“Cómo pasa el tiempo tan rápido”, es una de las muchas frases que se repiten comúnmente y pareciera que fue ayer cuando hubo las elecciones locales. De pronto, nos encontramos que muchos quieren y se anticipan a los tiempos y plazos legales para competir en sus partidos políticos por la nominación oficial y ser candidatos a la presidencia municipal de Puebla.
Estas elecciones intermedias que se avecinan, para renovar el Congreso local y los 217 municipios del estado, sin lugar a dudas serán muy competidas, disputadas y con nuevos ingredientes políticos. Más allá de que sean de cuatro años y medio, serán la antesala para empezar a construir diversos proyectos de mediano y largo alcance tanto para el grupo compacto que ejerce el poder como para la principal fuerza opositora en términos locales (PRI).
La clase política no se prepara, está metida en la precampaña por los comicios que vienen, hoy eso de esperar ha dejado de funcionar para los nuevos y viejos políticos, dirán ellos que “los tiempos son fundamentales”: si no se mueven, lo harán otros y cómo no están dispuestos a que se les ganen la carrera, mejor han empezado a ocupar espacios, posicionarse y verse por todos lados.
Unos dicen “que ha llegado su momento”, otros “que es hoy o nunca” y algunos más “que son los mejores para gobernar”. Aquello de que la caballada está muy flaca poco a poco va quedando en el muro de los dichos priistas. La ciudad de Puebla aparte de ser patrimonio histórico también se ha convertido en una “joyita” muy apreciada y disputada por políticos, empresarios y ciudadanos que buscan dicho tesoro político para poderla gobernar. Las principales ciudades del país son espacios muy disputados por lo que son y representan, estos centros urbanos aparte de concentrar al mayor número de habitantes de una entidad reciben buenas participaciones y son beneficiadas con grandes proyectos de desarrollo; por supuesto que están llenas de contrastes y desigualdades sociales, pero al mismo tiempo son un espacio propicio para lucirse, verse y presumir políticamente.
En concreto, sirven para promoverse o posicionarse con fuerza ante grandes núcleos sociales, son un trampolín partidario para saltar a otros espacios de poder y sirven de plataforma para candidatearse al gobierno local. Como nunca antes, la capital poblana tiene muchos tiradores, pocos proyectos, muchas ambiciones y pocos quienes la quieran y busquen transformarla. Quien gobierna cualquier estado necesita mantener su fuerza política en las legislaturas locales y en los ayuntamientos para mantener su estabilidad interna, para darle continuidad a sus proyectos de gobierno, sobretodo para impulsarse en el ámbito nacional. Cuando algunas capitales son gobernadas por un partido diferente al del gobernante, simplemente es un “desmadre” y las broncas son diarias, con resultados fatales para los ciudadanos.
La ciudad de Puebla crece año con año de manera desordenada, es una de las principales capitales del país, sus habitantes demandan servicios públicos, hay pobreza y opulencia, tiene emigraciones internas y de otros estados, y poco a poco su cultura es heterogénea. Es la puerta para el sur-sureste del país, ofrece grandes servicios de educación, turismo y comercio. Tiene más potencialidades de desarrollo que Tlaxcala; Toluca, en el Estado de México; Jalapa, del estado de Veracruz; Cuernavaca, de Morelos y Chilpancingo en el estado de Guerrero.
Está “joyita” poblana sólo la han gobernado tanto el PRI como el PAN, su alternancia es muy rara y el bipartidismo se ha instalado entre nosotros. La oposición de izquierda siempre ha sido utilizada, manipulada y usada para beneficiar a uno u otro partido. Tal vez poco a poco podamos entender por qué hay muchos aspirantes a dirigirla, gobernarla o liderarla. Al paso del tiempo y como corran los momentos, las cosas se irán acomodando de acuerdo con los propios intereses de grupo o partidarios. Las listas se depurarán dependiendo de los “amarres” locales y nacionales, de las negociaciones, acuerdos y pactos entre gobernador, partidos y caciques de grupo.
Como ejemplo, sólo veamos los nombres que se empiezan a manejar para la ciudad: Fernando Manzanilla Prieto, Jorge Aguilar Chedraui, José Antonio Gali Fayad, Francisco Rodríguez, Amy Camacho, Miriam Arabián y Ana Teresa Aranda. Los demás que se apunten por el PAN sólo buscaran negociar puestos y prebendas. En el caso del PRI, su lista la encabeza el actual rector de la UAP, Enrique Agüera Ibáñez, una carta fuerte y bien posicionada ante la opinión de los poblanos; le sigue Enrique Doger Guerrero, quien ha sido edil del ayuntamiento poblano, luego el empresario José Chedraui Budib y Alejandro Armenta, que busca hacer su “ronchita”.
Bueno, la izquierda partidaria simplemente no tiene candidato alguno en estos momentos que compita y pueda ganar la ciudad, esa “gran capacidad” que tienen para engañarse y mentir sólo los ha dejado en el ridículo; la esposa de Andrés Manuel López Obrador, aparte de estar “encabronada” por no haberla siquiera consultado, les ha mandado a decir que no y muchas gracias por candidatearla.
El entramado electoral ha quedado listo, la reforma electoral fue aprobada, la redistritación quedó confeccionada y los tiempos siguen avanzando; pronto, en noviembre, empezará el proceso formal. Nuestra ciudad necesita de cambios de fondo, de grandes soluciones urbanas, de buenos servicios públicos, transporte limpio, de ampliar sus libertades públicas, seguridad, desarrollo social, sustentabilidad ambiental, deporte, cultura, empresas culturales y ampliar su oferta turística.