¿Sabe usted lo que pasa cuando el gobernador recorre el estado única y exclusivamente en su lujoso helicóptero?
La respuesta es obvia y evidente: la superficialidad que implica un vuelo en Agusta se ve reflejada en las supervisiones que de lejitos realiza el Señor de los Cerros a todas y cada una de las obras y acciones de su gobierno.
Para muestra un botón.
El Plan Operativo Popocatépetl debiera estar hecho a prueba de errores, toda vez que son cuando menos dos décadas de estudios las que en Puebla se han dedicado para enfrentar una eventual contingencia volcánica.
Lamentablemente, un simple recorrido por la zona bastó para exhibir errores en la señalización de las rutas de evacuación en las áreas de mayor riesgo, ubicadas en las faldas del Popocatépetl.
La noche de ayer, Joaquín López Dóriga presentó una señal que en una intersección carretera decía: “Ruta de Evacuación”, y cuyas flechas apuntaban tanto a la derecha como a la izquierda.
“Que alguien me explique qué ruta seguir”, dijo el comunicador de Televisa, en medio de una crítica al gobierno del estado, y en particular a Protección Civil, por estas evidentes carencias de un sistema que teóricamente debiera operar perfectamente.
Imagínense el caos cuando en medio de la contingencia, en plena evacuación, se tope uno con esta absurda señal.
Por increíble que parezca, los pobladores se verían en la necesidad de poner su vida en manos de una moneda, resolviendo la incógnita con un pinche volado.
Lamentablemente, esas señales no se ven desde las alturas en el cómodo y elegante Agusta negro.
Ojalá que “Don Goyo” regrese a la calma para evitar que los yerros del Plan Operativo terminen costándonos muy caros.
El bozal tricolor
El día de ayer recibí diversos correos, mensajes y llamadas de priistas preguntándome por qué “les tiembla la mano” a las figuras de su partido al momento de criticar las acciones de gobierno y los excesos de Rafael Moreno Valle.
Y aunque la respuesta es compleja, me parece que son varias las razones que justifican el “bozal” que se han puesto de manera “voluntaria” los miembros del tricolor.
De entrada, algunos de ellos tienen un miedo del tamaño de la cola que arrastran por su negro historial.
Otros han caído en las garras del poder financiero estirando la mano por un sobre que los mantiene como dóciles corderitos.
Y el resto, simplemente no tiene en sus manos la posibilidad de lanzar ninguna crítica, porque son muy pocos los medios dispuestos a abrirle espacios a quien intente hacer algún señalamiento contra el gobernador.
De ahí que la inconformidad tricolor “se ahogue” ante el abrumador control que ejerce el poder del estado ante cualquier esbozo de crítica.
En el colmo de este voto de silencio, hoy ni los candidatos —salvo contadas excepciones— están dispuestos a lanzar la primera piedra, aunque de por medio vayan sus propias aspiraciones electorales.
Y miren que sobra “tela de donde cortar”.
La evacuación morenovallista
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