Sin duda, la recuperación de las plantas tratadoras de agua potable por parte del gobierno del estado es una acción que —en caso de concretarse el saneamiento de los ríos Atoyac y Alseseca, y de salvar el lago de Valsequillo— trasciende por encima de muchas otras acciones del actual gobierno.
Limpiar los dos principales ríos de la ciudad nos beneficia a todos.
Sobraría enumerar los beneficios directos que miles de poblanos recibiríamos en caso de que se recuperaran el Atoyac y el Alseseca.
En un rápido ejercicio de evaluación, podemos fácilmente encontrar las diferencias entre la recuperación de las plantas de tratamiento que los beneficios por la recuperación del predio de Valle Fantástico.
Si preguntamos a cualquier poblano qué era más importante, ¿limpiar los ríos de la ciudad y rescatar Valsequillo, o recuperar el terreno de Valle Fantástico?, la respuesta será siempre la misma.
La peste de estos ríos tiene un fondo real de salud, mientras que el caso del predio que albergó al frustrado centro de diversiones podía seguir los causes legales normales.
Si algo era urgente, era precisamente el tema del agua y detener el desfalco de Degrémont en contra de las finanzas públicas.
Más allá de las filias y fobias gubernamentales, el caso Degrémont era un asunto de Estado.
Hoy, el gobernador Moreno Valle dio un golpe certero para lograr una añeja exigencia de quienes habitamos en este estado. Sin duda, jerarquizar las acciones de gobierno para beneficio de los poblanos le puede dar muchas más satisfacciones al gobernador, que el hecho de priorizar con la víscera.
En esta ocasión la relevancia del operativo jurídico y policiaco para recuperar la operación de las plantas de tratamiento está íntimamente ligado con las necesidades primarias de quienes Moreno Valle gobierna.
Esta vez, mi reconocimiento. Nobleza obliga.

La muerte ronda en Reforma
Desde hace varios trienios, el edificio que alberga las oficinas de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Obras Públicas de la avenida Reforma —enfrente del Walmart— tiene serios problemas de cimentación, lo cual representa un peligro latente para quienes laboran o realizan trámites en esa dependencia.
Por increíble que parezca, esta dependencia no ha tomado cartas en el asunto, pese a que en teoría es la especialista en la materia.
En medio de ese riesgo han pasado las administraciones de Gabriel Hinojosa, Mario Marín, Luis Paredes, Enrique Doger, Blanca Alcalá y lo que va de la de Eduardo Rivera, sin que hayan considerado el peligro que corren cientos de poblanos diariamente.
Este inmueble acusa una serie de carencias en su cimentación y en las columnas que sostienen el edificio donde trabajan los encargados de la obra pública en la capital del estado, entre ellos un número importante de ingenieros civiles.
Hay que decir que las direcciones de Protección Civil municipal y estatal se han hecho “ojo de hormiga” y han permitido que esta dependencia continúe operando sin tomar medidas preventivas ante este grave riesgo.
Quienes trabajan en este edificio saben perfectamente las condiciones en las que está, pero nada ni nadie parece estar dispuesto a mover un dedo para resolver de fondo este problema.
En días pasados recibí en las oficinas de Intolerancia Diario a algunas empleadas de esa secretaría, que —por obvias razones— me pidieron resguardar sus identidades. Ellas me dieron detalles de las condiciones del edificio. Créanme que su angustia está más que fundada.
Esperemos que a diferencia de los anteriores, la actual administración tome cartas inmediatas en este asunto.
El alcalde Rivera tiene la palabra.