Los antitaurinos en un absurdo intento por disque "tomar" las taquillas de La Plaza México pretendían impedir la venta de boletos y por tanto la entrada de aficionados al coso.
Eran unos cuantos desarrapados, vestidos muy a lo hippie, a decir verdad un puñado de amantes de la verde hierba y que a cambio de un puñado de su olorosa cannabis se presentan a las disque "manifestaciones"; afortunadamente, estos miserables fueron retirados de la escena por los granaderos guardianes del orden.
Esto, pudo haber sido la causa del retraso de los duendes para llegar a la plaza, pero al fin, cuando ya nadie lo esperaba, al iniciar la faena de muleta del quinto de la tarde, número 180 con el horrible nombre "Chachote" de procedencia "San Isidro", aparecieron los duendes en la muleta con la personalidad de José Antonio Morante, junto con los duendes llegó el Santísimo Señor del Gran Poder, acompañado de Nuestra Señora de la Naturalidad, y comenzó la danza del duende, así con gran parsimonia, parquedad y sobriedad, con gran mesura, totalmente relajado y entregado a una contagíante naturalidad, Morante de Puebla ha toreado de la forma más clásica, más sobria, totalmente al natural.
Y natural es: lo franco, sincero, original, sin manipulación; es lo puro, sencillo, verdadero, "Tal cual es"; y en términos de arte es una obra tomada de un modelo directo de la realidad. ¡Y se logró el milagro!
La plaza ha queda cautivada. Los conocedores han quedado absortos, los neoaficionados impávidos. Qué bueno que todos supieron valorar y entender el toreo sobrio, sin retorcimientos, giros ni aspavientos electrizantes, fue un toreo simple, sencilla y llanamente al natural.
Lo más importante, ocurrió con los tvcronistas, que se quedaron literalmente pasmados, el silencio se hiso ante el toreo de Morante y que bueno que así ocurrió, lo que el de La Puebla del Río estaba haciendo con su sacrosanta muleta no era susceptible de ser narrado por pobres palabreros micrófono en mano, incluyendo a principiantes estudiantes de comunicación, tal cual se estila hoy.
Y momentos más tarde el empresario y apoderado Simón Casas, al comentar el toreo de Morante, frente a su torpe entrevistador ha dado cátedra del buen decir con un dominio absoluto de la Retórica que es el arte de hablar bien, y si lo dejan, liga su discurso con los noticieros de ya entrada la noche; pasó en su sabio y muy inteligible discurso — recordemos que Casas es de origen francés y por tanto, el español no es su lengua materna—, a hablar de la importancia y la transcendencia cultural de la fiesta de los toros, sus orígenes y gran valía para la historia y la cultura. De tal forma ha dejado pasmado al robusto hombre del micrófono televisivo. Y he ha aquí algo grande que Morante, momentos antes, durante su toreó naturomuleteril ya había logrado: ¡Dejarlos callados a los tres!
El milagro se hiso, por fin alguien había logrado dejarlos con la boca cerrada. Ya antes, al inicio de la corrida: al paseíllo uno de ellos, el obeso con lentes de horrible marco de baquelita negra la había regado al decir que José Mauricio vestía un terno color "ladrillo" con bordados en oro, imitando el gazapo de aquel otro viejo cronista de radio, que al salir un toro cárdeno oscuro lo describió como: color "gris oxford" y que utilizó el mismo término; "ladrillo" para un toro que era castaño.
Así las cosas, lo importante y visiblemente notorio es que estos cronistas han demostrado plenamente el nivel al que pertenecen muy por debajo de tamaño de enormes figuras como Morante y Simón Casas, cada uno en su terreno, claro.
Aunque la verdad sea dicha, el de Sevilla, ha demostrado que es un todo terreno, y que como bien dice la canción, en sus rimas por sevillanas. ¡Sevilla, - y lo que de allá viene - sigue teniendo su duende!