Sin lugar a dudas la victoria que obtuvo Josefina Vázquez Mota en la contienda del PAN sirvió para oxigenar un tanto las cosas en Puebla, pues se ha convertido en un contrapeso necesario para el gobernador Rafael Moreno Valle, tan acostumbrado a hacer su voluntad sin consultar a nadie.
Hoy, es un hecho que el mandatario conserva gran parte de su fortaleza, pero comienza a ser acotado en algunas de sus decisiones, sobre todo en las relacionadas con el Partido Acción Nacional (PAN) donde ya tiene que entrar al tamiz de la negociación y no al de la imposición, como acostumbraba.
Si bien es cierto la designación de Javier Lozano Alarcón como cabeza dentro de la fórmula del blanquiazul al Senado de la República se puede traducir como una victoria para el gobernador, no lo es tanto si analizamos que en el segundo lugar quedó la consentida de Vázquez Mota, la diputada federal Augusta Valentina Díaz de Rivera, lo que se traduce en que el gobernador tendrá que trabajar en favor de las candidaturas panistas para hacer que “Tití” llegue a la Cámara alta. De lo contrario, habrá fallado a los acuerdos signados con la candidata a la Presidencia.
Lo mismo puede observarse en la relación del gobernador con otro de los personajes que tiene la amistad de la candidata panista a la Presidencia de la República, se trata del alcalde Eduardo Rivera Pérez, con quien las cosas cambiaron a raíz del triunfo de Vázquez Mota. El edil ahora tiene mayor margen de maniobra luego de un año de estar bajo el yugo del morenovallismo.
El mismo proceso de selección de candidatos a diputados federales de Acción Nacional en Puebla es un ejemplo de cómo la victoria de Vázquez Mota contribuyó para que en Puebla hoy existan equilibrios.
Si hubiera ganado Ernesto Cordero la interna panista, el morenovallismo se hubiera despachado con la cuchara grande en la integración de la lista de candidatos a diputados en los 16 distritos. Sin embargo, luego del triunfo de Vázquez Mota quedaron obligados a respetar las posiciones pactadas con la dirigencia estatal y municipal de este partido.
Tan es así que Puebla capital fue el mejor ejemplo de esto. Al morenovallismo le respetaron sus posiciones en los distritos 9 y 12, mientras el alcalde Eduardo Rivera Pérez se quedó con las posiciones 6 y 11 para los suyos.
Al interior del estado también las cosas quedaron equilibradas, tal y como acordaron con Juan Carlos Mondragón.
El panismo tradicional tiene ocho posiciones y el morenovallismo también tiene ocho, con la salvedad de que ahora sí el gobernador deberá echar abajo sus acuerdos con otras fuerzas políticas y meterle todo para hacer ganar a los candidatos del albiazul en todo el estado, no nada más a los suyos.
Un frente de batallas más que aún está por definirse es cómo quedará integrada la lista de candidatos a diputados por la vía plurinominal, donde el morenovallismo impulsa a dos de los suyos para los lugares uno y dos, lo cual les aseguraría su llegada a San Lázaro.
Se trata de Eukid Castañón Herrera y de la exdiputada federal Angélica Ramírez Luna, cuñada de Roberto Grajales Espina, operador del Ejecutivo del estado. En el tres el gobernador no tiene objeción de que llegue el exdelegado del Trabajo, Rafael Micalco.
El panismo tradicional —llámese Yunque— quiere que la lista quede de la siguiente manera: en el primer lugar Rafael Micalco Méndez, en el segundo Ruth Ramos Barragán, gente de Eduardo Rivera y amiga de la candidata Josefina Vázquez Mota, y en el tercer lugar Eukid Castañón.
Ahí también, sin duda, veremos el próximo miércoles cómo los equilibrios son hoy por hoy una realidad al interior del Partido Acción Nacional.