Para entender al panista Diego Fernández de Cevallos primero es necesario preguntarle a su psiquiatra de cabecera si lo hace conscientemente, o vive uno de sus lapsus brutus. Porque los que conocen y saben la forma de actuar de este personaje de la picaresca política mexicana, saben que no da un “paso sin guarache”; todo es mero negocio, o como sus litigios, que siempre le han dejado carretadas de dinero.
Lo que acaba de decir el excandidato presidencial del PAN sobre Andrés Manuel López Obrador: “siempre me ha parecido que es un tipo loco y violento, un embustero, un falsario agazapado que no le conviene a la izquierda ni a México”, simple y llanamente muestra su pobre condición humana, su odio, rencor y venganza política con la que siempre ha actuado. Además, es el vil retrato de uno más de los voceros de oficioso del Revolucionario Institucional. Ayer lo hizo muy bien el expresidente Vicente Fox Quesada para apoyar en plena campaña electoral al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto; hoy lo hace de manera excelente Fernández de Cevallos, esperando ser recompensado en su momento por el régimen que antes dijo combatir. Así andan los panistas, de cabeza y sin saber para donde ir.
En 1988 este panista fue uno de los que dio la orden para que se quemara la paquetería electoral y no quedará ninguna huella del penoso fraude electoral contra el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Después, cuando Carlos Salinas de Gortari llegó a la Presidencia de la República, fue quien “concertacesionaba” con el poder, pues avaló las reformas al artículo 27 constitucional, y más aún: no salía de Los Pinos. Los priistas de aquellos tiempos se los llevaron al baile, los “chamaquearon” e hicieron con el blanquiazul lo que quisieron. Sobre todo sirvieron para golpear y marginar a la izquierda mexicana.
En momentos de plena derrota electoral de su partido (PAN), bajo situaciones de una profunda crisis partidaria, después de haber perdido el poder y en medio de la disputa por la franquicia partidaria entre el grupo del presidente Felipe Calderón Hinojosa y el de Gustavo Madero, dirigente nacional. De pronto, hace su aparición el famoso y prestigiado abogado panista para darle un “descontón” por la espalda al político tabasqueño. En su viejo estilo de hacer política, pensando nuevamente en el protagonismo mediático y como siempre le han gustado los micrófonos y las cámaras… ¡Sopas!, que le da el “botellazo por la espalda” al famoso AMLO:
“Ése quiere que le regalen la presidencia con el argumento de que o se la dan gratis o les avienta el pueblo. Eso no es honorable, no es honesto y no es democrático”, agregó. “Eso no le conviene a los pobres y eso no puede servir a México”.
Sólo algunos detallitos de estos dos actores de la vida política nacional: el panista siempre ha sido un luchador del bando de los “sucios”; golpea debajo de la cintura, usa toda clase de objetos para dañar a su contrincante y es capaz de meter a la cárcel a sus propios compañeros. El izquierdista es aficionado al beisbol, le gusta el juego de la pelota y no hace trampa. Al primero los medios de comunicación lo bautizaron con el nombre de “La Ardilla”, por aquello de que nunca salía de Los Pinos; al segundo los medios también lo han bautizado con varios sobrenombres como el “Mesías Tropical” o “Redentor de la democracia”, por su terquedad de luchar por la democracia y la justicia en México.
López Obrador sigue siendo un activo y líder de las izquierdas en el país, su carácter y estilos de hacer política a muchos no les atrae, pero no lo pueden acusar de corrupto y deshonesto. En cambio Fernández de Cevallos en estos momentos no tiene ninguna fuerza política en su partido, nadie lo sigue y su momento de gloria ha pasado; bueno, ni siquiera fue representante de casilla el pasado 1 de julio, por lo menos para defender los votos de Josefina Vázquez Mota.
No se voló la barda con sus declaraciones el exrepresentante popular del blanquiazul, tampoco fueron exabruptos en un día malo: fue una artera provocación política y una estrategia bien pensada para quedar bien con los priistas. Nadie mejor para soltar tanto veneno y odio verbal contra la izquierda que dicho personaje. Como cuando agarran valor y se ponen muy valientes con una o dos copas de aguardiente algunos parroquianos en las cantinas, así parece ser que le pasó a uno de nuestro mejores líderes morales del panismo, porque también se les fue encima a los “chavos” del #yosoy132 cuando les disparó diciendo que su movimiento está infiltrado y dijo estar muy consternado porque su movimiento perdió la esencia original que tenía: “una idea de inconformidad y de lucha en el ámbito legal y pacifico”.
Qué culpa tienen los jóvenes que este “personajazo” ande que no lo calienta ni el sol; por lo menos ellos no han vendido su movimiento a Los Pinos, como en otros años lo hizo con su partido quien ahora los critica. Bueno, no está mal, por lo menos el tricolor ahora tiene un vocero más, que con sus groserías hará más divertidas las grises conferencias de prensa de don Pedro Joaquín Codwell. Esos litigios son los que le gustan al abogado, porque son los que dejan mucho “varo”.
La ardilla de Los Pinos
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