Bueno, no pasaron ni 24 horas después de la partida hacia Cuba del santo padre, para que la guerra política de baja intensidad asomara nuevamente su cabeza. El escándalo surgió cuando el portal de noticias La Silla Rota diera a conocer una grabación entre la candidata del PAN, Josefina Vázquez Mota con su asesor de redes, Agustín Torres, en donde ambos hablan de lo pesado que fue Ernesto Cordero, después de las sufridas “friegas” que se ha llevó la “pobrecita” de Vázquez Mota, y finalmente se mofan diciendo “un saludo cariñoso para Genaro García Luna, que nos graba en lugar de grabar al ‘Chapo’. Y un saludo muy amoroso a Alejandra de la Sota, que filtra nuestras llamadas telefónicas. Pinche Sota”.
El espionaje telefónico se ha convertido en uno de los deportes (políticos) favoritos de nuestra clase política, es una práctica que comienza a volverse común en nuestro país en momentos clave y coyunturas electorales. Es un trabajo que hacen los órganos de inteligencia del Estado y también lo practican algunos grupos de poder político. Sin embargo, esto puede resultar muy peligroso para las instituciones y la propia vida democrática en el país.
Intervenir y grabar llamadas telefónicas de candidatos, gobernadores o funcionarios públicos, para después filtrarlas a los diferentes medios de comunicación, son “guerra sucia”, estrategias ilegales que sirven para destruir al adversario y también pueden funcionar para golpearse internamente.
De nada servirán las denuncias presentadas, en este caso por el equipo jurídico de Vázquez Mota, sobre presuntas intervenciones ilícitas de comunicaciones privadas, siempre es la misma película; todos los afectados las han hecho ante la PGR, y hasta donde sé ninguna ha podido decirnos dónde apuntan y quiénes son los culpables.
Cuando filtran una conversación telefónica es obvio que calculan el momento y su impacto mediático y social, dependiendo del “pez gordo” que se trate. El espionaje también lo utilizan para beneficiar al bando contrario.
Los panistas deberían de preguntarse primero: ¿quién graba a quién? Porque si es “fuego amigo”, la cosa entonces es delicada para el equipo de Josefina Vázquez Mota, precisamente a unos cuantos días de que arranquen las campañas. Pero si tratan de usar dicha grabación que por algunas manos peludas les haya sido entregada, para filtrarla y después victimarse, hacer escándalo público, simular denuncias legales, para volver a posicionarse entre la opinión pública, esto también en un corto plazo puede resultarles peligroso.
Si se la pasaron al PRI —o no— desde dentro, para reventarla y buscar “balconear” la bronca que se trae Vázquez Mota con Genaro García Luna, cuando este último ha sido vulnerado por el asunto de la francesa detenida y el montaje hecho para su detención, tal vez el asunto sea mucho peor.
En México ha habido muchos casos sobre esta práctica ilegal, algunos ejemplos muy sonados y que causaron un escándalo nacional fueron el de Mario Marín Torres en diciembre de 2005, por la detención en Cancún de la periodista Lydia Cacho. Aquella conversación filtrada del exgobernador con Kamel Nacif, lo marcaron para siempre, fue brutal su impacto y poco faltó para que dejará el gobierno. Hoy Marín Torres no puede ni asomar la cara en su partido y mucho menos enseñar las uñas en este proceso electoral, está excluido por el propio Peña Nieto. Muchas hipótesis empiezan aparecer, demasiada tinta correrá en estos días sobre dicha filtración y el espionaje en México. Los medios se darán vuelo con la información y las acusaciones mutuas entre el PAN y PRI crecerán y se pondrán “buenas”.
Este tipo de conversaciones filtradas, editadas o no, manipuladas o no, “si es su voz pero no es él”, como sea que fuese, son condenables e ilegales. Puesto que manos muy perversas y grotescas las utilizan para sus propios intereses, que destruirán lo poco que hemos creado en el país y minara nuestra endeble democracia que tanto nos ha costado.