A una semana de que Rafael Moreno Valle rinda su segundo informe de labores como gobernador de Puebla, hay varios temas que aun continúan pendientes y que forman parte de sus promesas de campaña hechos hace tres años dentro de los famosos compromisos firmados ante notario público.
“Si no cumplo me voy”, expresó el gobernador quien el próximo lunes estará rindiendo su segundo informe.
Por un lado, hay que reconocer que la obra pública desarrollada durante los primeros dos años de su administración ha sido impresionante, sobre todo si se toma en cuenta el apoyo federal recibido y el esquema de PPS puesto en marcha para hacerse de recursos hipotecando el futuro de la entidad.
En efecto, la obra pública es lo más rescatable de esta administración pero, en contraste, hay un enorme saldo pendiente en materia de desarrollo social, combate a la pobreza y apoyo al campo poblano.
El nulo trabajo de la extinta Secretaría de Desarrollo Social, la cual en menos de dos años pasó por tres diferentes manos, deja en claro que no hay una política pública de combate a la pobreza dentro de la administración morenovallista. Tal vez lo más acertado, luego de tres diferentes secretarios: Myriam Arabián, Néstor Gordillo y Salvador Escobedo, haya sido sectorizar nuevamente este dependencia.
La desaparición del programa de apoyo a los adultos mayores, el 70 y Más Urbano, en el pasado mes de noviembre, no deja muy bien parada a la administración estatal, la cual eliminó el programa bajo el pretexto de que duplicaba esfuerzos con la administración federal. ¿Acaso no lo sabía el gobernador cuando anunció el programa? Sí lo sabía, pero demagógicamente quiso quedar bien con las personas de la tercera edad o los adultos mayores y después no pudo cumplir con sus promesas.
Los miles de despedidos durante esta administración también constituyen una deuda del morenovallismo. Lejos, muy lejos quedó la promesa realizada en la explanada de la Secretaría de Finanzas y que atrajo a miles de simpatizantes, “yo no le tengo miedo a Marín y si ustedes me apoyan, sus puestos de trabajo están garantizados”.
A la fecha son más de 3 mil los trabajadores despedidos de las diferentes dependencias de gobierno, supuestamente para “adelgazar” y hacer más eficientes los servicios que brinda la administración.
Carreteras de Cuota Puebla y el IAPEP se pusieron en venta, se entregaron a particulares —Opervite y Prendamex— para su manejo, lo cual dejó también sin trabajo a muchos poblanos.
La Ciudad Rural es una promesa incumplida. Se anunció a inicios de la administración la puesta en marcha en el municipio de Zautla de la primera ciudad rural en Puebla; se dijo que serían cinco en total las que se construirían durante el sexenio, pero ahora el proyecto ha sido abandonado y no se dijo nada.
El rescate de la presa de Necaxa es otra promesa que hasta el momento no se ha cumplido y por lo menos en 2013 tampoco se realizará. Al inicio de la presente administración se habló de un ambicioso programa para hacer un proyecto eco-turístico en la zona; a la fecha no hay ningún proyecto, pese a que fue parte de los anuncios realizados durante la toma de posesión del gobernador.
La inestabilidad es constante al interior del equipo morenovallista, a la fecha han circulado varios funcionarios por la administración estatal; ya son tres secretarios de Desarrollo Social, dos voceros gubernamentales, dos secretarios del Medio Ambiente, dos de Desarrollo Rural, un titular del consejo estatal de Seguridad Pública, un subsecretario general de Gobierno, sólo por mencionar algunos movimientos. Habrá que esperar qué otros movimientos se presentan en 2013.
De esta forma, el morenovallismo llega a su segundo año de administración e inicia el tercero. 2013 es sin duda el año del gran referéndum para la administración estatal, la cual ha impreso su propio estilo y su forma de hacer las cosas.
A muchos les puede agradar, también a muchos les puede disgustar, a final de cuentas es cuestión de estilo y manera de hacer política. En las urnas se verá si hay apoyo o no para la forma en que lo ha hecho el gobernador Moreno Valle, quien de acuerdo con algunos estudios tiene sólo un 6.2 de calificación.
Los pendientes del morenovallismo
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