A ver. Empecemos por el hecho de que ambos candidatos a la presidencia municipal de Puebla, Tony Gali y Enrique Agüera, violan vil y descaradamente el Código Reglamentario para el Municipio de Puebla (Coremun). Ambos, con o sin conocimiento del mismo, colocaron al por mayor publicidad electoral en zonas prohibidas de la ciudad. Uno más que otro (en cantidad de pendones), pero ambos cometen una falta.
Partiendo de ello, el ayuntamiento de Puebla se hace de la vista gorda y simplemente no exige, primero, que se retiren los mismos y, segundo, que se aplique la multa correspondiente, pues la violación está hecha. El Instituto Estatal Electoral no tiene nada que ver en el tema pues es al municipio al que están rompiéndole las reglas.
Es evidente que el ayuntamiento que encabeza Eduardo Rivera simplemente prefiere navegar con bandera de ciego por no enbroncarse ni con Dios ni con el diablo (decida usted qué papel le asigna a cada quien). Así que aplica aquella fácil salida de no oigo, no veo, no me entero, por tanto no sanciono a nadie.
Este lunes, el candidato de la coalición 5 de Mayo, conformada por el PRI y el Verde Ecologista, Agüera Ibáñez, propuso el retiro de la propaganda colocada —insisto— valiéndoles madre la ley. ¿Entonces por qué proponer una acción que debería ser obligatoria y no puesta a consideración del adversario? Pregunto.
En tanto, el aspirante de la coalición Puebla Unida, Tony Gali, hace como que la virgen le habla y simplemente no responde a los cuestionamientos de la prensa con respecto a su publicidad (que es bastante, por cierto) colgada hasta en postes de la Comisión Federal de Electricidad.
Señores, sean serios. Su irresponsabilidad simplemente nos deja ver a los poblanos que sus intenciones no son mejorar la calidad de vida de quienes habitamos esta ciudad, sino que con tal de ganar una contienda electoral son capaces de infringir —aunque parezca una estupidez— el propio reglamento que pretenden encabezar como presidente municipal cualquiera que gane el próximo 7 de julio.
Qué pensarán los empresarios de espectáculos que pagan, colocan y retiran sus pendones como lo establece el Coremun y que —no sólo eso— cumplen con el resto de las medidas obligatorias para anunciar sus eventos, como tamaño del pendón, utilización de porta pendones y, por si fuera poco, retiro de los mismos en tiempo y forma.
La realidad que hoy vivimos, para desgracia de todos, va mucho más allá de la contaminación visual de la que somos víctimas los poblanos, sino que en política la forma siempre es fondo, y su cinismo está en completa evidencia. Que el municipio los sancione y la sociedad los juzgue.
¿Y la ley? Les vale madre
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