El lunes 6 de mayo en este espacio le comenté de la inseguridad que prevalece en el municipio de Cuautlancingo, como consecuencia de la displicencia y la negligencia de las autoridades municipales, principalmente de su presidente: Filomeno Sarmiento Torres, de fialiación panista, quien por cierto ayer mismo fue acusado de actos de corrupción para favorecer e inclinar la balanza en quien se apunta como candidato del mismo partido, Félix Casiano.
A esta columna llegó una carta enviada no solamente por vecinos de Cuautlancingo, sino por empleados de la misma presidencia, donde relatan casos de corrupción en los que el presidente municipal ha intervenido, siendo uno de éstos el que en algún momento publicó el periódico Milenio y que, por razones que usted y un servidor no conocemos pero nos imaginamos, no fue debidamente investigado ni por la Contraloría ni por el Congreso del estado, pero que en cualquier momento va a destapar una cloaca donde muchos van a tener que responder.
El informe detalla los costos de inversiones para las obras de pavimentación en las calles de la ciudad de Cuautlancingo, además de la junta auxiliar de la Trinidad Sanctórum, donde inflaron los precios de los costos, es decir, de 450 pesos que en promedio cuesta el metro cuadrado de pavimento o concreto hidráulico lo subieron a 937 pesos con 50 centavos, quedándose obviamente con el resto del dinero, y conste que estas obras están siendo utilizadas como punta de lanza para promocionar a su partido político.
Éste y otros desvíos de dinero se encuentran en las denuncias anónimas del personal que labora en la presidencia municipal de Cuautlancingo, que en su momento van a relucir cuando las autoridades correspondientes se decidan a investigar qué está ocurriendo en este municipio.

La PMP de Cuautlancingo encubre mafiosos
El contenido de la misma carta detalla por qué la ciudad de Cuautlancingo no sólo se ha convertido en una zona insegura, sino además en un tiradero de cadáveres, y esto se debe a que la Policía Municipal Preventiva (PMP) ha permitido la presencia de sujetos desconocidos que se movilizan en vehículos lujosos, muchos de éstos robados, y que han participado en los crímenes que recientemente han atemorizado a los habitantes de la región.
El 11 de febrero de 2012 la Procuraduría General de Justicia (PGJ) informó que el cadáver carbonizado hallado en un campo de futbol, ubicado en calle San Joaquín y San Rafael del fraccionamiento Las Cumbres, correspondía a José Juan Bonifacio Serrano de la Luz, de 57 años de edad, quien era gerente del kartódromo Cinco Caminos y quien fue “levantado” por sujetos desconocidos cuando salía de su negocio a bordo de su camioneta Chevrolet Pick-up, que nunca fue localizada, de acuerdo con datos que se encuentran radicados en la averiguación previa 460/2012/SPCHOLULA.
Los uniformados además se han hecho los desentendidos para atender el robo a hidrocarburos, dejando paso libre a conductores de tráileres-pipa donde transportan combustóleo robado, incluso les han permitido tener sus casas de seguridad y bodegas para almacenar todo lo robado a Pemex.
El 3 de agosto del 2012, la Policía Ministerial del Estado (PME) puso al descubierto una bodega, ubicada en la avenida Revolución 1, de la junta auxiliar de Sanctórum, donde se encontraban cuatro pipas y contenedores de combustible, al parecer combustóleo robado.
La bodega fue asegurada por la PGJ; se dijo que en el lugar no había nadie, por lo que no hubo detenidos. Investigaciones posteriores revelaron que en esa zona desfilaban decenas de pipas que se abastecían de combustóleo y que pasaban frente a las patrullas de la Policía Municipal de Cuautlancingo y éstos nunca detuvieron una, más bien las protegían.
Y es en esta misma zona donde dos grupos de crimen organizado a balazos se disputaron “la plaza”, dejando un saldo de cuatro muertos en enfrentamiento y al menos tres ejecutados, además de la detención de cuatro sospechosos.
Por cierto, el presidente municipal, Filomeno Sarmiento Torres, tras enterarse del hallazgo de la bodega, nunca ordenó una investigación administrativa contra su policía, a la que utiliza como encargada de abastecer la “caja chica”.
Nos vemos cuando nos veamos.