El 1 de Mayo dejó de ser una jornada importante para la clase trabajadora del país. Las exigencias por mejorar los salarios y los derechos de obreros y empleados sólo son meras consignas políticas. Los líderes de sindicatos oficiales y corporativos del PRI continúan siendo una bola de “vividores” y electoreros, lo mismo que los llamados gremios independientes: nunca defienden a los obreros, sólo les interesan los contratos colectivos y las cuotas sindicales.
Los mártires de Chicago, Río Blanco y Cananea son un bonito referente histórico y nada más. En el país nadie discute si es viable o no una reforma laboral, tampoco sobre las nuevas condiciones de trabajo y las nuevas demandas laborales. Las marchas nacionales o locales se traducen en un circo y las “payasadas” de sus participantes: desfilan de dulce, chile y mole. Otros “ultras” presuntamente generan conciencia en la clase obrera y la mayoría de los trabajadores sólo asisten por obligación sindical y les “vale un chorizo” sus derechos.
Por eso andan como andan las cosas en México. Si a los trabajadores no les importan sus derechos y obligaciones, mucho menos a sus familias. Como los acostumbraron a obedecer, trabajar, pagar sus cuotas y votar por el Revolucionario Institucional, hasta el instinto de protestar o defender su derecho a la huelga desapareció. Mientras una minoría de trabajadores mexicanos cuenta con derechos y buenas prestaciones laborales en el país, la inmensa mayoría no tienen ninguna prestación social, económica y social. Esto no es nuevo, siempre ha funcionado de esta forma, es la desigualdad que se vive y existe.
Ni el PRI —aquel “gran partidazo” de los obreros y campesinos que los defendía— ha logrado cambiar y beneficiar las condiciones de trabajo de sus sindicatos como CTM, CROC, FROC, petroleros, electricistas y hasta burócratas. Sus dirigentes son diputados, senadores y viven en la opulencia, lo mismo que sus secretarios locales y delegados sindicales.
Del PAN da lo mismo. Es más, ni obreros tienen entre sus miembros. Jamás se han acercado con los obreros, sólo les ofrecen el bien común y sus gobiernos se la pasan diciendo —como Felipe Calderón Hinojosa en los Estados Unidos— que gracias a los empleos creados ha bajado la migración. ¡Esa es una mentira del tamaño del cielo!
Las cosas empeoraron para todos los trabajadores con su lucha en contra de los narcotraficantes, porque inquietó a los inversionistas y hoy nadie genera empleos en las zonas en donde hay batallas entre las fuerzas del gobierno y los delincuentes.
Bueno, hasta el candidato reluciente del “Canal de las Estrellas” sólo los apacigua y los engaña con la cantaleta de que mejorarán los salarios, que la economía crecerá y que habrá empleos. Sólo falta que nos diga cómo le hará, pues el mismo modelo económico que hoy funciona con los panistas, será el que implementará.
Que les pregunten a los obreros que no tienen ningún derecho, a los informales… bueno, a los empleados cuánto les cuesta adquirir una casita. Para empezar son un montón de papeles para tramitarla en Infonavit. Quienes carecen de éste deben buscar una hipoteca bancaria o en algún fideicomiso para la vivienda, engancharse con un banco, luego con la constructora, pagar un enganche en efectivo y endeudarse por toda su vida laboral para obtener una jodida casa mal construida. Mucha gente no tiene casa propia en México, renta y con los caseros las batallas son interminables. Unos dicen que sale más barato construir, que se hace con la mitad de lo que sale cuesta una casa. ¡Pero con qué ojos!
La opción más aventurada es afiliarse con una corrupta organización social —como los “antorchos” que ayer sólo eran campesinos y hoy son hasta propietarios de bienes inmuebles— para tener un terrenito. Estos “canijos” venden todo, hay que asistir a sus mentirosas reuniones del domingo, cooperarles para don Aquiles Córdova y luego hasta marchar unas 10 mil veces… Así funcionan estos miserables.
Para acabar pronto, si no hay derechos ni siquiera para lograr una vivienda, mucho menos hay seguro social, pensión, vales de despensa u otras obligaciones que deben cumplir los empresarios.
Menos mal que no experimentamos los efectos de una recesión económica como la que viven españoles y griegos, porque nuestra clase obrera ya estuviera llorando sus penas, sin saber qué hacer.
Pero eso sí, se veían muy “bonitos” con sus pantalones deportivos y playeras nuevas —lo único que les dan los sindicatos— marchando en silencio y esperando sólo llegar al zócalo para irse con sus familias a la feria. Total, no pasa nada en México, que se jodan los otros. Ahora, a prepararse para el desfile del 5 de Mayo.