Todos sabemos que los organismos electorales que han existido en la historia de Puebla nunca han sido autónomos. Para nada.
Desde la primera Comisión Estatal Electoral creada en la administración de Manuel Bartlett Díaz, cuyo primer presidente fue Javier Zaragoza —personaje al cual el entonces gobernador se sacó de la manga—, nunca ha existido un órgano electoral que no esté manipulado ni manejado desde el poder. A Zaragoza le siguió como presidente un tal Arnulfo Carballido y en la época de Melquiades Morales Flores, Sergio Reguero Placeres. Más tarde la entonces Comisión Estatal se transformó en el Instituto Estatal Electoral, cuyo primer presidente fue Alejandro Necoechea Gómez, un personajazo y cuyo primer director general fue Alejandro Romero Carreto, el cual se cayó por no haber solicitado licencia en su notaría.
Hoy el cinismo se apoderó de la designación del nuevo Consejo General del Instituto Electoral del Estado, por lo que tal vez sin al antiguo “pudor” que bien se le podría llamar también “hipocresía” el gobierno morenovallista deja todas sus huellas en la designación de las figuras que estarán al frente de la organización de las elecciones del próximo año.
De la simulación y la hipocresía hoy pasamos al cinismo y al ingue’ su ma’. Total, para eso son los amos de Puebla.
Deja mucho que desear el poco cuidado de las formas en el proceso de selección, cómo con el mayor cinismo se habla de “los consejeros del gobernador” como Gustavo Garmendia, Guadalupe Esquitín, Víctor Cánovas o Juan Pablo Mirón, como si fuera algo para presumirse. Gustavo Garmendia me cae muy bien, lo mismo que Juan Pablo Mirón, al que le reconozco en cierta medida contar con conocimientos en materia electoral, pero ¿a poco éstos son los méritos que los hacen merecedores a ocupar un puesto en el IEE? Y ya ni decir de Guadalupe Esquitín quien es una perfecta ignorante en materia electoral y Víctor Cánovas “se cuece aparte”, basta con meterse a Google y poner su nombre para que aparezca un blog completamente dedicado a su persona, el cual documenta el paso del operador morenovallista por el estado de Tlaxcala. ¿No la probidad es un requisito indispensable para ser consejero electoral? Y conste que sólo es pregunta.
Muchas veces le escuche decir a Ana Teresa Aranda: “que no haya ilusos para que no existan los desilusionados”, pero esto rebasa todo lo antes visto. Y ni que decir de los 41 indignos que mañana una vez se genuflexionarán ante el gobernador y creerán que todos somos estúpidos, que nos chupamos el dedo. Seguramente saldrán por unanimidad todas las propuestas junto con sus suplentes.
Los titulares del Consejo General del IEE son los siguientes: Fidencio Aguilar Víquez, Víctor Joaquín Cánovas Moreno, Juan Manuel Crisanto Campos, José Gustavo Garmendia Domínguez, Dalhel Lara Gómez, Alicia Olga Lazcano Ponce, Paúl Monterrosas Román, Alejandra Guadalupe Esquitín Lara y José Luis Martínez López.
Algo que llama la atención es cómo el subsecretario de Egresos de la Secretaría de Finanzas, Eduardo Tovilla, tomará el control del manejo de todos los recursos del IEE, el cual transfiere las prerrogativas de todos los partidos que participarán en el próximo proceso. Tovilla envió para que se encargue de la Dirección Administrativa del IEE a Ricardo Aguilar Ramírez, quien como lo anunció el pasado 5 de octubre mi compañero Enrique Núñez, despacha en el edificio de bulevar Atlixco 2103. Pero por si fuera poco, Dalhel Lara —otra tovillista— quien se venía desempeñando como titular del área de Fiscalización, será nombrada consejera y con eso cierran el círculo del manejo de los recursos para no dejar pasar ni el viento.
Nada se moverá en el próximo Instituto Electoral del Estado, sino es a través de la voluntad del gobernador, quien maneja a todo el aparato a su libre albedrío.