Resulta “harto” interesante observar el comportamiento en las redes sociales de cada uno de los candidatos y de sus respectivos operadores y seguidores.
Sin importar si aspiran a la Presidencia de la República, al Senado o a una diputación federal, todos cantan victoria como si los triunfos electorales dependieran de una declaración personal.
Así las cosas, lo mismo vemos a priistas, pejistas y josefinistas declarando en Twitter sus respectivas hazañas electorales, al igual que vemos a los suspirantes al Senado en Puebla jurando que tienen el triunfo en la bolsa.  Es tan ridícula la fiebre vencedora, que hasta los candidatos del Panal utilizan la frase “ya ganamos” como hashtag entre sus seguidores.
Si todas las prematuras proezas de los diferentes candidatos se hicieran realidad, créanme que Los Pinos terminarían convertidos en una enorme vecindad en donde hasta Quadri tendría derecho a ocupar cuando menos el cuarto de servicio.
Otros dos espacios que tendrían que ser remodelados con urgencia serían las Cámaras alta y baja, las cuales triplicarían su quórum para dar cabida a todos los hocicones candidatos que desde ahora cantan victoria.
Por lo pronto, a cuatro semanas de la elección y a tres de que culminen las campañas son muy pocos los que pueden cantar victoria; uno de ellos es Miguel Mancera en el Distrito Federal, a quien —con su 65 por ciento de preferencias— no lo baja ni el mismísimo Jesucristo.
Y por lo que toca a Enrique Peña, todo indica que aunque seguirán creciendo los movimientos en su contra, el tiempo corre a su favor. Seguramente se cerrarán aún más los números, pero calculan —en su búnker— un triunfo de 8 puntos en el peor de los escenarios. Y aunque los fanáticos de AMLO se empeñen en mandar señales de que están muy cerca del priista, la realidad es que la marcha “Yo soy 132” sufre una crisis de tiempo, ya que necesitarían mover en tres semanas las conciencias de 6 millones de electores para emparejar la contienda.
Hay lecturas del cuarto de guerra tricolor que los llevan a concluir que si el movimiento hubiese surgido al inicio de la campaña, los números tendrían en jaque a Peña Nieto. Sin embargo, en el momento en que los operadores de izquierda intentaron capitalizar el movimiento estudiantil la decisión de un alto porcentaje de votantes en favor Enrique Peña estaba tomada.
Y como no hay plazo que no se cumpla, justo en cuatro semanas sabremos el resultado de todas estas historias.
Veremos y diremos.

El debate, otra tomada de pelo
Nunca había visto un encuentro tan absurdo y ridículo como el debate que escenificaron los cuatro candidatos que encabezan en Puebla las fórmulas al Senado de la República.
Por increíble que parezca, de los cuatro personajes que vimos debatir tres de ellos tienen un lugar seguro como senadores.
Blanca Alcalá y Javier Lozano serán senadores ganen o pierdan, al igual que Manuel Bartlett, quien encabeza la lista plurinominal por el PT.
El único que no será senador es Víctor Hugo Islas, quien seguramente negoció con la maestra Gordillo su aparición en las boletas, a cambio de beneficios personales.
En conclusión, los poblanos fueron timados con un debate en donde todos habían ganado de antemano.
Sobra decir que como en todas las campañas, los únicos que pierden —incluso el tiempo— son los electores.