Antes de escribir mi “rollo” sobre los nuevos tecnócratas priistas y sus aliados, los neoliberales azules, diré que después de los comicios del pasado 1 de julio varios, cientos o miles de priistas se les escucha y se ven muy chistosos, también andan bien alzaditos, valentones y triunfalistas. Otros son medio payasotes, les sobra soberbia y se muestran ganadores. Piensan que hicieron la gran hazaña histórica de su vida y que le mostraron al mundo de lo que son capaces por su gran amor a la democracia mexicana.
Qué más da, se sienten los próceres del país por su regreso al gobierno, piensan que hicieron la segunda parte de la Revolución mexicana. Francisco Villa, Emiliano Zapata, Francisco I Madero, Flores Magón, Plutarco, Obregón y el propio “Tata” Lázaro Cárdenas se quedan cortos ante su “victoria” tricolor. Hablan con nuevos modales políticos, se declaran los vencedores únicos, vuelven a repetir las frases de su pasado y llaman a la oposición a comportarse: “Nadie tiene derecho a polarizar a los mexicanos”, “queremos vivir en paz”, “dialogaré con la oposición”, “nadie tiene derecho a lastimar la unidad de los mexicanos, “gobernaré para todos”, “las elecciones quedaron atrás” y “seré respetuoso de la ley”.
Se ven tranquilos, sus largos años de experiencia en estos menesteres de los conflictos que entraña la democracia electoral los hace mostrar de qué están hechos. Caminan adustos, con el triunfo en la bolsa, poco les preocupa la impugnación del “redentor de las izquierdas”, muy trajeados hacen sus conferencias de prensa encabezados por el mandamás de Quintana Roo. Su vieja burocracia partidaria es la que hace frente y “blinda” al sucesor de Felipe Calderón Hinojosa. Mientras el PRI busca quien los reconstruya, siguen gozando en medio de un silencio extraño su presunto triunfo electoral. En diciembre su celebración será fastuosa y los patios del Palacio Nacional volverán a recordar las grandes fiestas del partido único. Para entonces el pueblo y la militancia priista se emborracharán de gusto por todas las calles de México.
Las felicitaciones del exterior siguen llegando y los pone contentos por el reconocimiento. Los recién nombrados senadores y diputados del PRI, quienes representaran al pueblo en ambas Cámaras, sólo esperan el llamado de su presidente electo para acudir presurosos al saludo oficial, al abrazo y para recibir todas y cada una de las indicaciones de los nuevos neo-priistas. Con tiempo y sin él, las viejas costumbres del pasado régimen vuelven a aparecer en muchas partes y lugares, todos se dicen muy amigos y cercano del presidente, hablan de viejas y buenas relaciones políticas con él, se expresan como buenos mitómanos de Peña Nieto y casi son brothers. Otros hablan de las grandes cantidades de votos que le aportaron, algunos más se aventuran a decir que son hasta “compadritos” de la pareja del año.
Los jóvenes siguen muy molestos, andan de duelo todavía, protestan y aún no digieren lo que vieron en las elecciones, se atrincheran, sacan sus manifiestos y uno de ellos hasta lo más alto de la “Estela de Luz” se ha trepado. Si se radicalizan, su lucha se aislará de la sociedad y se convertirá en un movimiento testimonial. La gente no está pensando en revueltas, tampoco le gustan; marcha y se solidariza, pero cuando las posturas tienden a tomar otros rumbos “se abre”. Con todo esto que sucede en varios contextos políticos en México, luego con una derecha que nada quiere con Andrés Manuel López Obrador, que ella solita impugnará para después sentarse a negociar, más una izquierda que busca seguir existiendo del martirio y del sacrificio en nombre de las sacrosantas masas, pues el PRI la tiene fácil.
Mientras en la calle hay gritos y marchas para celebrar la derrota, que es el fantasma que persigue a la izquierda, mientras se siga en la ruta del conflicto postelectoral se estará dejando y descuidando un flanco muy importante. Puesto que las elites del PRI trabajan y están metidas de lleno en las primeras acciones que impulsarán, además los tecnócratas de Peña Nieto preparan las reformas que de inmediato quieren aprobar. Éstas tienen que ver forzosamente con la economía, sobretodo para evitar los efectos de la crisis que se vive en Europa. Con los neoliberales del PAN aprobarán los cambios necesarios sobre una nueva ley laboral, la energética y sobre los nuevos marcos legales que requieren para privatizar otros sectores estratégicos. Sí la izquierda no es capaz de hacer los contrapesos ante las reformas que vienen, éstas golpearán con fuerza a los sectores más vulnerables.
Lo político lo resolverá el PRI, hoy esta nueva clase que se presume asumirá el poder en México anda en otra pista, quieren combinar la eficacia (promesas) de Peña Nieto con las fórmulas de los tecnócratas económicos como Guillermo Ortiz, Santiago Levy y Miguen Ángel Gurria, entre otros; les urge meter al país en una dinámica más abierta para su economía y desarrollarlo a como dé lugar. Todo lo relativo sobre el combate a la pobreza, desigualdad social, salud, educación, pensiones, seguridad social y prestaciones laborales pasaran a un segundo término. La desorientada izquierda puede seguir su ruta trágica de auto flagelarse y seguir perdiendo elecciones; eso le gusta, sus burocracias viven de esto.