A los ciudadanos comunes qué les va a importar que los policías que estaban bajo resguardo del ayuntamiento pasen ahora a formar parte de la estatal. Lo que necesitan es más y mejor seguridad para sus familias. Los comercios quieren resguardo policial. Los empleados buscan mayor seguridad. Los adultos y jóvenes, así como el turismo necesitan sentirse seguros en las calles del centro para seguirlas disfrutando.
Las broncas que se traen las autoridades que nos gobiernan sobre los policías es lo que menos nos importa. La exigencia es simplemente una: más seguridad para todos los poblanos.
Los ciudadanos necesitan de una Policía que les brinde confianza, que sea honesta, profesional, capacitada, no corrupta y capaz de enfrentar todos los días a la delincuencia, que se ha desatado por todos los rumbos y colonias de la capital poblana.
De nada servirá cualquier decisión que se tome, si los índices sobre la delincuencia en Puebla no bajan y también su situación de abuso y corrupción.
Así como están las cosas en el país, para qué diablos queremos que la violencia crezca y en un momento dado se convierta en un asunto incontrolable.
No se puede cantar victoria en Puebla, la seguridad para cualquier ciudadano es un derecho constitucional que debe brindar el gobierno. Esto aún no se cumple.
Los resultados y evaluaciones que han hecho los órganos de seguridad federal sobre nuestra Policía, no son los mejores.
Muchos factores sociales y económicos han hecho que nuestro estado y la propia ciudad se conviertan en puntos estratégicos para la delincuencia no sólo local, sino aquella que viene de otras entidades como el Distrito Federal, Veracruz y Oaxaca.
Algunos hechos como los asaltos, robos y violencia en contra de las víctimas, se están presentando con mucha saña e irracionalidad violenta. Hechos que antes no se veían o conocían entre nosotros.
Por ejemplo, es un secreto a voces que se da entre los jóvenes de clases medias altas, también en algunas instituciones de carácter privado, lo mismo que en bares, discotecas o centros de diversión. Cuando algún estudiante entra en crisis económica —por haber tomado para la “briaga” o para echar “desmadre” los recursos que les fueron enviados por sus familias para el pago de sus colegiaturas— lo más tranquilo que hacen es robar una computadora o una iPad para venderla, pero se torna peligroso cuando actúan en complicidad y sus pensamientos se vuelven criminales, porque pasan a los hechos y secuestran o privan de la vida a algunos de sus propios compañeros.
Ejemplos sobran y bastan en nuestra ciudad, todos los días y a todas horas se dan hechos violentos y delincuenciales. Obvio, no somos una ínsula, tampoco estamos exentos de los efectos de la criminalidad, pero si se pueden prevenir y evitar.
Para ejemplificar lo antes mencionado, comentaré sólo dos casos que muestran las formas sanguinarias y altamente violentas que están tomando algunos delincuentes y bandas de malandrines.
La Procuraduría General de Justicia (PGJ) esclareció un triple homicidio ocurrido en la colonia Azcárate. Detuvieron en la ciudad de a Edgar Vicente Abundio Zámano, de 22 años, originario de Oaxaca, y Eduardo Isaí Victoria San Juan, alias “El Pituche”, de 21, originario del Distrito Federal, como presuntos responsables. Estos animales eran “cuates” de la familia y compañeros en una institución educativa de uno de los jóvenes asesinados. Sin sentido alguno, con toda la sangre fría los mataron para robarles y pagar sus deudas.
Por otra parte, el juez Noveno de Defensa Social, otorgó las respectivas órdenes de aprehensión en contra de Alan Emmanuel Aparicio Pérez alias “El Halcón”, María del Socorro Pardo Cruz alias “La Güera”, y Salomón Chacón Gómez alias “El Chino”, por su probable responsabilidad en el homicidio de una madre de familia y sus dos menores hijas.
“Irma Flores Romero, de 26 años de edad, y sus hijas Brisa y Abril de 6 y 4 años de edad, respectivamente, cuyos restos fueron hallados en una zona de difícil acceso en la comunidad de San Antonio de Juárez, perteneciente a Tecali de Herrera, lugar donde fueron degolladas.”
En otras partes de la ciudad han atracado a ciudadanos, en algunas calles del centro le han arrebatado los celulares a los chavos, en el zócalo han despojado a los estudiantes de algunas de sus laptops, en las colonias populares la violencia crece y las bandas se multiplican.
Eso de los carteristas en los autobuses de pasaje ha pasado a la historia, hoy esperan alguien los días de quincena a las afueras de un cajero y los asaltan.
En algunas universidades públicas y privadas, los estudiantes van a las tiendas y roban algo, si se descuidan sus propios compañeros se llevan la computadora portátil o el celular. Unos más atracan a las chavas cuando andan medio tomadas en las discotecas o lugares de cotorreo juvenil.
Nuestros policías municipales o estatales andan muy “conchas” en sus patrullas, dizque patrullando las calles. Para “apantallar” ponen sus sirenas y encienden sus torretas y después no detienen a nadie. Los más celosos de la seguridad se paran en alguna esquina, sacan sus celulares, hablan, mandan mensajes y nada pasa. Los motociclistas se paran en grupo, hacen que vigilan y dejan pasar el tiempo afuera de alguna tienda de auto servicio.
Muchos tienen sus propios contactos, llegan a las colonias y les dan baje a las bandas. No entran en las zonas de alta peligrosidad.
Lo único que pedimos los ciudadanos comunes es seguridad y mejores policías, los pleitos que se traen en nada ayudan. Estoy convencido de que aún se puede disfrutar y caminar tranquilamente por nuestro Centro Histórico y muchas de sus calles.