Ésos sonoros, estruendosos y bien acompasados gritos que salían de cinco mil gargantas de: ¡Uuuleeeero...! Y las muy afectuosas mentadas a unísono coro, los acariciadores gritos, acompañados con golpeteo de los píes sobre el graderío de lámina, como un grito de guerra de: ¡1,2,3....Ta...ta...tata...el juez! Nunca más volverán a escucharse en Puebla.
Tampoco se volverán a escuchar las rítmicas notas al pazo doble, de "Gallito", "El gato montés", "Puerta grande", la muy castiza "Iberia", el himno nacional taurino "Silverio". No escucharemos nunca más las notas: "...en un lancé de Fermín se ha enredado una chiquilla, y esa chiquilla es Sevilla...Armilla, Armilla"; ni, las de "..."hay emoción en el ruedo, el sol brillando en la arena ¡Carlos Arruza torea!". Acordes que salían de las bandas pueblerinas y en las corridas encopetadas, la banda municipal o la del cuerpo de policía.
Y cuando digo que no se volverán a escuchar en Puebla, me refiero específicamente a la ciudad de Puebla, pues, de surgir alguna otra nueva plaza, deberá ser, por logística operativa, razones demográficas, y de desarrollo urbano; además para evitar nuevas dependencias o condicionantes de funcionalidad que emanan de los gobiernos sin transcendencia y efímeros, como sus decisiones.
Él o los dueños de la nueva Plaza de toros de Puebla, que tampoco tiene que llamarse "Relicario" o cosa que se le parezca, deberán ser eso: dueños, propietarios de la plaza, terrenos en que se ubique; instalaciones, incluyendo área de estacionamiento, vendimias y restaurantes, y eso, eso está muy difícil, dentro del área citadina de la Puebla.
Por lo que resulta conveniente que tendrá que ubicarse en alguno de los municipios aledaños y conurbados como San Andrés y San Pedro Cholula, Castillotla o Xoxtla cercanos a la planta VW.
Por lo pronto, vendrá el ayuno taurino, que ojalá no sea muy prolongado; eso es evidente, pues como muy bien afirma Juan Antonio de Labra, no existe por el momento, un liderazgo taurino institucional en Puebla. Los grupos existentes carecen de fuerza o representatividad. Sus propuestas, quejas y lamentaciones no las escucha nadie.
Lo cierto es que la plaza, el llamado “Coso de Los Fuertes” cumplió y en demasía los objetivos por lo que fue instalada en ese lugar; su vida útil, por tratarse de una estructura metálica llegó a término desde hace más de un par de años.
Lo cierto es que existen dictámenes de Protección Civil llamando la atención sobre la necesidad de contemplar su pronto desmantelamiento, antes de que alguna tragedia ocurriera y a últimas fechas se dieron ahí festejos, afortunadamente con muy pobres entradas que representaban una verdadera amenaza de seguridad.
Pero no vamos a entrar en detalles técnicos, argumentos en uno y otro sentido que ya resultan obsoletos.
Por ahora, ya no volverán a escuchar los muy taurinos y sonoros ¡Oles!, ni las estruendosas ovaciones y mucho menos los gritos de ¡Uuleero! Y los más cariñosos y llenos de afectuosa dedicatoria: ¡1,2,3, Ta, Ta, Ta, Taa…el Juez!