La negativa de amparo a Alma Delia Bustamante López, esposa del exsecretario de Salud Alfredo Arango, encarcelado hace unas semanas por el delito de enriquecimiento ilícito no solo es un golpe más al grupo marinista, sino que deja en claro que ahora sí lo mejor está por venir.
La acusación contra la señora de Arango se basa en el mismo delito: enriquecimiento ilícito. De acuerdo con el expediente, la también médico de profesión trabajó en la administración pasada y se hizo de bienes que no pudo comprobar.
No dudo que la esposa de un funcionario esté consciente de que su vida cambie de alguna u otra forma. Sin embargo como compañera de vida, ajustándonos al esquema estrictamente acostumbrado, no crees ni piensas que tu esposo, aquel con el que algún día decidiste emprender un proyecto en conjunto, resulte ser un delincuente.
No afirmo ni niego la posible responsabilidad de la señora Bustamante, sin embargo no puedo dejar de pensar y analizar la posibilidad de que su único error haya sido ser compañera de un personaje ahora involucrado en hechos ilícitos. Como si el simple hecho no fuera bastante grave como para que ella también vaya a dar a la cárcel.
Y no lo escribo de manera particular respecto a la esposa de Alfredo Arango, sino porque al igual que ella, el resto de los buscados por las autoridades (y los que faltan) tienen esposas, hijos, padres, hermanos y demás vínculos que podrían salir perjudicados sin deberla ni temerla.
Imagínese usted que su esposo, cónyuge, pareja, amante o amigo, pone a su nombre una serie de bienes aparentemente obtenidos con el sudor de su frente. Pensaría usted que fueron bienes mal habidos. Tal vez sí, pero imaginaría que puede ir a la cárcel por el hecho de aceptar el “obsequio”. Por supuesto que no.
Es solo ponerse en los zapatos del otro. Al final la ley se aplicará (esperamos) de manera justa, pero mientras son peras o manzanas ante la Procuraduría de Justicia la primera de varias esposas tiene una orden de aprehensión y en calidad de prófuga de la justicia.
De telenovela, pero lo mejor está por venir.
Caso Arango, de telenovela
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