El día de ayer el diputado Enrique Doger se entrampó en un largo monólogo vía Twitter en contra del delegado del PRI en Puebla, Fernando Moreno Peña, a quien acusó de haberlo amenazado.
Vaya teatro. Según mi tocayo, el delegado lo amenazó a través de un mensaje enviado desde su celular diciéndole que las respuestas a sus mensajes de Twitter las recibiría por otra vía.
Por más que leí el supuesto mensaje del delegado no encontré la amenaza, por el contrario, se entiende que no quiere entrar en controversia con él por la vía de las redes sociales, por lo que le contestaría por otro medio.
En su paranoia, Doger estaba a punto de correr a la agencia del Ministerio Público para denunciar que su vida corría peligro.
Que no joda.

Doger, un beneficiario del PRI
Desde el momento en que Enrique Doger dejó la rectoría de la UAP para convertirse en el candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla, debió asumir las reglas escritas y no escritas con las que se mueve este partido.
Para su mala fortuna, nueve años no le han sido suficientes para entender que el partido que le puso en charola de plata la alcaldía no se maneja al contentillo de sus militantes.
Doger Guerrero es uno de los personajes que ha sido un beneficiario directo del tricolor. En nueve años fue presidente municipal, diputado local por la vía plurinominal y diputado federal.
Y su nuevo entripado fue porque tuvo la ocurrencia de querer ser nuevamente presidente municipal, apoyado en el nivel de conocimiento que le dieron los cargos que su propio partido le dio.
Por absurdo que parezca, Enrique Doger está inconforme con la designación de Enrique Agüera, quien es poseedor de un serio potencial electoral sustentado en los logros alcanzados como rector de la máxima casa de estudios, situación que conoce perfectamente el inconforme diputado, quien en su momento fue testigo de cómo el PRI dobló a otros suspirantes para que permitieran su llegada como abanderado tricolor.
Nueve años después, el PRI aplica la misma fórmula al apostar por el potencial de voto del exrector de la UAP, con la ventaja de que Agüera contaba con antecedentes partidistas.
Bien dicen que “quien las hace… no las consiente”.

La inseguridad, incontrolable
La angustia crece entre los poblanos, pese a que el gobierno del estado opera para reducir las noticias policíacas en los medios electrónicos y en algunos escritos, es imposible tapar el sol con un dedo.
Cuerpos decapitados, historias de secuestros, asesinatos en asaltos y otros actos delictivos demuestran que la inseguridad está fuera de control en nuestro estado.
Este fin de semana, el titular del CERI en Puebla, Eduardo Vázquez Rossainz, declaró que sólo se denuncia 10 por ciento de los delitos que se cometen, por lo que los números que se conocen de manera oficial debieran multiplicares por 10, para tener el número real de ilícitos.
Si los números oficiales son alarmantes, los reales nos tendrían encerrados a piedra y lodo.
¿Y lo mejor está por venir?
¡Sálvese quien pueda!