El pasado domingo acompañé unas cuantas cuadras y asistí a la marcha que convocaron muchos ciudadanos y jóvenes de todo el país, así como de otras partes del mundo, en apoyo a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. El día anterior (sábado) cientos de jóvenes convocados por las redes sociales se juntaron y caminaron al zócalo poblano para gritar sus propias consignas, para mostrar sus cartulinas y protestar con sus risas y alegrías el rechazo hacia Peña Nieto y Televisa.
Como hormiguitas las y los chavos caminaron sobre la avenida Juárez para llegar al punto de reunión, llevaron pequeñas mantas pintadas por ellos mismos, hojas de papel periódico con frases críticas, otras con llamados en apoyo al “Peje”; solitos se juntaron con sus cuates y sin que nadie los obligara y menos aún esperando la torta o el pase de lista, marcharon para llegar al zócalo. Una gran bandera nacional ondeó y encabezó su caminar, nunca se cansaron de gritar, lo hacían con gusto, nadie los manipulaba o les decía qué hacer, nunca vi que pintaran algunas casonas históricas, tampoco que se pelearan con algún automovilista. Repartieron toda clase de volantes y caricaturas publicadas por los moneros de La Jornada. Fueron los jóvenes quien pusieron sabor y alegría, nunca se cansaron de gritar “¡ni un voto al PRI!”, buscando ser escuchados.
Por lo menos los protagonistas de siempre, los oportunistas de la llamada izquierda o los “abajo firmantes” de cualquier desplegado, salvo unos que otros que siempre llegan, no se “agandallaron” la marcha. Las banderas partidarias tampoco estuvieron y fue bueno, los chavos prefirieron hacer su propia propaganda y desplegar sus pegotes y cartulinas. Fue bueno que las burocracias y los “líderes” de la izquierda poblana se lanzaran a Tecamachalco porque si no hubiese aparecido el legislador convergente, enalteciendo su “egoteca” personal, para hacer campaña por él solito y otra por un distrito local del PRI.
¡Uf!, qué bien que no llegaron los “Chuchos” del PRD y sus tribus, tampoco aparecieron las gorritas rojas de los “Betos Anayas” del PT, fue buenísimo que no llegaran porque hubiese valido la marcha de los muchachos. Después de la “grillita”, comento que cuando arribaron al zócalo en un domingo muy caluroso no hubo los clásicos oradores de siempre, esos que se avientan los grandes “chorizos” para terminar sin decir nada.
Así los jóvenes pudieron desplegar su algarabía y protestas, saltaron al grito de: “¡el que no brinque es Peña!”, mostraban a los paseantes sus consignas, se sacaron fotos por celular y enviaban las imágenes a sus cuates, otros se treparon a la fuente de San Miguel y coreaban su rechazo al tricolor.
Los estudiantes andan prendidos, volvieron a salir a las calles, no importa cuántos fueron, perdieron el miedo y la vergüenza como varios chavitos lo comentaban, algo me llamó la atención: las jóvenes fueron y son las más activas. Lo que nunca imaginó y quiso el PRI —enfrentar a los estudiantes— lo han vuelto hacer y vaya de qué manera, sus viejos dirigentes no aguantaron ni un poquito y sacaron a relucir aquel pasado que los atrapa. ¡Aguas!, hoy los nuevos spots de Peña Nieto tratan de confundir con sus “diez mandamientos democráticos” y del mismo modo con el manejo de su lenguaje, diciéndonos que es el partidario de la tolerancia y el diálogo.
Lo que realmente piensan es como lo dicho por Blanca Alcalá Ruiz: “En rueda de medios, la candidata al Senado por el PRI y Verde Ecologista de México, consideró que los jóvenes que han participado en las marchas antipeña son manipulados por otras fuerzas políticas. Llamó a sus padres a que no los dejen participar en este tipo de actos ya que están motivando el descontento, la intolerancia y propician la violencia.”
La neta, esta señora se pasó de lanza, no tiene ninguna autoridad moral para regañar a los estudiantes, ¿qué hizo por ellos como presidenta municipal? Nada. Sólo pensaba en su obsesión y ambición personal por el poder.
En fin, lo cierto es que los chavos están participando y es nuevo fenómeno social en México. Sin embargo hay que mantener la cabeza y el corazón muy fríos, con llenar plazas, manifestarse, protestar y hacer uso de las redes sociales no es lo suficiente para que López Obrador gane la Presidencia de la República. Se necesita llenar las urnas con los votos juveniles.
El PRI no está derrotado, tampoco el PAN, falta mucho por hacer para resquebrajar sus estructuras creadas en todo el país. Esta última etapa es crucial, hay demasiados intereses de por medio, nuestra nación no merece que un “galán de televisión” sea quien nos gobierne, necesitamos un estadista para salir del atolladero. Si los jóvenes logran sacar a votar a los más diez millones de sus camaradas para el 1 de julio, entonces estarán escribiendo su propia historia para transformar a su país.