A escasos días de iniciar las campañas políticas sólo se puede llegar a una conclusión. No todo lo que sucede es verdad ni tampoco mentira. Los escándalos, chismes, agresiones y hasta exageradas alabanzas, de los cuales han sido sujetos ambos candidatos a la presidencia municipal de Puebla: Enrique Agüera y Tony Gali, son parte del show.
Por ejemplo, quién nos asegura que los estudiantes que agredieron al aspirante de Puebla Unida en la Universidad de las Américas no fueron enviados especiales con un solo objetivo: chingar, y aunque también hay que reconocer que al exsecretario de faltó oficio político, el escándalo se ha maximizado de la forma exacta para beneficiar al adversario del tricolor.
En tanto, las fotografías, videos y demás material que muestra la extravagante forma de vida del exrector es información reciclada. Todos nosotros ya habíamos visto esto en años anteriores, por lo que —como decimos en el gremio— la noticia que impacta una vez, no lo hace dos veces. Sin embargo, el intento se hizo a fin de contrarrestar el golpe público a Puebla Unida.
Manifestaciones, antiguas quejas, despidos injustificados de hace un año, desprestigio de imagen y lo que nos falta por ver, son sólo algunas de las miles de artimañas que se utilizan proceso electoral tras proceso electoral. ¿Lo malo? Que no logramos ser un estado (país) que compita limpiamente. ¿Lo bueno? Que sólo duran dos meses y todo regresará a la normalidad.
Las incansables promesas hechas diariamente por los protagonistas de esta historia no tienen el peso suficiente como para convencer al electorado, pero no es culpa de los candidatos, sino del desgastado ejercicio político en el que vivimos y en el incumplimiento de ofertas nunca satisfechas para los ciudadanos. Usted cree que de la noche a la mañana (ahora con el discurso de que se tendrá más tiempo para “trabajar”) cambiará la forma de hacer gobierno.
Pues si no es gripa, dirían en mi pueblo. Los vicios y los vacíos gubernamentales no dependen de una ideología partidista, un solo ser humano o incluso todo un gabinete. En realidad, las mejoras en nuestra calidad de vida dependen de nosotros, que no ponemos un alto a los abusos ni a los engaños.
Señores candidatos a un cargo de elección popular, ya estamos verdaderamente hasta la madre de escuchar durante largos periodos de campaña las mismas promesas sin cumplir. Por favor, ténganos un poco de respeto a los ciudadanos y actúen desde donde estén con sensatez. No insistan en que resolverán todos los problemas, porque eso es imposible.
Hablar con la verdad sería el primer paso para que nosotros, los ciudadanos —yo, pues—, pongamos una pizca de confianza en cualquiera de ustedes y entonces creer que quizá no se cambie el mundo, pero si nuestro propio pensamiento.