Sorprendentemente, Javier Lozano Alarcón se ha dedicado a presumir por doquier su derrota electoral de hace 8 días, la cual le permitió colarse como primera minoría, que no es otra cosa que el “premio a la mediocridad” que nuestra desastrosa ley electoral otorga al “menos malo” de los candidatos perdedores.
Las fotografías de nuestra portada de hoy reflejan el cinismo de un personajes que llegó a soñar hasta con la candidatura presidencial por el Partido Acción Nacional, gracias a la supuesta simpatía que Felipe Calderón profesaba a su secretario del Trabajo. Sólo en México se premia a los perdedores, y aunque no será el único senador que arribe a la llamada Cámara alta por la vía de la derrota, será el más representativo, ya que el señorito llegó a poner los ojos en la Presidencia de la República.
Vale la pena hacer hincapié en este punto, considerando que la fallida candidatura de Josefina Vázquez Mota provocará que muchos panistas piensen que con otro candidato les habría ido mejor.
En esta lógica, podemos ir borrando de la lista a Lozano Alarcón, quien no puede ganar ni en su estado, lo cual implica que de haber alcanzado el abanderamiento presidencialista seguramente hubiera entregado peores resultados que los de Josefina. Sin embargo, llama mucho la atención que en su cuenta de Twitter el ahora senador electo insistiera que él ganó los cuatro distritos de la capital, por encima de Blanca Alcalá.
Conociéndolo, no dudo ni un segundo que este personaje esté pensando en competir por la alcaldía de la ciudad en 2013.
Vaya, vaya.
No sé cómo vaya a ser tomada esta postura en Casa Puebla y Casa Aguayo, pero es evidente que en este momento las canicas de Lozano valen menos que un “tortibono”. A partir de hoy, Javier Lozano tendrá que aprender a vivir sin el padrinazgo del presidente Calderón, y con el enojo del Señor de Los Cerros quien —me aseguran fuentes al interior— no lo baja de perezoso y soberbio.
Así las cosas, tengo claro que es cuestión de días para que Javier desocupe su departamento de La Vista y emigre velozmente hacia tierras chilangas. En términos beisbolísticos, dirían los viejos cronistas al ver volar la esférica tras un bambinazo de cuatro esquinas: “ojos que lo ven partir, jamás lo verán volver”.
Y si no, al tiempo.
Con la vara que mides…
Recuerdo a Rafael Moreno Valle como candidato a gobernador prometiéndole a la burocracia su permanencia laboral, en caso de que lograra el triunfo electoral. Incluso, habló con insistencia sobre el “Servicio Civil de Carrera”, que no es otra cosa que la certeza de continuidad para quienes cuentan con una plaza en la administración pública, sin depender que partido gane o pierda las elecciones.
Lamentablemente, las promesas se perdieron en el aire, y como lo dice el impecable reportaje de Jorge Castillo en la primera plana de Intolerancia Diario, ya son más de 4 mil los despidos en lo que va del sexenio. Una cifra más que alarmante y que describe a la perfección el sello de este gobierno. Sin duda, violar sistemáticamente las reglas no escritas de la política conlleva a que de manera fatal termine aplicándose una vieja máxima que dice “con la vara que mides… serás medido”.
Son leyes de vida.
El cinismo hecho senador
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