Nuevamente, la gran plaza, La México, ha sido escenario de algo que además de inaceptable resulta inexplicable por ir contra toda lógica, sobre todo por el prestigio de la plaza y por tratarse de fecha tan importante, el arranque de la temporada grande.
Líneas y más líneas se han escrito culpando al matador de Chiva, Valencia, Enrique Ponce; se le señala como culpable, principal responsable de la burla contra el público por lo ocurrido al regalar el hispano un séptimo toro, reseñado como segundo reserva, y no "sobrero" como anunciaron los Tvcomentaristas, pues sobreros son los que se encuentran en corrales de las plazas "sobrando" de festejos anteriores, y este, escuálido, escurrido de los cuartos traseros, muy, muy "avacado", cosa que nadie dijo: llegó este toro con sus hermanos y fue reseñado como segundo reserva, y ahí estuvo el gran error.
Error imperdonable de las autoridades al aceptar al quijotesco ejemplar el juez y sobre todo sus asesores veterinarios; el juez podrá ser nuevo, inexperto, que no es el caso, pero los “emevezetas" si tienen experiencia suficiente, llevan años en la plaza y bien, muy bien saben lo que al público le gusta y lo que ruidosamente, de manera casi ritual y mecánica los ocupantes habituales de los tendidos rechazan, es decir los especímenes escuálidos y cariavacados.
Podrán decir los asesores —en este caso el Asesor Técnico  del Juez era debutante: Pedrito Vargas—,  y veterinarios que ellos opinan, pero no mandan. Aceptado esto, pero entonces, ¿Para que siguen ahí, prestándose de música y acompañamiento a las arbitrariedades y atropellos de la empresa?
Al matador perjudicado, y esta vez de manera seria, que daña de forma irreversible su imagen, el público de la México se la va a cobrar y bien. Preocupado hacia visibles señas en el ruedo dirigidas al público, señales que conforme la bronca crecía, Ponce repetía más enfático dirigiéndose también al juez.
La señal insistente era sobre los pitones del toro, sin duda bien armado o al menos con cornamenta de proporciones aceptables, pero muy "cara de vaca" y sobre todo de cuartos traseros escurridos, esmirriados, sumamente magro y estragado. Ponce llegó a verse desesperado, y uno se pone a pensar: ¿Cómo es posible que él haya aceptado y en este caso regalar tal tipo de toro?
De ninguna manera tratamos de justificar o disculpar al valenciano. Lo que si podemos decir es que él no conocía al tal "regalito". Lo único que le quedaba por hacer era justificarse señalando la cornamenta del toro. Y ¿Por qué hacía tal cosa? Pues, simplemente porque su veedor de toros, el muy tristemente célebre, especialista en transas, el nefasto Manolo Tirado, tal cosa le dijo cuándo aconsejó el de regalo: ¡Tiene mucha cabeza, Matador!
Vale aclarar, cornamenta no es igual a cabeza, y cabeza es precisamente lo que le falta al veedor de Ponce, aunque bien haya cobrado su comisión por el pago del horrendo toro que recomendó de regalo.
Menudo desavío le hizo Tirado al matador Ponce. Aunque este, el matador, cabeza del grupo G-10 en entrevista a mundotoro.com, haya declarado que nunca entendió el rechazo del público hacia el toro, y que el mismo tenía el trapío suficiente para ser lidiado en ese ruedo.
Al cerrar estar líneas ya están en las redes sociales fotografías y comentarios mil por los toros que el mismo Ponce y Zotoluco lidian hoy en la primera de feria de Tlaxcala, pero eso, aún queda en el terreno de “amo a ve que pasa”.  
Para este domingo, la cosa pinta de otro color, los tres espadas anunciados vienen a por todo: Arturo Macías que regresa a tomar posesión de su plaza, la que por derecho propio le corresponde. Ale Talavante, quien en esa plaza ha dicho: ¡Aquí estoy, para el que quiera algo conmigo!
Y Octavio García "El Payo" quien viene en franca campaña a luchar por el puesto de figura a que aspira. Tres toreros que se presentan con ganas y en tiempo de competir. Y como materia prima para que cada uno demuestre lo que trae dentro, como sinodales estarán los toros de Barralva, toros para toreros de a verdad.