura con el Panal le complica las cosas al PRI.
Para el caso específico de Puebla, el problema mayor para el tricolor es el gobernador Moreno Valle, ya que la postulación de Alcalá como candidata al Senado de la República rompe los acuerdos establecidos con el mandatario, quien ha prometido hacer campaña “personalmente casa por casa”, para evitar que la expresidenta municipal de Puebla se convierta en senadora.
Extraoficialmente ha trascendido que será el próximo viernes cuando la comisión nacional para los procesos internos dictamine sobre los registros realizados por Blanca Alcalá Ruiz, Javier López Zavala, Fernando Morales Martínez y Alejandro Armenta Mier y baje a los dos últimos para dejar a la fórmula priista constituida por la exalcaldesa de Puebla y el excandidato a la gubernatura.
El gran problema para la dupla priista es que ayer mismo se hablaba en los altos círculos del poder cercanos a Casa Puebla, de que se va a inhabilitar a la exalcaldesa, lo cual muchos aseguran no será fácil, ya que se requiere de un proceso largo y tortuoso; no obstante, nadie debe de subestimar el poder del gobernador, quien en múltiples ocasiones ya ha dado muestras de que sabe muy bien cómo encontrar el camino jurídico más corto para aplicar la ley a sus enemigos.
También el panorama cambia diametralmente en lo referente a como se habían conformado las candidaturas de la antigua alianza PRI-Panal-Verde.
De entrada, el gran damnificado es el exlíder del Congreso de Puebla y diputado local, Guillermo Arechiga Santamaría, quien difícilmente ahora podrá alcanzar un escaño en la Cámara alta cuando su partido vaya solo a la contienda. También se modifica lo referente a los distritos 4, con cabecera en Zacatlán y 16 en Ajalpan, donde el priismo local recupera esas posiciones y deja solos a los panalistas Hugo Alejo Domínguez y Cirilo Salas Hernández.
El tricolor también seguramente tendrá que evaluar las postulaciones de varios diputados locales vinculados con el gobernador del estado, para evaluar si son o no las mejores propuestas para sus respectivas demarcaciones. El priismo nacional dio la sorpresa el pasado fin de semana al romper no sólo con la maestra Elba Esther Gordillo, sino también con el gobernador Moreno Valle en Puebla.
Peña Nieto tendrá que sortear muchos, pero muchos obstáculos en el camino rumbo a Los Pinos. Eligieron el todo o nada en la contienda y eso es precisamente lo que estará en juego.
Una vez más la entidad será un laboratorio político y uno de los lugares en donde más encarnizada sea la lucha electoral, con todo lo que esto implica.
Desgraciadamente, el PRI no sólo tendrá que luchar contra el gobernador Moreno Valle, sino también contra todos aquellos priistas que dicen querer a su partido pero que desean como ninguno que pierda una vez más para llenarse la boca y decir: “se los dije”.
Van tras Blanca

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