La Secretaría de Transportes se está convirtiendo en un dolor de cabeza para el gobierno morenovallista. Primero, por las innumerables pifias que la dependencia cometió en la puesta en marcha del mentado RUTA.
Como se recordará, el metrobús arrancó con el pie izquierdo y ninguna autoridad estatal ha sido capaz de poner orden. Primero hubo retrasos en las pruebas piloto, luego la falta de tarjetas para el cobro del servicio obligó a los directivos de la llamada RUTA a prestar el servicio gratuito, pero con cargo al erario público.
La circulación de las escasas unidades articuladas y de abusos en el carril exclusivo agravó el de por sí caótico tráfico en las horas pico. Y no solo eso, también aumentó el número de accidentes.
Incluso, estudios realizados por la organización Observatorio Urbano Metropolitano de Puebla y la asociación civil El Poder del Consumidor consideran que el servicio de la Red Urbana de Transporte Articulado (RUTA) tiene fallas técnicas, de infraestructura y en la operación, todas en perjuicio de los usuarios.
Sin resolver todas las deficiencias del llamado RUTA, la Secretaría de Transportes se volvió a meter en camisa de once varas, ahora con el proyecto del teleférico.
Y tal como lo publiqué el 22 de enero.
Sistemáticamente, el gobierno morenovallista atenta contra la inteligencia de los poblanos a través de su sorprendente cinismo.
En anteriores entregas he documentado la forma en que el Señor de los Cerros engañó a propios y extraños con el cuento de haber “transformado” Puebla sin pedir un solo peso prestado, pese a la contundencia de las cifras de la SHCP que demuestran el crecimiento de la deuda pública de nuestro estado.
Sin embargo, no conforme con esta gran mentira, ahora preparan un nuevo fraude mediático al intentar legitimar sus dos nuevos proyectos a través de una “consulta ciudadana”.
¿Pensarán estos “hombres del cambio” que somos tan idiotas para comprarles la historia de que la instalación en Puebla del teleférico y la mega rueda de la fortuna dependen de nuestra aprobación?
Está probado que las consultas ciudadanas obedecen siempre a lo intereses de quienes las organizan.
Sobre todo porque el autoritarismo de un gobernante como Rafael Moreno Valle no acepta una negativa a sus grandes “ideas”.
Ayer, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) desechó la posibilidad de una consulta a la ciudadanía para que se aprobara o no la construcción del teleférico, sobre todo en la zona de edificios históricos de la ciudad.
En una carta enviada por Guillermina Ochoa Espinoza, directora de medios de comunicación de la dependencia federal, se aclaró que no tienen facultad legal para llevar a cabo el consenso con la ciudadanía, por lo que este queda descartado totalmente.
Los tiempos han cambiado y la manipulación de los delegados no será fácil.
Al tiempo.
Transportes, una secretaría problema
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